La hidroponia es una técnica que permite el cultivo de plantas sin suelo. Aunque se trata de una técnica ancestral, todavía resulta novedosa en muchos sectores y comunidades. En Mendoza, desde hace algunos años que se comenzó a incursionar en este sistema de producción que permite utilizar un 80% menos de agua que la agricultura tradicional, pero su rentabilidad todavía resulta un desafío.
Por tratarse de un ambiente controlado, las plantas casi no se ven afectadas por las plagas y estas “labores en agua” (de donde viene la palabra hidroponia), permiten obtener un producto final limpio y con un sabor auténtico, porque no se encuentra influido por los sabores dados por el sustrato.
Las plantas se cultivan sin contacto con la tierra (aunque en algunos casos se puede usar sustrato), y, generalmente en piletas o tuberías que se colocan dentro de un invernadero. En la mayoría de los casos se incluye un líquido para suplementar los nutrientes que en el cultivo tradicional las raíces obtendrían del suelo.
Otro beneficio de la técnica es que permite optimizar tiempos. Según explicaron desde el Instituto de Desarrollo Rural (IDR), con esta técnica “una lechuga que, en el suelo demora de 70 a 90 días desde que se coloca la semilla hasta que se puede cosechar, en el agua está lista en 40 a 45 días”.
“La clave, detalla, es suministrar la solución nutritiva específica para el tipo de cultivo y para el estadío de la planta”, agregaron.
El avance de los cultivos
Actualmente, en Mendoza, la superficie destinada para la producción hortícola bajo esta técnica es de 20.000 metros cuadrados en la actualidad. La mayoría de los productores se dedican a la producción de todo tipo de lechugas y otras hortalizas de hojas como espinaca, acelga, etc.
Dentro de las producciones de frutos, se encuentra la frutilla, seguida de otros como tomates cherries, pimientos, etc.
Desde el organismo destacaron que también es interesante para la producción de forraje verde para engorde de ganado bovino, siendo un suplemento ideal a la hora de darles materia orgánica para el engorde de animales.
Del total de metros cuadrados, la mayor parte se encuentra en el Norte de la provincia (42%), en el sur está bastante extendido (33%), y le siguen el Valle de Uco (22%), y finalmente en el Este provincial, con el 3% del total.
El IDR divide a los productores por escalas, en media, pequeña y/o experimental: los de invernáculos de más de 1.000 metros cuadrados destinados a hidroponía, son de productores que se dedican a la horticultura a mayor escala, para ventas mayoristas. Los de menos de esta superficie, en general son de venta minorista y/o para consumo propio.
Experiencias locales
En San Rafael, uno de los exponentes de la actividad es Esteban Schiavino, de Green House hidroponia e invernaderos, quien se dedica sobre todo a la producción de hojas verdes, y también algunos frutos.
“Hace tres meses abrimos una verdulería boutique en donde se comercializan nuestros productos (Abasto)”, contó el empresario que lleva 25 años en el negocio, y al menos tres desde que se radicara en la provincia. “Teníamos una experiencia práctica en el sur, pero hace tres años que arrancamos en San Rafael, con un invernadero de 3 x 10 con 100 plantas. También teníamos fábrica de invernaderos, pero la pandemia nos obligó a cerrarla y decidimos ampliar con una nave más grande. Para el mes que viene, sumaríamos dos más para tener cinco”, sumó.
De acuerdo con Schiavino, la actividad es rentable, pero la inestabilidad del país complica la situación para las inversiones a escala. “Los insumos han aumentado hasta un 100% en cuatro meses. Más allá de que todo lo que compramos es en dólares, los precios superaron el incremento de la divisa, y una formulación por la que pagábamos $ 1.500 hoy supera los $ 3.000. El transporte cortado ha sido uno de los principales inconvenientes”, relata.
No obstante, la producción hidropónica tiene muchas ventajas por sobre la que se hace directamente en el suelo. “Utilizamos un 80% menos de agua para la misma cantidad de lechuga, y quien prueba ese producto no vuelve a consumir una de tierra. Es una planta limpia, sin bichos, con el sabor auténtico, y permite diferenciar una variedad de otra como no podría hacerse con ciertas plantas de suelo”, agregó.
En cuanto a los consumidores, Schiavino cuenta que el mercado es amplio. De 10 personas que acuden a su verdulería, ocho se llevan una planta hidropónica, y tienen clientes que exclusivamente buscan esos productos. “Tenemos espinacas baby, lechugas, y estamos armando todo para el verano, con tomates cherrys y comunes; ciboulette, aromáticas, y otras”, comentó y agregó que se trata de productos “tan diferentes en sabor que no se pueden comparar con las mismas plantas bajo otras técnicas de cultivo. Sería como comparar papas con naranjas”.
Para el productor, además de incentivos (créditos para hidroponia), se requiere de una regulación específica para la actividad, y con algunos referentes de distintas partes del país comenzaron a trabajar en ello. “Queremos sumar esfuerzos para unificar formas de trabajo y competir en igualdad de condiciones”, cerró.
El IDR destaca otros emprendimientos en la provincia, como puede ser el de Guillermo David y su hijo Alejandro, quienes venden lechugas hidropónicas en el Mercado Concentrador de Guaymallén, o José Luis Sánchez en General Alvear, quien también se dedica a la producción de hojas verdes y posee dos invernaderos de cuatro hectáreas cada uno.
En el Este provincial, concretamente en San Martín, Germán León utiliza la técnica para suplemento de engorde de ganado bovino (forraje).
Pequeña y micro escala
Otro ejemplo de Hidroponia es el que impulsan Victoria Maselli y Sofía Bortnic, con “sistemas verticales para hogares de oficinas”.
Según contó Sofía, en 2018 comenzaron a idear el proyecto. Gracias a un programa de incubación del IDR en 2019 lo lanzaron al mercado. “Se trata de llevar el cultivo a la zona urbana; que cualquiera cultive en su casa sin grandes necesidades de espacio”, indicó.
“Tenemos dos sistemas estandarizados: uno pequeño de siete plantines (40cm por 50 cm aproximadamente), que utiliza la técnica de raíz flotante, y puede tenerse en un departamento, siempre que se ubique cerca de una ventana con ingreso de aire y luz. Tenemos otro sistema más grande, de 24 plantines con la técnica de NFT o lámina nutritiva, que comprende cuatro líneas de caños de PVC y una bomba con timer para automatizar el proceso (1 metro de alto por 60 cm de ancho, y una profundidad de 50 cm). En ambos se pueden cultivar aromáticas, hojas verdes, frutillas, tomatitos, y otros cultivos de poco peso”, señaló.
Junto a su socia, Sofía instala los sistemas en los hogares y oficinas, proveen del sustrato que requieren las plantas, y explican a sus usuarios todo lo que deben saber para el correcto cuidado de las mismas. “El sistema es totalmente reutilizable. Una vez que se consumen las hojas, o la planta entera, se puede comprar otras de estación”, explicó.
En cuanto a los costos, van de $ 4.000 para un sistema pequeño a $ 20.000 para uno más grande (aproximadamente, porque muchos de los componentes están dolarizados). “Trabajamos a pedido, y también vamos a ofrecer cursos y capacitaciones para que cualquiera pueda iniciarse, con materiales que tenga a mano (Demetra Hidroponia en Facebook)”, cerró.