Oscar Astorga: “El 95% de las muestras vegetales están libres de residuos de agroquímicos”

El coordinador de agroquímicos del Iscamen asegura que se trabaja para evitar residuos en los cultivos mendocinos. Cree necesario que se trasladen las exigencias a toda la cadena de valor.

Oscar Astorga: “El 95% de las muestras vegetales están libres de residuos de agroquímicos”
El coordinador de agroquímicos del Iscamen asegura que se trabaja para evitar residuos en los cultivos mendocinos. Cree necesario que se trasladen las exigencias a toda la cadena de valor. / Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Cada tanto, surge la noticia de que, al analizar frutas y verduras los mercados de Buenos Aires, se encuentran tóxicos en los alimentos que están a la venta; lo que genera preocupación en varios consumidores y la pregunta de qué sucederá en la provincia. El coordinador Agroquímicos del Iscamen (Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza), Oscar Astorga, comentó que el organismo desarrolla controles periódicos desde hace más de 15 años y que, en casi todos los casos, no encuentran residuos.

Esto no quiere decir que no se hayan utilizado en el proceso de producción, sino que se recurrió al químico que Senasa autoriza para ese cultivo y se respetó el período de carencia -el que debe transcurrir entre el momento en que se realiza la aplicación y se consume-, lo que permite que el agroquímico se degrade y la fruta u hortaliza sea considerada inocua; es decir, que no causa daño a quien lo consume.

-¿Cuándo comenzaron a realizarse estos controles en Mendoza?

-Iscamen realiza esta labor desde hace más de 15 años y hace mucho tiempo que los resultados se vienen repitiendo y mejorando, porque forma parte del hacer nuestro. Esta mañana (por el miércoles pasado), estuvimos tomando muestras en la Cooperativa Colonia Bombal. Y es algo que hacemos en forma sistemática. Tenemos personal técnico, casi exclusivo, que se dedica a hacer las inspecciones tres veces por semana.

Los puntos de muestreo son las ferias, los empacadores y los supermercados, no los pequeños productores. Por ahora. Son unos 40 lugares y nadie puede sentirse perseguido, porque vamos visitando a todos y volvemos después de un tiempo. Es una cuestión de presencia y constancia. Saben que, en algún momento, van a recibir una inspección del Iscamen y que el resultado será lo que dicte la analítica del laboratorio de Fitofarmacia del INTA (Instituto Nacional de Tencología Agropecuaria) o el INTI (Instituto Argentino de Tecnología Industrial), porque nosotros tercerizamos el servicio dependiendo de quien tiene capacidad operativa.

-¿Cómo son los análisis?

-Por cada día que se muestrea se sacan tres muestras y se llevan al laboratorio. El resultado se da alrededor de las 15 y, en función del resultado, o se libera la mercadería o se decomisa y después comienza un proceso administrativo para la sanción económica. Lo que no analizamos son productos tropicales, como la palta, el kiwi, la banana o la papaya, porque son productos de importación y los controla Senasa. Pero sí los productos de consumo masivo que encontramos en las ferias y supermercados.

-Con el uso de agroquímicos, ¿hay hábitos que es muy difícil erradicar?

-Hay gente que trabaja muy bien, siguiendo normas de calidad y buenas prácticas agrícolas, y hay otra que lo hace de modo bastante informal. Lo que les digo siempre a los productores es que deben tener presente que no venden verduras, sino alimentos. Y hoy hay marcos legales mucho más fuertes y las BPA están dentro del código alimentario argentino. O sea, que es de carácter obligatorio que el productor las aplique. E incluyen el uso correcto de agroquímicos.

Y es una “pelea” día a día. No solamente de hacer muestreos y aplicar sanciones, sino de ofrecer capacitaciones para que se den cuenta de cómo se deben hacer las cosas y de que el circuito se va cerrando cada vez más. El de las hortalizas, a diferencia del vitivinícola y el frutícola, es un sector muy particular porque son pocos los que exportan, y si bien en el mundo se exigen ciertas cosas, a veces, para el mercado interno, por más que estén las normas, no se cumplen.

Hay que seguir capacitando y controlando, pero, por suerte, la industria cada vez ofrece más los productos de banda verde, de menor toxicidad, y va dejando de producir los de banda roja, que son los más peligrosos. Cerca del 80% de los agroquímicos que se comercializan hoy son de banda verde y sólo 3 o 4% de banda roja. Y, a partir de octubre, se van a prohibir los clorpirifos.

-¿Qué se busca en los controles?

-Básicamente, órganos fosforados, órganos clorados, piretroides y carbamatos. Pero el 95% es libre de residuos. Y después encontramos 2% con residuos, pero dentro de la tolerancia de la normativa argentina, y el otro 3% es el desvío de uso.

En general, cuando salen mal los análisis, se encuentra la presencia de fosforados, pero no por exceso, sino por desvío de uso. Es decir, porque se utiliza un producto que no está permitido para ese cultivo. Ese es el caso en el 98% de las infracciones y tiene que ver con una cuestión de mercado: el productor busca el agroquímico más barato, porque son insumos en dólares y entre uno de U$S 40 u U$S 80 y otro de U$S 6, elige el último y cree que puede usarlo para todos los cultivos y no es así.

-¿Y cuáles son las sanciones que se aplican cuando se encuentran irregularidades?

-Decomiso y sanciones. La ley impositiva fija que la multa para los productos vegetales con detección de uno o más agroquímicos con nivel de residuo superior a la tolerancia es de $81 mil. Y cuando se detectan residuos de un producto no registrado para el vegetal muestreado, es de $100 mil. Y si hay reincidencia, se duplica.

A los empacadores les molestan las sanciones que les aplicamos. Ha habido incluso algunos que han presentado recursos de alzada, que termina decidiendo el gobernador, pero no hay escapatoria, porque es un alimento y no puede tener contaminantes. Hace un tiempo, una cadena de súper e hipermercados puso a 25 abogados a discutir una multa y tuvo que pagar.

Lo que suele pasar, es que el supermercado le pasa la sanción al proveedor y éste termina siendo deudor del supermercado, por la multa que aplicó el Iscamen. La discusión que tengo siempre es que debe haber exigencias en la cadena. Porque en el mercado internacional plantean ciertos requisitos y el productor los cumple, pero en el interno no se exige un buen manejo del cultivo. Nosotros hacemos capacitaciones, pero si cuando va a vender nadie le demanda nada, no ve por qué aplicarlo.

En qué está trabajando el Iscamen

Desde 2019 hasta principios de 2022, el Iscamen analizó 931 muestras de 36 especies vegetales, siendo el tomate, con 153, el más muestreado; seguido por la lechuga (93), naranja (82), zapallo (66), manzana (56) y cebolla (47).

Se detectó, en promedio, que 95% de las muestras están libres de residuos, 2% presentan residuos dentro de la tolerancia y sólo el 3% restante responde a infracciones por el uso de productos no permitidos para la especie vegetal analizada. Esta situación es conocida como “desvío de uso”, siendo el clorpirifos el de mayor detección. La Resolución 414/2021 de Senasa prohíbe su comercialización y uso a partir de noviembre de este año.

Sobre el 3% con desvío de uso, se iniciaron acciones legales con sanciones económicas y se procedió al decomiso de los lotes vegetales, impidiendo su comercialización. Se trata de 7 toneladas, sobre un total de 78 toneladas muestreadas y analizadas.

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