Inteligencia artificial: cómo puede revolucionar el campo de Mendoza

Después de un año donde la IA fue protagonista, la agricultura puede aprovecharla para mayor productividad, eficiencia hídrica y control de plagas. Los desafíos por superar.

La inteligencia artifical puede convertirse en una herramienta fundamental para optimizar el agro mendocino.
La inteligencia artifical puede convertirse en una herramienta fundamental para optimizar el agro mendocino.

La frase Inteligencia Artificial (en sus siglas, IA) fue una de las más repetidas durante el año pasado, al punto de que varios medios e instituciones definieron al 2023 como “el año de la IA”. Su uso se vincula mucho con el sector de los servicios y todo lo relacionado a la actual revolución digital, pero, ¿de qué se trata y cómo podría ayudar al campo mendocino?

En términos generales, la IA se relaciona a programas informáticos que ejecutan operaciones que se pueden comparar a las de una mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico. El año pasado se hizo muy famosa la “Inteligencia artificial generativa”, que, como indica su nombre, con instrucciones puede generar textos, imágenes u otros medios, aunque la IA es más abarcativa y tiene otras aplicaciones.

Volviendo a la agricultura, en Mendoza hace años gana fuerza la idea de poder medir y así tomar mejores decisiones. Para eso hace falta tanto conseguir los datos (con sensores, satélites, drones, etcétera), como poder analizarlos bien. En este último punto es donde entra en juego la IA y, si bien hay muchas deudas pendientes en cuanto a conectividad, las mejoras de los últimos años invitan a sumarse a esta revolución.

Aplicaciones prácticas

En el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) están avanzando con algunos trabajos con estas herramientas, por ejemplo, con un programa que reconozca fruta por imágenes y ayude a estimar las cosechas. Cecilia Fernández, técnica del IDR, comentó que hay dos ramas vinculadas: la IA y el llamado “Machine Learning” (aprendizaje de máquina), de manera de “enseñar” a un programa de computadora, por ejemplo, a detectar malezas.

“En el área de agricultura del IDR específicamente estamos, aparte de los pronósticos, tratando de generar un mecanismo de Machine Learning para detección de frutos y de esta manera poder automatizar algunos parámetros de medición de fruta”, detalló esta ingeniera agrónoma.

En la mirada de Fernández, este tipo de tecnologías pueden contribuir a que el campo local sea más eficiente: “Todo lo que es Machine Learning, inteligencia artificial o el llamado Internet de las Cosas es sumamente necesario e importante para ir creciendo en todo lo que es la mejora del manejo tecnológico de cualquier sector productivo”.

Julieta Carricondo es cofundadora de GAIA Consultora de Alto Impacto y es parte de una familia vitivinícola. Con años en el sector tecnológico, ella considera que hay muchas herramientas que podrían aplicarse en la agroindustria local, aunque cada una requiere de su inversión.

En cuanto a cómo aplicar la IA, Carricondo recuerda que “siempre ha habido un problema que es la detección de la Lobesia botrana”, también llamada polilla de la vid. Para ella, con drones se podría cubrir los campos, tomar imágenes y luego después (de manera digital) detectar si hay presencia de la plaga, sin necesidad de recorrer todo el viñedo en persona. También sería válido para otras plagas y para poder optimizar las fumigaciones.

Otra opinión es la de Fernanda Bonesso, CEO y cofundadora de Agrojusto, una empresa tecnológica vinculada al campo: “Creo que hay muchísimas oportunidades, que recién esto comienza, ya vimos una gran evolución en tan solo menos de un año, donde más se puso a disposición”. La IA ayuda a empresas que brindan servicios al campo y eso contribuye indirectamente, porque “se traslada en mejores servicios a costos más bajos para el productor”.

Bonesso, también parte de una familia de productores, llamó a seguir trabajando en la trazabilidad y cuidar el camino desde el campo hasta la mesa del consumidor: “Eso lo que permite es justamente darle propósito a la tecnología, ya que muchos productores han comenzado a mejorar sus procesos, siendo más responsables con el medio ambiente”.

La inteligencia artifical se puede aprovechar  para mayor productividad, eficiencia hídrica y control de plagas. - Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
La inteligencia artifical se puede aprovechar para mayor productividad, eficiencia hídrica y control de plagas. - Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Qué opina la IA

Una plataforma que dio mucho de qué hablar el año pasado fue “ChatGPT”. Por si usted no escuchó de ella, se trata de una página en internet (www.chat.openai.com/) que, tras pedir un registro, nos permite escribir y hacer preguntas de todo tipo. Para decirlo en términos simples, sería como el buscador de Google pero que, en vez de darnos enlaces a páginas web, nos da una respuesta elaborada, como si respondiera otro ser humano.

Si se quiere que funcione bien, es importante hacer las preguntas de manera completa. Para esta nota, se le preguntó si conocía Mendoza y cómo creía que la IA podría contribuir en su agricultura. De manera extensa, ChatGPT describió seis posibles beneficios: optimización de cultivos, monitoreo de cultivos, gestión del riego, predicciones de cosechas, automatización de maquinaria agrícola, y análisis de datos para la toma de decisiones.

