El paño de viña frente a la pared de una pequeña bodega boutique en Palmira cuenta la historia de una vida de trabajo, de casas de inmigrantes, de guerra, de presente, de esperanza, pero sobre todo de la mirada a futuro de una familia. Miguel, hijo de sicilianos, y su esposa Nancy, de ascendentes españoles, comparten mucho más que “Siete motivos”.
Andrea, Paola y Marina son la segunda generación mendocina de la familia Ferri, herederas de valores como el de la lealtad y el sacrificio, que les ha permitido alcanzar aquello que parece imposible. Entre ellos también sobrevuela cierto aire de terquedad, tan característico de las raíces de sus antepasados del Mediterráneo.
Del otro lado del mar, en 1936 motivados por la Guerra Civil Española, los padres de Juliana decidieron dejar atrás la península y marcharse a Argentina; quedando atrás dos de sus hijos con quienes se reencontrarían en Mendoza 20 años después.
“La vida llevo a mis padres a encontrarse en su adolescencia, viviendo a unas pocas cuadras y compartiendo muchas cosas que culminaron en su unión”, contó Marina Ferri responsable del área de relaciones públicas del emprendimiento familiar.
De esa vida compartida entre Miguel (Lito) y Nancy llegaron sus tres hijas y siete nietos, los “motivos” que con sus propias personalidades y talentos han inspirado el proyecto: Lautaro, Isabela, Felipe, Amparo, Lupe, Pedro y Lorenzo.
El camino de la vid
“Mi papá comenzó con su empresa alquilando un espacio en la zona de Palmira, donde instaló una planta concentradora de jugo de uva”, contó Marina. Una firma que, junto a su equipo de trabajo, mantiene desde hace 20 años y que fue su primer proyecto en las inmediaciones de la Ruta 50 y de la zona industrial.
Con el tiempo, pudo adquirir un terreno propio y construyó las instalaciones de su empresa que se dedica a la elaboración y comercialización de jugo concentrado de uva y arrope. “Incovit es una concentradora de mosto y representa su sueño inicial, el de construir algo propio”, agregó la hija menor de Lito.
Miguel siempre cobijo el deseo de poder tener una pequeña bodega, algo que estaba pendiente y que al contar con su propio espacio, pudo realizarlo a partir del diseño de su hija Andrea. Lito Ferri siempre tuvo el sueño de producir su propio vino y comenzó con su viaje en el mundo de la uva en San Martín.
“Todo se mantuvo en Palmira, en parte porque la oportunidad de comprar el terreno se presentó aquí, y en parte porque siempre fue nuestra zona: porque mis abuelos se mudaron a Palmira cuando nosotras éramos chicas”, explicó Marina. “La bodega está rodeada de viñedos y también tenemos viñedos propios en Tres Porteñas; una finquita de 35 hectáreas aproximadamente”, agregó.
En un futuro no muy lejano
Además de la planta de mosto, de la pequeña bodega boutique, cuyas etiquetas son diseñadas por Paola, planean la elaboración de tres lineas de vinagre y una de aceto.
A lo largo de los años, Incovit ha crecido y ha permitido la realización de varios proyectos, entre ellos la creación de una bodega ubicada entre viñedos, un espacio íntimo que refleja la esencia de la familia. “Mi papá siempre fue muy estructurado, abocado al trabajo, pero junto con mi mamá, nos acompañaron siempre incondicionalmente en todo”, agregó.
Marina, que comenzó a trabajar en la empresa familiar hace cuatro años como RRPP, relata con orgullo cómo su padre, a sus 71 años, sigue inventando y desarrollando nuevas ideas. “Para él, la bodega es una realización personal, un espacio en donde ha volcado su dedicación y también sus conocimientos”.
“La bodega por el momento no está abierta al turismo. Pero tenemos un espacio muy bonito para armar degustaciones. Lo que tenemos intención, en un futuro no muy lejano, es armar un circuito más completo para el turista, involucrando lo que es la planta de mosto, la próxima vinagrera y, bueno, terminar con una degustación de vino”.
Siete Motivos no es solo una etiqueta de vino, es una expresión de amor y dedicación. Para su padre, cada botella representa un momento de la vida, de su historia y su familia. Ser abuelo le ha dado la oportunidad de vivir el amor de una manera diferente -cuentan-, permitiéndole dar y recibir afecto de una forma que, quizás, antes no había experimentado.
Los planes y proyectos
Además del vino, la familia tiene en mente nuevos proyectos, como la puesta en marcha de una vinagrera para diversificar su oferta. Marina cuenta que la familia planea iniciar con la producción a finales de año; “es dar un paso más en la visión que su padre tiene para el futuro de la empresa”, dice.
También proyectan abrir las puertas al enoturismo, desarrollando un circuito de visitas que incluye la planta de mosto, la vinagrera y una degustación en la bodega. Una experiencia que Marina describe como un proyecto a mediano plazo y busca acercar a los visitantes al proceso de elaboración de sus productos de una manera más integral. En un futuro, además agregarán un vermút.
Marina expresa que trabajar junto a su padre es un aprendizaje continuo. “Él, siempre inquieto, sigue creando y buscando cómo mejorar la empresa, enseñándonos día a día el valor del compromiso y la perseverancia”.
En la página web la empresa señala “Hoy nos llena de orgullo afirmar que gracias a las valiosas lecciones aprendidas, mantenemos una convicción firme de que cada paso que damos, nos lleva hacia el futuro que soñamos como empresa”. Por lo pronto, tienen un Malbec joven, de color rojo rubí profundo, y un Malbec Reserva con un distintivo toque de madera.
Para Marina, cada momento compartido en la bodega familiar es un recordatorio del esfuerzo de su padre y del amor que él deposita en sus nietos, en los verdaderos “motivos” que están inspirando el futuro.
La familia Ferri entiende el vino como una celebración de la vida, de sus orígenes y es un tributo al futuro que se va ganando a diario.