Según datos de la ONU, desde 1990 el mundo ha perdido 178 millones de hectáreas de bosque, un ritmo de deforestación que fue desacelerando en los últimos 30 años debido a las políticas activas que han implementado algunos países en esta materia, optando como vía por el incremento de la superficie forestal (plantación de nuevos ejemplares) y por facilitar la expansión natural de los bosques. En el caso de Mendoza, la pérdida en los últimos diez años de sus hectáreas forestales ha sido del 40%.
El estado global de los bosques fue el punto de partida para el debate que se planteó en Mendoza durante la quinta edición del Congreso Forestal Argentino y la octava de su versión latinoamericana, en el Centro de Congresos y Exposiciones Emilio Civit, de Ciudad. Desde el lunes al miércoles se realizaron más de 20 eventos en simultáneo, se desarrollaron nueve simposios de una jornada, se trabajó en 12 mesas temáticas y reuniones particulares. Se exploraron, entre otras aristas: la restauración ecológica forestal, la producción forestal sustentable y su cadena de valor.
Argentina actualmente posee una superficie de 1.301.768 hectáreas de bosques, que cubren en mayor medida las regiones mesopotámica y litoral, de acuerdo al relevamiento que ha realizado la Dirección de Desarrollo Foresto Industrial, organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Mientras que, en Mendoza, existen 7.269 hectáreas de explotación forestal, casi 3.000 hectáreas menos que las registradas en la última década. La superficie de explotación (con bosques de álamo, principalmente), se redujo cerca de un 40% porque muchos productores han optado por cultivos que ofrecen una recuperación más rápida de la inversión.
Argentina y Mendoza
La directora nacional de desarrollo foresto industrial, la ingeniera forestal Sabina Vetter, presentó un detalle actual de la situación productiva y de reservas arbóreas que posee nuestro país. Para esta Magister en energías renovables, el sector maderero tiene un nuevo escenario que afrontar, que es el cambio climático. “En este contexto, el sector puede ser protagonista porque tiene un gran potencial, porque el desafío está puesto en cómo conservar nuestros bosques y a la vez mejorar la calidad de vida de la gente, porque es un gran motorizador de trabajo”, señaló.
Vetter explicó que del 1.301.768 de hectáreas de plantaciones forestales, el 60% (763.944 ha) corresponden a variedades de pinus concentrados principalmente en la región mesopotámica; el 25% (320.515 ha) a eucaliptus y un 6,32% (80.028 ha) a ejemplares de sauces y álamos. En tanto que un 3,08% (30.987 ha) corresponden al cultivo para el enriquecimiento de los macizos nativos y estas últimas son las plantaciones que están promocionando enmarcadas en las categorías para los bosques nativos. Argentina tiene aproximadamente 53 millones de hectáreas de forestación autóctona.
La funcionaria aclaró que la rotación de las especias, por sus características agroecológicas, parte desde los 9 a los 15 años en el caso del eucaliptus y entre los 16 y 20 años para el pinus. Agregó que esta rotación (por crecimiento) está ligada al destino industrial que va a tener cada plantación. En cuanto el rendimiento por hectárea es de 35 y 50 m3 por año en el caso del eucalipto, de 20 m3 anuales para el pinus y las salicáceas, de 15 a 18 m3 para las araucarias.
En lo que se refiere a Mendoza, según datos de la Dirección Foresto Industrial, la totalidad del tejido boscoso (7.269 hectáreas) en nuestra provincia está bajo riego. De las cuales, 6.190 hectáreas son cultivadas en macizos y 1.106 hectáreas en cortina (perímetro de campos).
En cuanto a las variedades, los sauces y álamos representan el 93% de las especies cultivadas (6.834 ha), mientras que el grupo de las especies nativas representa casi un 5% (396 ha), y menos del 1% son eucaliptus (38 ha).
La mayor concentración de plantaciones productivas la tiene el departamento de Tunuyán con 1.917 ha, seguida por San Rafael con 1.490 ha y San Carlos 1.443 ha. En el oasis norte, los principales productores forestales son Las Heras (474 ha) y Lavalle (396 ha); mientras que en el Este lo son General Alvear (468 ha) y Santa Rosa (390 ha). Mientras que la hora de hablar de las reservas de carbono orgánico, 358 (Gg Cos).
Retomando el aprovechamiento de los árboles para el sector industrial, Vetter mencionó que la poda “cumple con dos objetivos esenciales, el primero es entregar a la industria una madera libre de nudos, de mejor calidad y rendimiento; el segundo es aumentar la distancia entre los pastizales con la copa de los árboles como una medida preventiva contra posibles incendios”. La funcionaria también hizo referencia a las tareas de raleo de las plantas, explicando que la selección de los mejores ejemplares favorece el ingreso de luz y las condiciones sanitarias de toda la plantación, además de permitir combinar sistemas foresto-ganaderos para producir carne con una mejor huella de carbono.
Por último, al referirse a los usos de la madera, la directora de desarrollo foresto industrial puntualizó que el 75% de la materia prima es procesada en la industria del aserradero (para la construcción de casas y muebles), el 25% a la industria de la celulosa para la fabricación de papel y el saldo se exporta en rollos. En cuanto a los subproductos, como la viruta y el aserrín, la industria los transforma en biomasa para generar energía eléctrica.
