De tener solo un puñado de productores a ser hoy un cultivo estrella, el pistacho ha logrado un crecimiento notable en los últimos años. Tal es así que en tan solo siete años su superficie se multiplicó por veinte y aún más: de 31 ha en 2016 a 770 ha en el año 2023. Y el asunto parece ir a por más.
El primer dato parte en base al Relevamiento Nacional de Frutos Secos 2016-2017 y el último corresponde a un sondeo en 2023 de la Asociación Frutos Secos de Mendoza (AFSM). Entre 2010 y 2016, prácticamente no varió la superficie (31 ha), pero para 2021 el número había crecido a 323 ha. Un año después, el pistacho avanzó a 651 ha y el año pasado llegó a 770 ha, casi 25 veces más que en 2016.
“El pistacho es un producto de expansión a nivel mundial, en producción y en consumo. Hay pocas zonas de cultivo: Medio Oriente, Estados Unidos, España y Argentina”, detalló Belén Bobadilla, presidente de AFSM. La referente destacó el crecimiento del cultivo en la provincia y cómo hay varios productores interesados en el tema.
Incluso, en diciembre realizaron una capacitación en conjunto con otras entidades como el INTA, el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) y empresas privadas que se dedican al pistacho. Allí también participaron productores de San Juan, provincia con mucha experiencia en el cultivo.
En concreto, con el INTA se viene trabajando en la zonificación, es decir, saber si la planta va a funcionar en el lugar donde uno quiere plantar. Esto es clave ya que el árbol requiere unas condiciones de clima y suelo especiales, y es necesario antes de invertir saber si el lugar es indicado.
“Por ahí hay muchas consultas y se hacen plantaciones en lugares donde no corresponde. El tema del pistacho, particularmente, es una especie muy exigente en horas de frío y de calor. Y justamente, con especialistas del INTA, se hizo una aproximación donde algunas zonas ya quedarían descartadas”, afirmó Bobadilla. En cambio, de las 304 hectáreas representadas en la AFSM, la mayoría se concentra en la zona norte de Mendoza.
Plantaciones jóvenes
En los últimos años, varios productores de frutales y viñedos empezaron a probar suerte con el “oro verde”, aunque varios todavía deben esperar para ver sus frutos. Ese es el caso de Ramiro Martins, que comenzó hace cinco años con el pistacho, ya lleva plantadas 100 hectáreas y espera tener su primera cosecha en 2025. Todo con tecnificación, riego por goteo y plantaciones de seis metros de ancho entre hileras por cinco entre plantas.
“Hemos comprado el pie UCB1, que es una semilla que se trae de un híbrido de la Universidad de Davis, en California (Estados Unidos) y acá se germina. Yo he comprado las plantas, los pies y después he injertado a campo con la variedad Peter y Kerman, macho y hembra”, contó el productor mendocino.
La expectativa de Martins es “enorme” por tratarse de un mercado muy pujante y con mucha demanda internacional. Se trataría de una cosecha de entre 2.000 y 2.500 kilos por año, a un valor de venta de 9 a 10 dólares por kilo.
Si bien el valor es interesante, el problema es el tiempo de espera para la cosecha, aún mayor que en otros frutales. Si bien algunos viveros hablan de 6 o 7 años para entrar en producción, es muy difícil librarse de las contingencias climáticas todas esas temporadas, así que se estima una demora de entre 7 y 8 años para la cosecha.
De todos modos, la espera tiene su recompensa, ya que la tasa de retorno es muy buena y Martins estima que en tres años podrá recuperar la inversión. Más aún si la demanda internacional continúa y si el contexto país ayuda a promover las exportaciones. Mientras tanto, continúan con sus cultivos previos de viñedos, almendros y nogales, entusiasmados por diversificar su producción propia.
Con respecto al mercado interno, es importante aclarar que el consumo de este producto en Argentina es muy pequeño, sobre todo en repostería, heladería y snacks. Ocurre lo contrario que con la almendra, que destina su enorme mayoría al mercado local, mientras que los proyectos nuevos de pistacho tienen un ojo en los consumidores internacionales.
Alternar con el pistacho
Si bien la comparación de superficie con 2016 parte desde una base muy baja, es muy importante que entre 2021 y 2023 se creció más del doble en superficie (en dos años, se pasó de 323 a 770 ha). Uno de los que apostó fue el productor Jorge Urzúa que, en una entrevista reciente para este medio, contó que había empezado a invertir en pistacho como una alternativa que combinaba calidad, cantidad y rentabilidad.
Urzúa inició en 2015 con tres hectáreas en El Divisadero, San Martín, junto con sus viñedos de uva de mesa y árboles de ciruelas. Tras su primera cosecha, en 2022 aumentó la superficie otras cuatro hectáreas y trabaja en el desarrollo de sus nuevas plantas, aprendiendo paso a paso sobre el tema.
“La verdad es que me llamó la atención el cultivo, lo que se habló en su momento, mirando por YouTube y buscando más información en tutoriales. En esa época fui investigando en internet, mirando, preguntando. Sabía que San Juan era un gran productor de pistacho pero no sabía cómo llegar a las propiedades para ver y poder comprar plantas”, comentó Urzúa.
Al hablar con distintos productores, varios coinciden en que la experiencia de la vecina provincia ha sido importante para poder analizar el negocio. El hecho de que ambas zonas tengan cultivos similares, escasez hídrica y otras similitudes, son puntos que ayudan a estudiar un negocio con mucho más riesgo que un cultivo anual.
“El pistacho fue una idea, entiendo que en todas partes hay cultivos que se destacan y hay que buscarlos, ver en qué condiciones se dan, como la nuez, las paltas o las mandarinas en algunas zonas de Argentina. Es decir, que son negocios o cultivos que tienen buenos valores de rendimiento”, analizó Ursúa.