Las 10 plagas de Mendoza: desde “hormigas cortadoras” hasta la “podredumbre morena”, ¿de qué se trata?

Así como “las plagas de Egipto”, la Mosca del Mediterráneo y la Polilla de la vid son solo algunos de los problemas que enfrenta el campo local, además de las contingencias climáticas. Cómo se las combate desde cielo y tierra.

Las 10 plagas de Mendoza: desde “hormigas cortadoras” hasta la “podredumbre morena”, ¿de qué se trata?
Lucha conta la Lobesia Botrana o polilla de la vid.

Cuenta la tradición religiosa que en Egipto, en la época de Moisés cuando los hebreros eran esclavos, se dieron las “10 plagas”, que incluyeron desde una invasión de ranas y moscas hasta una lluvia de fuego y granizo. Más cerca en el tiempo y en el espacio, se pueden enumerar algunos cuantos inconvenientes para la agricultura de Mendoza, y cómo algunos profetas/técnicos ayudan a sortearlos.

Una plaga muy conocida es la llamada Mosca del Mediterráneo (Ceratitis capitata) que afecta a más de 40 especies de plantas, sobre todo frutales de carozo, pepita y hortalizas. Desde el Iscamen explican que el gusano o larva de la mosca va comiendo la pulpa hasta que la fruta cae del árbol, y su presencia implica el cierre mercados extranjeros como Estados Unidos, México, China y Japón.

Para combatirla, una técnica es la del “adulto frío”: se liberan insectos estériles “dormidos” desde un avión, que al despertar intentarán reproducirse y no generarán descendencia. Incluso, en la bioplanta del Iscamen se producen 250 millones de machos estériles para Mendoza, Patagonia, Chile y Bolivia. Tras mucho trabajo, los oasis Sur y Valle de Uco de Mendoza están declarados como libres de Mosca del Mediterráneo y los del Norte y Este tienen el estatus de “baja prevalencia”, un nivel muy bajo que permite la comercialización.

La segunda plaga de esta lista es la Lobesia botrana, también llamada “Polilla de la vid”, que llegó a Mendoza en este nuevo siglo. Para 2019, se había llegado a erradicar el 95 % de la plaga, pero las ideas y vueltas respecto a los fondos hicieron decaer la lucha y el insecto retomó fuerza. Para combatirlo se usan feromonas que lo confunden a la hora de reproducirse, al igual que se hace con otras polillas como Carpocapsa (ataca a frutales de pepita) o la Grafolita (a frutales de carozo).

Además de esa confusión, para combatir la Lobesia también se deben aplicar curaciones. Aquí una dificultad está en que una finca puede ser fumigada, pero si la finca vecina se abandonó y no se fumiga, será un foco de nuevos insectos. Si los hebreos trabajaron con sus líderes para evitar las plagas, aquí se busca coordinar entre entidades y productores, además de realizar fumigaciones en avión para abarcar mayores áreas.

Hay un tercer insecto que afecta a Mendoza y al resto del país: las hormigas cortadoras, declaradas como plaga en 1907. Curiosamente, uno de sus “deberes naturales” es proteger al ambiente de plantas invasoras, que en el caso local sería la vid. Un estudio del Conicet dirigido por Emilce del Valle Amatta, en Finca Las Moras, analizó que podían generar pérdidas del 71% en números de racimos, 57% en volumen (cm3), 53% en peso y 47% en número de bayas.

Para combatir las hormigas era común usar compuestos químicos en base a Clorpirifós y Fipronil, pero este año la prohibición del primero y la restricción del segundo han puesto en alerta a varios productores. Algunas opciones son utilizar productos de tipo biológico que ayudan a controlar a la hormiga y matar al hongo del cual se alimentan, así como cavar hasta encontrar el nido (si el terreno lo permite) o incluir otras plantas que corten las hormigas, para disminuir la presión sobre la vid.

