Por Clarín Rural especial para Los Andes
El maíz viene ganado terreno desde hace cinco años. Y en esta campaña que se encuentra en la recta final, bajó del podio a la soja. Con el 87% recolectado, se estima que se cosecharán más de 55 millones de toneladas, contra 50 M/tn de la oleaginosa, según datos del Ministerio de Agricultura de la Nación. Sin embargo, el contexto global y nacional, más un pronóstico de Niña débil que augura escasez de lluvias, conspiran contra la posibilidad de que el cereal mantenga su título. Y aunque el margen de rentabilidad del maíz de primera supera al de la soja, ya se estima que la superficie del cereal caerá un 10% en la próxima campaña.
l área sembrada con este cultivo “ha presentado una notable tendencia creciente en el quinquenio 2014/15 a 2019/20, cuando subió de 4,5 a 7 millones de hectáreas, la segunda mayor superficie sembrada de la historia”, indicaron desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Considerando un rinde promedio a nivel nacional de 8,2 tn/ha, la estimación de cosecha de la entidad para esta campaña es de unos 50 M/tn, con lo cual quedaría detrás del récord del 2019.
El proceso de expansión del maíz en Argentina estuvo apalancado por la reducción de los derechos de exportación y acompañado de la incorporación de más y mejor tecnología, lo que permitió incrementar la producción de 30,7 a 50,6 M/tn de grano comercial en cuatro campañas, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA). En ese período, “el área sembrada creció 61% y la producción 63%. Así, luego de 23 años el maíz superó a la soja”, indicó Agustín Tejeda, gerente de Estudios Económicos de la entidad.
En 2019 las exportaciones de maíz fueron de 6.600 millones de dólares, lo que representa un aumento del 60% respecto de 2015. Además, el Producto Bruto del cultivo creció un 47% (US$ 12.440 M) y la recaudación fiscal un 77% (US$ 2.960 M) durante ese lapso.
“La cadena de maíz ha tenido un crecimiento impensado en los últimos cuatro años. Ahora, el desafío para seguir creciendo es la transformación de los granos en productos con mayor valor agregado”, señaló Tejeda. Hay que tener en cuenta que, actualmente, más de la mitad de lo producido se exporta como grano.
El beneficio de una mayor incorporación de la gramínea en las rotaciones no es solo económico sino también agronómico y ambiental ya que permite interrumpir naturalmente los ciclos de malezas, plagas y enfermedades y además, aporta gran cantidad de rastrojos al suelo, favoreciendo a la estructura biológica, física y química del mismo. También favorece una mejor infiltración y almacenamiento del agua. Asimismo, el cultivo ofrece numerosas posibilidades de transformación en subproductos y derivados que favorecerían la creación de empleo y desarrollo local.
Ese quedó reflejado en el reciente Congreso de Maizar (la asociación del Maiz y el Sorgo argentino), cuyo presidente, Alberto Morelli, destacó que “el año pasado, el complejo maicero, incluyendo las cadenas de carne bovina, aviar y porcina, y la de lácteos, aumentó sus exportaciones más de 37% frente al 2018, siete veces más que las exportaciones totales de la Argentina (5,4%). Las divisas por esas exportaciones, que fueron a 150 países, generaron más de 10.600 millones de dólares, casi el 16% de todo lo que despachó el país.
Los múltiples productos agroindustriales que derivan del maíz y del sorgo generan más de 735.000 puestos de trabajo distribuidos equitativamente en la mayoría de las regiones del país”, por lo que estas cadenas pueden verse como las más federales de la Argentina.
Por su parte, Tejeda Rodríguez, presidente del congreso Maizar 2020, pintó el contexto: "Esta crisis desembarca en una problemática estructural: la disponibilidad de tierra, agua y combustibles fósiles es cada vez más limitada, y estos recursos ya no pueden utilizarse sin restricciones. Por su vínculo con el ambiente y los recursos naturales, sus efectos multiplicadores en la producción y el empleo, su extensión territorial y su impacto social, el sector agroindustrial tiene un papel trascendental en la salida de la crisis actual y el tránsito hacia el desarrollo sostenible".
Usos y destinos
¿Dónde, cómo y con qué finalidad se hace maíz en Argentina? Casi finalizando la cosecha de maíz, la BCR estima que el 67% del grano comercial, 33,5 M/tn, tendría como destino el mercado externo; un 25%, 12,5 M tn, se utilizarían para forraje, residuo y semilla; mientras que la industria absorbería alrededor de 3,8 a 4 M/tn, 1,7 M/7tn para producir etanol y otros usos del alcohol etílico y 2 M/tn irían a molienda seca y húmeda.
De acuerdo a la BCR, en la campaña actual, un 36% del maíz para forraje se destinará a la producción avícola, un 35% a la de carne vacuna, el 17% se utilizará como insumo en tambos y el 12% en la producción de ganado porcino.
