El mayor tratado comercial entre los países del Mercosur y la Unión Europea y casi veinte años de negociaciones están ahora en riesgo por la resistencia de algunos socios europeos liderados por Austria y Francia. Aunque todo ya está firmado, su aplicación todavía depende del refrendado de los 27 que ahora ponen el foco en el impacto medioambiental que puede tener el acuerdo. Desde Bruselas buscan darle una salida pronta, pero el panorama se complica hasta las elecciones francesas de 2022.
Según una publicación de El País de España, Bruselas mantuvo el pasado jueves una reunión informal con secretarios de Estado de Comercio de los Veintisiete para buscar soluciones al punto muerto en el que se encuentra el proceso de ratificación del acuerdo con los países de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
Los primeros en poner reparos fueron los franceses, que a mediados de 2020 plantearon que el tratado exacerbará el proceso de deforestación de la región del Amazonas, conclusión a la que llegaron a partir de un estudio encargado a un grupo de experto. Así, exigían al Mercosur más garantías sobre los cuidados sanitarios y medioambientales.
A la misma conclusión llegaron recientemente desde Austria, quienes plantearon en Lisboa -donde recae actualmente la presidencia de la UE- su decisión de rechazar el acuerdo. Pero no serían los únicos, según el diario español, el jueves se sumaron Países Bajos, Irlanda y Bélgica. En tanto que Alemania se inclinó por el sí, posición que lideran España, Portugal y los países nórdicos, en especial Suecia.
La postura de Bruselas es la de encontrar una vía que no dilapide el acuerdo y deje el mercado a merced de un competidor directo como China. El vicepresidente ejecutivo y responsable de Comercio, Valdis Dombrovskis, afirmó recientemente en una entrevista a El País que la UE está “en contacto con las autoridades de Mercosur para discutir sobre los compromisos adicionales que pueden adoptar para aliviar esas preocupaciones”. La intención es lograr una declaración política que acompañara al tratado en la que los cuatro países de Mercosur se comprometieran a redoblar sus esfuerzos por cumplir con el Acuerdo de París.
Sin embargo, para Austria eso no será suficiente: “Nuestro rechazo también se refiere a posibles intentos de concluir una decisión mediante una declaración conjunta o un protocolo anexo al acuerdo”, expresaron en la declaración enviada desde Viena.
Aunque se barajan todas las opciones para lograr una solución, desde Bruselas descartan reabrir las negociaciones, que llevaron 20 años de trabajo y arduos intercambios.
¿Qué implica el acuerdo? El principal objetivo es la creación de un mercado con unos 750 millones de consumidores entre los 27 países de la Unión Europea y los cuatro del Mercosur.
Resistencia social
Los reproches no vienen solo del plano político. Desde lo social, una unas 450 asociaciones y oenegés unidas en el colectivo Stop Ceta-Mercosur presentaron un pedido a los gobiernos para que abandonen el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur.
Para el colectivo, el tratado “se inscribe en una línea de compromisos comerciales obsoletos que datan del siglo XX y que han destruido al planeta”. Además, agrega que “agravará el colapso y la destrucción de la biodiversidad en las regiones de la Amazonia, Cerrado (sabana tropical brasileña) y el Gran Chaco a causa del aumento de las cuotas de importación de ganado y etanol hacia Europa, perpetuando un modelo agrícola-ganadero extractivista, apoyado en el sobrepastoreo, la expansión de los criaderos intensivos con corrales de engorde para el ganado y los monocultivos dependientes de pesticidas y productos químicos”.
Entre los firmantes se destacan organizaciones como Attac, Greenpeace, Oxfam y también Extinction Rebellion UK. Ellos advierten sobre las estremecedoras consecuencias futuras del acuerdo, “destruyendo los medios de subsistencia de numerosísimos campesinos y pequeñas explotaciones familiares, tanto en Europa como en Sudamérica”. Además, alerta sobre el riesgo de agravar “la dependencia de las economías sudamericanas de las exportaciones a bajos precios de materias primas”.
Desde Brasil niegan por completo que este acuerdo pueda contribuir a la destrucción de la Amazonía, viendo detrás de esto la mano de “grupos de interés”, que utilizan el “pretexto” del medio ambiente para retrasar el aval necesario.