Muchas veces hemos escuchado que Argentina es una tierra de oportunidades. Aunque ya han pasado muchos años de los primeros inmigrantes que llegaron a esta tierra con esa idea, para el francés Jean Étienne Beaune eso no ha cambiado.
El empresario (aunque se autodefine como emprendedor), parte de la familia propietaria del grupo hotelero Accor, es actualmente el gerente general de Atamisque, uno de los proyectos del clan francés que incluye la bodega, el restaurante, los lodges y un desarrollo inmobiliario, todo ubicado en el departamento de Tupungato.
En el marco de la presentación de su línea de vinos personal, Abanicos, elaborado en conjunto con el enólogo Phillippe Caraguel, conversó con Los Andes acerca de cómo es invertir en Argentina, las complicaciones que deben enfrentar y su elección por la vitivinicultura, entre otros temas.
- ¿Cómo llegó la familia a instalarse en Argentina e invertir en el vino?
- La familia de mi suegra tenía viñedos en Borgoña y por parte de su madre hacían vinos de montaña en Suiza, pero con la división de la herencia ella se quedó con su marido en el grupo hotelero Accor, donde él era el presidente. Argentina tiene una imagen muy buena y hay algo de historia en común con Francia, con mucha inmigración. Entonces, al momento de la jubilación de mi suegro empezaron a buscar un lugar donde instalarse y compraron la finca 2005.
La primera inversión fue la bodega y la primera cosecha fue la 2007, principalmente con la mira puesta en la exportación. Después, decidimos hacer un lugar donde la gente pudiera acampar y un restaurante, que todavía sigue. Luego, por gusto de mi suegro, hicimos una cancha de golf. A eso siguió la posada y los lodges y posteriormente el desarrollo inmobiliario de Estancia Atamisque.
- ¿Por qué Argentina?
- Porque para un empresario extranjero está llena de oportunidades. Si hubiésemos querido hacer vino en Francia, no hubiéramos podido. En España o Italia es imposible. Acá, con un poco de ganas, pasión y amor, lo podés hacer, todo confiando en gente que lo sabe hacer, en todos los niveles de la empresa.
- Con tanta experiencia en otros rubros, ¿por qué apostaron por el negocio vitivinícola?
- La pasión. No soy ingeniero agrónomo ni enólogo, pero el vino te permite una expresión tan distinta. Hay un abanico tremendo, cuando se despliega hay una diversidad muy grande. El mundo es aprendizaje permanente, eso es lo que voy a hacer hasta mi último suspiro, y el vino me permite estar aprendiendo siempre.
- En 2021 estuvo entre los nominados a Empresario del año por Los Andes, ¿qué implica ser un empresario hoy en Argentina?
- Por encima del tema económico, que es bastante complicado en el país, un empresario debe ser responsable socialmente. Tenemos que confiar en la gente. Yo confío en el hombre y las mujeres que trabajan conmigo. Hay que trabajar sobre las capacidades que tiene cada uno, acompañarlos y estar incluso en momentos complicados. Si queremos lograr algo importante, hay que trabajar sobre la unión. Las cosas no se hacen en forma individual, es una combinación del conocimiento y la experiencia de cada uno. Hay que aceptar las diferencias, las opiniones distintas y escuchar los comentarios que a veces incomodan. Hay que aceptar que, por ejemplo, que el viticultor que riega la finca sabe más que yo.
Me ha tocado trabajar en África, la ex Europa del Este, India y otros lugares de Asia, donde compartí un montón de culturas y formas de trabajar distintas. Si uno está abierto de cabeza eso lo enriquece y le cambia la mirada.
- Habló de complicaciones en Argentina, ¿cuál es el escenario actual para los inversores?
- Creo que hay que tener fe y arrancar los proyectos con un grupo de profesionales capacitados. Hay que tener la capacidad de adaptarse porque, no solo Argentina, el mundo es muy dinámico. Hoy está el problema de las botellas, pero también hay una cadena logística que está fallando.
Hace más de una década que estoy acá y con el tema económico uno llega a pensar que el pozo no tiene fondo. Es algo que los argentinos saben y están acostumbrados. Si esta misma situación la ponemos en Europa, en dos semanas se caen a pedazos.
A veces, llego a sorprenderme de cómo hacemos negocios en el país con todas las trabas que tenemos. Seguro estamos en uno de los países donde más impuestos pagamos, pero todos los días hay empresas que crecen. Todas las ganancias que hemos generado las reinvertimos acá. No hay países que brinden todo lo que da Argentina.
- ¿Por qué dice que se identifica más como emprendedor que como empresario?
- Es que soy más emprendedor que empresario. Todas las historias de negocio comienzan con un encuentro de personas que comparten la misma idea y la misma pasión, con eso se puede hacer cualquier negocio. No es tan complicado, hay que tener cabeza y apoyarse en gente que sabe.
Se que en Argentina está la idea de que se necesita el dinero, pero no necesariamente es así. En muchos países se puede empezar con muy poco. ¿Cómo empezó el fundador de Apple? En un garaje. ¿Cómo empezaron un montón de bodegueros acá? Si bien arrancan con una bodega, muchos empiezan vendiendo su camioneta o con muy poco capital. No es solo un tema de dinero, sino también de ideas y de aceptar que otros pueden saber más que uno y apoyarse en ellos.
El problema es el ego, porque llega un punto en el que estamos todos iguales en la vida. La plata ayuda, pero no es el fin. Si me preguntas, mantener una bodega es un costo permanente, pero cuando sobrepasas el tema del dinero es algo muy satisfactorio.
Perfil
Jean Étienne Beaune (57) es un empresario francés y el gerente general de Atamisque. Luego de terminar el colegio, pasó cinco años en el ejército de su país, donde ejerció como militar en distintos países. Al finalizar su periodo en la milicia inició su formación en administración de empresas en escuelas de Francia y Estados Unidos.
Poco antes de recibirse, por su experiencia internacional, comenzó a trabajar en la exportación para una de las cooperativas francesas más grandes en la producción de tomate.
Su siguiente paso fue la dirección general del grupo hotelero Accor, uno de los más importantes del mundo, en Francia. Siempre dentro del grupo, desarrolló distintos hoteles en el norte de África, India (donde fue director general del país), Bulgaria y Argentina.