El sector agrícola en Mendoza no es sólo la producción primaria, sino las empresas que brindan bienes y servicios para tener un agro de mayor nivel. En ese sentido, es interesante destacar el surgimiento de nuevas empresas con el apoyo de entidades públicas como el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) o el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), con emprendimientos agrícolas que empiezan a dar sus frutos.
Desde 2016, el IDR posee una incubadora, como se llama a los espacios que ayudan a dar forma a proyectos de negocios o a impulsar empresas que están en sus primeros pasos. Silvina Morales, parte del Área de Gestión de Proyectos de la entidad, comentó que este año se sumó una nueva camada de 22 emprendimientos, acompañando en total más de 70 proyectos.
“Trabajamos con talleres de capacitación. La idea es que para agosto puedan tener formulado un plan de negocios y que con eso puedan acceder a planes de financiamiento”, comentó Morales. Por mencionar algunas ideas nuevas, hay personas que tienen ganado vacuno en el Este de Mendoza y en Tunuyán, y plantean, a través de hidroponia, hacer un alimento más nutritivo que esté disponible durante todo el año.
Un proyecto distinto es sobre el cuidado de los cultivos, comenzando con defensa para heladas e incluyendo fertilización, de manera de ofrecer un kit completo al productor. Otra idea busca trabajar con viveros para impulsar el arbolado de Mendoza, promoviendo plantas nativas en vez de traerlas de otras provincias. Un último ejemplo es un taller metalúrgico especializado en el armado de viveros para cultivo hidropónico.
En cuanto a proyectos apoyados por la Incubadora de Emprendimientos IDR que actualmente son una empresa, está La Lombriz Urbana, que comenzó en 2017 y hoy elabora y vende bioinsumos agrícolas elaborados con residuos orgánicos. Fueron mejorando sus procesos de compostaje y sumaron otros servicios como análisis de suelo y asesoramiento.
En el caso de Frutipack, el proyecto nació en General Alvear con la idea de remplazar el envase en lata del durazno industrializado en cubos. Avanzaron en la parte comercial de ese producto y terminaron sumando otras frutas cubeteadas como manzana y membrillo en envases pequeños, incorporando más maquinaria. Otras empresas de ejemplo son elaboradores de cerveza artesanal, de aceites de oliva virgen extra o de mermeladas.
Entre ensayos y microscopios
Dentro de la Estación Experimental Agropecuaria Mendoza del INTA (en Luján de Cuyo) hay dos empresas que fueron incubadas por esta entidad pública. A la fecha continúan trabajando dentro de sus instalaciones, y aseguran que la relación representa un beneficio para ambas partes.
Por un lado está Biovin SA, un laboratorio de servicios especializados en microbiología enológica. Su presidente, Paola Falconi, comentó que después de años de estudio en el ámbito académico decidieron formar una empresa sobre microbiología en 2011, y fueron avanzando de a poco para armar un convenio con el INTA y utilizar sus instalaciones.
Biovin se constituyó como una sociedad anónima de dos personas en 2013, “una sociedad de a dos”, y con el paso del tiempo fueron creciendo, sumando personas (hoy son 7) y en 2018 certificaron normas de calidad. “La certificación fue un desafío, pero nos posicionó en mercados exigentes porque no todos los laboratorios de la provincia están certificados”, comentó Falconi, quien además de ser la titular es la responsable del área Calidad.
Por el otro lado está Qualab, un grupo de expertos en biología que trabajan junto al Laboratorio de Fitovirología del INTA. Su origen se remonta a que ese laboratorio recibía demasiados pedidos de servicios por parte de los productores, entonces surgió Qualab como una empresa privada para escalar a nivel industrial esa prestación y darles respuesta.
Estefanía Eichler, jefa de Laboratorio de Qualab, comentó que la naciente empresa firmó un convenio de transferencia tecnológica con el INTA, bajo la idea de transferir esos conocimientos al sector agrícola. “Además, si el productor tiene alguna duda o necesidad particular nos la comunica, nosotros la comentamos al INTA y analizamos la situación. Hay un gran beneficio en trabajar juntos, nos potenciamos”, explicó.
Incluso, desde que se generó Qualab, el laboratorio del INTA aumentó el número de publicaciones científicas y la empresa recibió cada vez más muestras para analizar. Hoy se presentan como el único laboratorio acreditado por el Instituto Nacional de Semillas (Inase) para certificar plantas libre de virus.
Falconi coincidió con el valor de haber crecido acompañados por la entidad pública: “Es muy importante tener idoneidad en lo que uno hace. Es el camino que hemos recorrido con el INTA y es lo que hace que tengamos un diferencial”. En 2018 volvieron a certificar calidad, algo muy difícil siendo una micropyme y planean continuar en esa línea.
Una política a largo plazo
Silvina Morales comentó que la idea del IDR es continuar con este tipo de desarrollos, e incluso han conformado un Consultorio IDR Pyme para apoyar a proyectos de negocios que hoy son empresas. En ese espacio, se plantean distintas temáticas, por ejemplo certificación de marca, y a través de un especialista brindan respuestas o comparten experiencias.
“La idea es seguir. Estamos en pleno trabajo con los 22 emprendimientos que están iniciándose con la incubadora y fortaleciendo a las que ya vienen con nosotros desde antes con el Consultorio IDR Pyme”, comentó esta técnica del Área de Gestión de Proyectos de la entidad.
Por su parte, Claudio Galmarini, director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA, afirmó que la incubación de empresas es “una de las formas de vincularse con el sector productivo y con la sociedad. Lo consideramos como algo prioritario”. Si bien el INTA brinda servicios, su capacidad es limitada por temas de infraestructura y personal, y para Galmarini es interesante que emprendedores jóvenes puedan escalar las soluciones.