Hacia el desarrollo de la economía verde
De acuerdo a estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a nivel mundial existen 4.060 millones de hectáreas de bosques, lo que en promedio equivale a 0,52 hectáreas de árboles por cada una de las personas en el planeta.
En otras palabras, para tener una real dimensión de su extensión, según lo publicado en el documento “Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020″, el tejido boscoso cubre casi 1/3 del total de la superficie terrestre. Concentrándose el 54% de los bosques del mundo en sólo cinco países: la Federación Rusa, Brasil, Canadá, Estados Unidos y China.
En ese contexto, la economía verde genera 7,5 billones de dólares (valor estimado) por el subconjunto de los servicios relacionados al ecosistema forestal.
“Tenemos la necesidad de utilizar más madera”, sostuvo Thais Linares-Juvenal, miembro de la Secretaría de Deforestación y Degradación Forestal, de la ONU. Para la brasileña, las cadenas de valor verdes son esenciales para contribuir a una economía con una baja huella de carbono: “Si queremos hablar de desarrollo sustentable, el primer mensaje que podemos dar es que necesitamos hablar de los bosques, de los desafíos del planeta y de la gente que vive en el campo, porque es allí donde encontramos las mayores tasas de pobreza”.
Para esta especialista, hay que trabajar para la gente que está en el campo, porque son el primer eslabón de la cadena de valor de la madera, destacando que la actividad aporta 1,5 billones anuales a las economías nacionales. Enfatizó además que el 95% de la población rural a nivel mundial vive a menos de cinco kilómetros de un bosque y que el sector forestal en su conjunto genera 33 millones de empleos. Mientras que, al referirse al impacto, destacó que “el sector forestal puede ser un vector de desarrollo para una economía sostenible”.
Frente al alto consumo de recursos naturales y la demanda, que se calcula que para 2060 se duplicará, Linares-Juvenal hizo hincapié en que se deben encontrar alternativas renovables: “Sabemos que se proyecta un 37% de incremento en el consumo de los productos madereros (porcentual asociado a un status quo) y no sólo tenemos que producir más para satisfacer la demanda, tenemos que partir de una economía más sustentable, elevando el desarrollo de las comunidades. Necesitamos hablar de una expansión del bosque para atender la demanda, de pensar en una producción para un consumo sostenible y que mitigue la huella de carbono”.
Avances y gestiones del bosque
Jaime Nalvarte Armas, de la Asociación para la Investigación y Desarrollo Integral (AIDER), remarcó la importancia de la gestión del bosque en todos sus aspectos y la necesidad de generar valor agregado en el sector forestal. “En Perú tenemos 80 millones de hectáreas de bosque, de los cuales 20 millones están en manos de poblaciones indígenas”, destacó. Sobre esta experiencia contó que en el año 2.000 cuando comenzaron a trabajar con la comunidad nativa, vendían un árbol en píe –que demora 40 años en su crecimiento- en 20 dólares aproximadamente, pero que, con el agregado de valor, actualmente por el mismo árbol están ganando alrededor de 1.000 dólares.
Para el impulsor y hacedor del Congreso Latinoamericano Forestal en 1999, analizó: “En la medida que los recursos puedan ayudar a mejorar la calidad de vida de las poblaciones que vivimos en y del bosque, en y de los recursos naturales, el bosque es una fuente de vida”. Agregó que aún no se conoce el aporte que realiza el sector al producto bruto interno de un país, porque “el trabajo de los recursos forestales no solo es madera, el bosque es un conjunto de bienes y servicios, como el ecoturismo, es flora y fauna, agua”.
“Si no plantamos árboles en las zonas altas, no vamos tener agua para las partes bajas y estas grandes catástrofes que estamos viviendo es porque lamentablemente los gobiernos de turno no se han preocupado por hacer una reforestación o el manejo de las cuencas”, analizó Nalvarte Armas sobre la gestión del bosque y el cambio climático.
El Congreso Forestal Argentino y Latinoamericano
En el Centro de Congresos y Exposiciones Emilio Civit, desde el lunes al miércoles pasado, se desarrolló el Congreso Argentino y Latinoamericano Forestal bajo el lema “El rol vital del bosque en tiempos complejos y cambiantes”. Fue convocado por el gobierno de Mendoza, la Universidad Nacional de Cuyo, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Asociación Forestal Argentina (AFOA) y el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
Participaron disertantes internacionales de reconocida trayectoria, empresas, universidades, miembros de entidades de diferentes áreas del gobierno nacional y provincial. Abarcaron una nutrida agenda que se explayó, entre otros temas, sobre la actividad forestal y su cadena de valor, la bioeconomía, las consecuencias de la deforestación y los efectos biofísicos en el clima. También, sobre incendios forestales y los aportes de la actividad forestal a la sociedad.
Entre las mesas de trabajo, se profundizó en temáticas como la restauración ecológica forestal, el bosque nativo y la articulación del sector público y privado para generar valor en el sector maderero de Mendoza.