A los David, menciona Alejandro, les gusta innovar. Cuando en los ’90 comenzaron a trabajar la finca que Guillermo, su padre, había comprado unos años antes en el distrito El Sauce (Guaymallén), decidieron dedicarse a la producción de plantines para vender a otros agricultores, bajo la protección de invernaderos y de malla antigranizo. Luego fueron incorporando el riego por goteo, la hidroponia, la acuaponia (con peces), la producción de vegetales mini y la flamante incorporación de las sandías y melones de porción personal.
Alejandro cuenta que su abuelo tenía una finca en donde hoy se encuentra el Club Alemán y que, en algunos sectores, todavía están los olivos que plantó Guillermo. También fue uno de los socios fundadores del Mercado Cooperativo de Guaymalllén, en donde tienen el puesto 200. Su padre, Guillermo también, compró la propiedad que se encuentra en El Sauce en los ’80, pero no la trabajó por unos años, hasta que Alejandro terminó el secundario y se fue al campo.
Fue entonces que compraron los invernaderos para comenzar a producir plantines, algo que era novedoso en aquel momento. “Si no fuimos los primeros, habremos sido los segundos en la provincia en cultivar en invernadero. Siempre nos ha gustado lo raro”, lanzó Alejandro con el orgullo de pertenecer a una familia innovadora. Es que vieron que algunos agricultores dejaban de hacer su propio plantín y lo compraban ya listo para el trasplante. A la par, los David comenzaron a cultivar algunos vegetales y albahaca, que, bajo la cubierta, se podía obtener no sólo en verano, sino también en primavera y otoño, fuera de temporada.
Para fines de los ’90 ya tenían la mitad de la finca de 4 hectáreas con invernaderos y el resto, con malla antigranizo, porque un par de veces la piedra había arrasado con la producción. En esa misma época incorporaron el goteo y en 2007 compraron una computadora de riego, fabricada en la provincia, que permite automatizar la tarea y manejarla desde el celular.
Poco después, los contactó una empresa holandesa y les ofreció incursionar en los cultivos hidropónicos que ellos comercializan y así, en Finca El Sauce, se especializaron en lechugas salanova (que tienen 100 a 200 hojas, en lugar de las 20 a 30 de las variedades tradicionales).
A partir de entonces, comenzaron a trabajar con distintos sistemas hidropónicos: el NFT, en donde cultivan vegetales en caños plásticos rectangulares; las balsas flotantes, que consisten en piletas de 50 metros de largo y cuatro de ancho, sobre las que se colocan bandejas con las plantas y en donde puede haber unas 4 mil plantas de lechuga (en cada una); y la acuaponia, que combina el cultivo en agua con tanques que contienen truchas arco iris y un filtro biológico –con bacterias- que convierte el amoníaco de las heces de los peces en amonio, que sirve de fertilizante nitrogenado.
Además, tienen un sector con macetas de diez litros, con un sustrato de fibra de coco (la parte externa que, de modo similar a la nuez, tiene el fruto en la planta) y orujo agotado, en donde plantan tomates, pimiento, berenjenas y ajíes. Si bien estos también se alimentan de los nutrientes en el agua, necesitan que las raíces puedan enredarse en esa base y quedar resguardadas de la luz.
Sobre las ventajas de la hidroponia, Alejandro resumió: “En esta finca de cuatro hectáreas producimos lo que obtendríamos en una de 20 a campo abierto, y con mucho menor uso de agua”. Añadió que, cuando empezaron a cultivar en la finca, la vertiente sólo les permitía regar una hectárea y media, una vez por semana. Hoy riegan las cuatro todos los días durante 4 horas y les sobra el recurso.
La planta en el suelo, añade, tiene malezas, bichos, enfermedades, exceso o falta de humedad, mucho sol; lo que la estresa e impacta en la calidad del fruto. En cambio, en el invernadero, recibe agua todo el tiempo y sólo pueden sobrevivir algunos insectos pequeños, que se capturan en su mayoría con trampas cromáticas. Ahora, además, están probando con ozonizar el agua de las lechugas, para no tener que usar químicos para limpiar las piletas.
A la finca en Guaymallén sumaron otra en Lavalle, donde cultivan aquellas especies que no se pueden hacer bajo invernadero ni malla, como repollitos de Bruselas, radicchio rosso o alcauciles de colores. También, mini sandías sin semillas y mini melones, ideales para familias pequeñas y que, además, caben en un plato. Allí, el 40% de la energía que utilizan para el riego por goteo proviene de paneles solares y tienen planeado hacer lo mismo, este año, en El Sauce.
Los David venden las más de 30 verduras diferentes –incluidos mini berenjenas, mini pimientos de varios colores y otros dulces, y mini pepinos- en el Mercado Cooperativo de Guaymallén, envían la mercadería “desde el Chaco hasta Ushuaia” y están por implementar el envío a domicilio.
Para lograr una buena rentabilidad, Alejandro planteó que producen, embalan y venden ellos mismos, desde el arranque, y han ido invirtiendo en tecnología y maquinarias. Hoy, su hermana Lorena, su cuñado Javier y su hija Magalí, trabajan en el área de ventas, junto con Guillermo. Su esposa, Liliana, se encarga de los plantines y otra de sus hijas, Lucía, está desarrollando las ventas a domicilio. Él, está al frente de la agricultura general de la finca y su mamá, Beba, atiende, desde hace 40 años, una verdulería en Dorrego.