Por otro lado, la industria maicera absorbería más de 3,8 M/tn, de los cuales la producción de etanol explicaría más de 1,5 M/tn. Para molienda húmeda (se obtiene almidón, aceite y jarabe de maíz, entre otros subproductos) se usaría 1,7 M/tn de grano; para molienda seca (se obtienen copos de maíz, sémolas y harina), 0,2 M/tn y 0,7 M/tn iría a otras industrias relacionadas. En tanto para uso como semilla, la BCR prevé que se destinen 0,2 millones de toneladas.
En cuanto a distribución regional, Córdoba produce el 38 % del volumen total del cereal, seguida por Buenos Aires, con el 25% y Santa Fe, con el 15%.
De acuerdo con la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), en los últimos 5 años el área maicera de esa provincia creció 69% con una superficie cosechable de 2,5 millones de hectáreas y una producción de 21,2 M tn para esta campaña. “Hace 10 años, por cada hectárea de maíz había 4 de soja; en la última campaña, hubo 1,5”, informaron desde la entidad. Córdoba se ha constituido en un polo bionergético, concentrando 4 de las 6 plantas de generación de etanol de maíz del país, transformando allí 1 M/tn de grano en biocombustible.
La producción de semillas de maíz se concentra en la Zona Núcleo, alrededor de las localidades bonaerenses de Rojas, Salto y Pergamino y de la santafesina Venado Tuerto, aunque también se producen semillas con adaptaciones ambientales específicas para la producción de maíces tropicales en Salta y Catamarca. Híbridos simples, dobles, triples, forrajeros, choclo dentado, choclo dulce, choclo blanco, pisingallo y otros, son algunas de las versiones registradas en el INASE (Instituto Nacional de Semillas).
Entre las particularidades de este cultivo, Entre Ríos, provincia líder en producción aviar, consume todo el cereal que cosecha e incluso importa grano con destino a alimentación de pollos. Por su parte, Santa Fe, transforma gran parte del maíz producido en la provincia en alimento para los rodeos de sus cuencas lecheras. En tanto, el consumo de grano de maíz para alimentación de ganado bovino y porcino está más extendido y distribuido en distintas provincias del país.
Entre las provincias con menor producción de maíz, La Pampa, con una superficie de 540.000 ha, destina un 32% a consumo animal. En Santiago del Estero se siembran 607.300 ha de las cuales un 6% van a forraje. Y San Luis presenta una superficie de 391 mil hectáreas de la gramínea, un 29% destinado a consumo animal y un 71% a la cosecha de granos.
“El maíz se ha convertido en el cultivo más federal, abriendo la posibilidad de clusters de desarrollo territorial pero transformamos relativamente poco del maíz que producimos; hacen falta incentivos y apertura de mercados”, advirtió Tejeda. “La biomasa viaja mal: el grano es barato y el transporte de ese grano es caro. Si la única salida es el puerto, las producciones más alejadas de las terminales se ven desfavorecidas”, agregó.
Perspectivas
La demanda de maíz fue muy afectada por la pandemia, ya que se trata de un cultivo energético y en este contexto, el consumo de biocombustibles tuvo una fuerte caída, así como su precio. Asimismo, hubo una gran cosecha a nivel mundial, abultando la oferta y deprimiendo su cotización. Eso, sumado a la incertidumbre económica en Argentina, inhibe la expansión del cultivo en la próxima campaña.
“Ya la campaña 19/20 marcó un estancamiento con respecto a la de 18/19 porque la superficie sembrada no aumentó de una a otra. La primera parte de la precampaña fue muy buena en cuanto a precios internacionales y muchos productores apostaron al maíz temprano. Pero luego, con los resultados de las PASO (Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) y el resurgimiento del temor por un incremento de las retenciones, sumado a que el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) emitió un reporte de una producción mucho mayor para el maíz, hicieron que cayera fuertemente el área destinada a los cultivos de segunda”, explicó Tejeda.
Maíz pisingallo: una especialidad argentina
En el país se siembran entre 45.000 y 60.000 hectáreas de maíz pisingallo, según los años, con un rendimiento promedio de 4 tn/ha, de acuerdo a la Bolsa de Cereales de Córdoba. Aunque ha bajado su producción, la Argentina es el primer exportador mundial y es formadora de precios. El pisingallo se cultiva de manera a similar al maíz convencional, pero rinde aproximadamente la mitad. Se utilizan híbridos simples, no modificados genéticamente. Actualmente, seis regiones concentran la producción: norte y sudeste de Buenos Aires, sur de Córdoba, sur de Santa Fe, norte de La Pampa, noreste de Salta.
El 97 % del maíz pisingallo producido en Argentina se vende al exterior, un promedio de 200.000 a 250.000 tn anuales en la última década. Mientras que en el mercado interno se consumen 5.000 toneladas.
De acuerdo a la Cámara Argentina de Maíz Pisingallo (CAMPI) la industria del pisingallo exporta más de US$ 100 millones a más de 100 países, tiene 1.250 empleos directos y el doble de indirectos, y 51 plantas industriales.
Argentina se ubica primera en el ranking de exportación de pop corn, con 220.000 toneladas; seguida por Estados Unidos, con 170.000; Brasil, con 75.000; Sudáfrica, con 40.000, y otros países con 18.000.
Mariela Vaquero