Para la temporada 2023, el Instituto de Desarrollo Rural estima una cosecha de 56.421 toneladas de pera, que de cumplirse, sería la más alta de los últimos 7 años. Sin embargo, desde el sector creen que la cantidad será mucho menor y tanto productores como entidades agrícolas señalan una fuerte tendencia de erradicación del cultivo, dado que “los números no cierran”.
La estimación del IDR para la temporada actual corresponde a una superficie de 2.005 hectáreas, ubicadas principalmente en el Valle de Uco (61%) y el Sur de la Provincia (31%). En 2016 la superficie con perales era de más del doble. Según aclararon del IDR, este número de cerca de 2.000 hectáreas corresponde a los últimos registros existentes (que datan del 2018 del censo nacional). Mendoza es la segunda zona productiva en importancia en el cultivo de pera, luego del Alto Valle de Río Negro.
Para José Luis Navarro, presidente de Aspeff (Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza), “la temporada de pera está siendo muy mala”. Esta situación, que se viene repitiendo hace varios años, influye en que el cultivo vaya camino a desaparecer. El principal factor es la falta de rentabilidad, producida por la dificultad para exportar, tal como coincidieron varios referentes de la actividad. Esto es clave, ya que históricamente la pera ha tenido un alto porcentaje de exportación.
Las cifras de ProMendoza respaldan esta afirmación. Las exportaciones de pera a octubre (acumulado) 2021-2022 muestran una disminución del 15%. Mientras en ese período de 2021 se exportaron 34.107 tn, en ese lapso de 2022 la cifra fue de 28.904 tn. “La pera sigue sin tener precio y la razón es que no se puede exportar. No es conveniente, no dan los números por las variaciones en el dólar. Para colmo, uno de los principales clientes era Rusia y entró en guerra”, describió el titular de Aspeff.
En el caso específico de Rusia, en 2020 fue el segundo principal exportador con 10.118 tn durante todo el año, y en 2021 ese número cayó a 8.238 tn en todo el año ($22,1 millones). Volviendo al acumulado entre enero y octubre, en ese período de 2022 se exportaron 4.996 tn a ese país, mucho menos que las 8.023 tn del mismo lapso de 2021.
Dificultades de la pera
Daniel Brunetti, productor del Valle de Uco, coincidió con que la baja de ventas al exterior complican al sector: “Las plantaciones de pera se vienen arrancando, porque la mayoría es para exportación. No se puede vender porque los costos superan cualquier venta”.
“Nosotros también hemos arrancado las plantaciones de menor calidad. Seguimos manteniendo algunas y aguantamos para ver si esto cambia. Porque una planta de pera no se hace de un año para otro”, añadió el productor.
Por su parte, Marcelo Barceló, productor de pera y durazno, añadió: “Se cayó el mercado de Brasil por los controles que impuso, que ponen al exportador en un tremendo riesgo económico. A eso hay que sumarle que no se favorece la exportación con estos distintos tipos de cambio”.
Según este productor, “con un mercado brasilero y ruso complicado, la pera se volcará al mercado interno que está con un bolsillo flaco”, por lo que pronostica que los precios tampoco serán muy buenos. “El año pasado, a pesar de que no hubo cantidad, tampoco hubo buenos precios”, y según afirmó Barceló, en parte es porque “el Alto Valle (Río Negro) inunda con peras y manzanas”. Por eso, agregó, “la única salida que está viendo el productor de peras es erradicar y pasar a cultivos como ajo, tomate, papa”.
Desde Aspeff, Navarro coincidió: “Antes había pera en toda la provincia, pero ya ha desaparecido del Norte. En el Sur han quedado algunos productores grandes y en el Valle de Uco no llegamos a las 1.000 hectáreas (antes había cerca de 6.000 hectáreas). Se va diezmando la actividad y eso es porque no hay rentabilidad. Se viene erradicando mucho”, señaló el presidente de Aspeff.
Por eso, varios referentes consultados dudan de que se alcance la producción pronosticada por el IDR. Marcelo Barceló, productor de pera, coincidió con Navarro y comentó: “Hay mucho monte abandonado, o que se trabaja a medias y no tiene calidad ni para mercado interno. Lo que se ha erradicado en los últimos dos o tres años es cada vez mayor”.
De hecho, en el documento “Matriz Productiva para Mendoza” elaborado por el IDR en 2019, ya no se recomendaba su plantación: “Para el caso de pera no se aconsejan plantaciones nuevas por el contexto actual del cultivo, salvo el caso de nichos de mercados para exportación”. Según el mismo informe, “La superficie cultivada de pera ha ido decreciendo paulatinamente todos los años, disminuyendo a la mitad en solo 8 años”, situación que se ha seguido acentuando del 2019 a la fecha.
Daños por heladas
Las heladas afectaron muchos cultivos en la provincia, y la pera no es una excepción. “En octubre, hubo una helada fuerte en la zona al sur de Tunuyán y no quedó nada. En Tupungato tuvimos que prender 5 noches (defensa activa de heladas que consiste en prender tachos con leña o combustible para subir la temperatura y evitar que se hielen los cultivos) y conseguimos salvar la producción de esa manera. Pero muchos ya no prenden más, porque el precio no es muy alentador”, expresó Navarro.
Según el presidente de Aspeff, “en toda la fruta de pepita, pero sobre todo en pera, hay gran daño por heladas de septiembre y de octubre. La producción quedó bastante diezmada”.
Los altos costos influyen en la afirmación de Brunetti: “Hoy la pera no es más negocio”. Según el productor, el costo para producir 35.000 kilos por hectárea, que es una producción media, ronda los 13.000 dólares oficiales la hectárea.
A esto se suman otras dificultades comunes de las economías regionales, como la mano de obra escasa. “No hay fruta, pero tampoco mano de obra. Cuesta mucho conseguir la gente porque el trabajo es temporario. Antes venían del Norte del país pero con una cosecha magra, no están viniendo”, aseguró el productor valletano.
En palabras de los referentes del sector, el panorama del sector “no es muy alentador” y salvo que cambien las variables, como las dificultades para exportar, el cultivo de la pera en Mendoza tiene el tiempo contado.