En el caso de la gestión del riego, ChatGPT explicó que “algoritmos de IA pueden analizar datos climáticos, niveles de humedad del suelo y necesidades específicas de los cultivos” para proporcionar recomendaciones precisas sobre el riego. “Esto ayuda a optimizar el uso del agua, un recurso crítico en regiones áridas como Mendoza”, respondió.

Una herramienta similar es Copilot (en español, copiloto), que es la que utiliza Microsoft en su navegador Edge, lo que antes era Internet Explorer. Tras preguntarle si conocía a Mendoza y cómo podría contribuir esta herramienta a su campo, la plataforma respondió con algunos ejemplos de qué se está haciendo actualmente.

“La inteligencia artificial (IA) se está utilizando en la agricultura de Mendoza para ayudar a los agricultores a sembrar, regar, fertilizar y cosechar de manera más eficiente para ahorrar dinero y ser más sostenibles y competitivos”, señaló Copilot. Luego, dio algunos ejemplos en concreto, como un sistema de monitoreo para medir las condiciones del suelo y del aire, y con ello dar recomendaciones a los productores.

Otro ejemplo que dio Copilot, junto con un enlace a una noticia para saber más, es que el Iscamen en su lucha contra las plagas hace uso de “trampas inteligentes” que facilitan la obtención de datos y agilizan la toma de decisiones. Vale aclarar que las trampillas en sí no tienen IA, pero sí lo tiene el software que analiza los datos que se obtienen en ellas.

Además de ChatGPT y de Copilot, una tercera herramienta es Bard (https://bard.google.com/) creada por Google. Nos da tres respuestas a una misma pregunta y en cada una suma imágenes para ilustrar el tema, con el enlace de dónde salió. Al repetir la consulta que hicimos a las otras herramientas, las respuestas se asemejan con palabras como eficiencia y mejora, pero hace una mención especial al sector vitivinícola.

Tras afirmar que “la IA tiene el potencial de ser muy beneficiosa para la viticultura, que es una de las principales industrias de Mendoza”, Bard ejemplificó que se puede utilizar para analizar los datos de los viñedos y por ende producir vinos de mayor calidad. También se podrían automatizar tareas como la poda y la cosecha, y aprovecharla para monitorear plagas y enfermedades, de modo de reducir el uso de pesticidas.

“La IA aún se encuentra en sus primeras etapas de desarrollo, pero tiene el potencial de revolucionar la agricultura de Mendoza. A medida que la IA continúe desarrollándose, es probable que se utilice cada vez más en el campo de Mendoza para mejorar la eficiencia, la productividad y la sostenibilidad de la agricultura”, respondió Bard.

OpenAI picó en punta en la popularidad con “ChatGPT”.
OpenAI picó en punta en la popularidad con “ChatGPT”.

Los desafíos por delante

Las promesas de la IA son alentadoras, pero implican superar varios desafíos. Para Julieta Carricondo, la mayoría de los programas “se suelen diseñar a medida, y eso implica contratar a una empresa” y asumir un costo importante, más los drones o el hardware para captar los datos. Las estaciones meteorológicas podrían ser una buena opción para que un solo productor no cargue con todo el costo, explicó la cofundadora de GAIA.

Para Fernanda Bonesso, el mayor desafío está en la curva de aprendizaje, “en la inversión para romper patrones, romper hábitos y poder justamente demostrarles los beneficios a los productores”. Ya de por sí el sector primario enfrenta muchos desafíos con una baja rentabilidad y aprender nuevas tecnologías sería otro más. Además, para la CEO de Agrojusto no se debería cargar al productor con toda la responsabilidad.

Al preguntarle a ChatGPT por los desafíos, respondió que es fundamental garantizar el acceso de los productores, mejorar la conectividad en áreas rurales, y proporcionar programas sólidos de capacitación y educación para agricultores. “La integración efectiva de la IA con las prácticas agrícolas existentes, la adaptación a las condiciones locales y la consideración de aspectos regulatorios también son esenciales”, agregó ChatGPT.

Por su parte, Copilot señaló como primer desafío el hecho de que la IA “necesita grandes cantidades de datos para funcionar correctamente” y eso es difícil de obtener para pequeños productores. Otros obstáculos que señaló el asistente de Microsoft son el costo de implementación, la capacitación que necesitan los productores para poder usar bien las herramientas y la falta de accesibilidad en muchas áreas rurales.

Finalmente, Bard coincidió con los obstáculos ya mencionados y sumó que “los productores de Mendoza también deben superar desafíos culturales” ya que estas herramientas pueden cambiar las formas tradicionales de hacer las cosas. El sistema de Google también agregó recomendaciones, como asociarse con expertos y empezar con proyectos chicos para evaluar el potencial. El tiempo dirá si el campo mendocino se suma a la revolución digital.

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