Cómo controlar peronospora y podredumbre de los racimos
Cómo controlar peronospora y podredumbre de los racimos

Cuidado con la humedad

Siguiendo con la mención de dificultades para el agro mendocino, una cuarta “plaga” son los hongos que producen la llamada “podredumbre seca”, con el hongo Botrytis cinerea como el más agresivo y predominante. Las condiciones óptimas para este ataque se dan cuando las temperaturas aumentan, las lluvias son más frecuentes, la humedad relativa es superior al 90% y ya hay presencia de azúcar en baya (10 ºBrix).

Las consecuencias enológicas son pérdidas importantes de producción, modificación química de la baya y vinos inestables. Para prevenir y controlar, los técnicos sugieren aplicar diversos fungicidas antes del cierre del racimo, comienzo de envero y cuando las condiciones climáticas predisponen el desarrollo de la enfermedad.

En la vid también está la podredumbre ácida, aunque ahí intervienen bacterias acéticas, levaduras e insectos como la “mosquita del vinagre” (Drosophila melanogaster).

Si estos afectan a las viñas, la sexta “plaga” son las enfermedades que afectan a los frutales. Una en base a hongos es la llamada “Mal de munición” o “Viruela holandesa”, que se ve como si hubieran disparado la hoja con una ametralladora. Otra es el “Torque del Duraznero” (que también se puede ver en damasco, almendro y cerezo), que produce una abolladura de las hojas: ellas se empiezan a enrollar y crecen en forma despareja, lo que debilita la planta y la predispone a otras enfermedades.

Dentro de esta categoría, se puede mencionar un séptimo problema, la “Podredumbre Morena” causada por el hongo Monilia, que ataca a durazneros, cerezos, manzanos y perales, y hace que en los frutos verdes o maduros aparezcan manchas pardas, con una podredumbre blanda.

Una última enfermedad micótica es el Oidium o polvillo blanco en Duraznero, también llamados hongos del desierto, como si fueran algodoncitos en las hojas. Manchan los frutos y baja su valor comercial.

Foto: Claudio Gutierrez /Los Andes
Foto: Claudio Gutierrez /Los Andes

Las “plagas” climáticas

Si bien la definición de plagas se refiere a una colonia de organismos animales o vegetales, para volver al inicio de la nota es interesante nombrar dos problemas graves (no divinos, sino climáticos) que afectan a la producción local. Es así que una novena “plaga” para Mendoza serían las heladas, que durante el año pasado hizo sentir su rigor en las heladas tardías de octubre, afectando a las cosechas de frutales de carozo como durazno y ciruela.

Este año se dieron heladas importantes en las madrugadas del 14 y 15 de setiembre y del 3 y el 4 octubre. Las últimas fueron graves en el sur: el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) habla de entre un 50 % y 90 % de daño en la ciruela para industria en estado de fruto pequeño recién cuajado. La defensa ante esta contingencia es el combate pasivo y activo, por ejemplo con riego subarbóreo, y quienes lo aplicaron en la última helada registraron daños de entre un 10% y 20%.

Finalmente, no se puede evitar nombrar es el granizo. Según los datos de la Dirección de Contingencias Climáticas, estos glóbulos de hielo dañan al 100% en promedio a 7.671 hectáreas productivas de Mendoza por año (considerando desde 2010 hasta 2021). Es un fenómeno muy variable según el año y se puede ejemplificar con la caída en viñas: en promedio se afectan al 100% unas 7.671,2 ha, pero en la temporada 2018/2019 fueron 8.483,6 ha, en 2019/2020 fueron 3.865,2 ha y en 2020/2021 fueron 4.625,7 ha.

El 1 de octubre se inició oficialmente la Campaña de Mitigación de Granizo 2021-2022, pero radaristas, pilotos y mecánicos ya mantenían guardias de emergencias en la IV Brigada y en el Aeropuerto de San Rafael desde el 15 de setiembre. Además, se insiste a los productores para que instalen mallas antigranizo, y el Fondo para la Transformación y el Crecimiento dispone de una línea de crédito específica. Una muestra de que a las plagas se les debe hacer frente desde la tierra y el cielo.

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