Mendoza es una de las principales provincias productoras de ganado caprino, junto con Neuquén y Santiago del Estero. Con su centro en Malargüe, aunque también en San Rafael y en Lavalle, este sector de 726.700 cabezas y 3.600 productores mendocinos presenta varios desafíos como la falta de agua, ataques de animales salvajes y la titularidad de la tierra. Muchos puesteros creen que, sin un cambio, será difícil mantener la actividad.
Para octubre de 2021, según datos del clúster ganadero, había 1.587 establecimientos y 3.138 personas trabajando en la ganadería caprina. Es parte de lo que se denomina “ganadería menor” junto con los productores ovinos (en la provincia hay 137.700 ovejas, 1.552 productores y 856 establecimientos ovinos).
Como se comentaba, el principal departamento caprino es Malargüe, donde se celebra cada año la Fiesta Nacional del Chivo. En 2019 se estimaba que ahí se criaban más de 445.000 de estos animales, por delante de San Rafael y Lavalle (cada uno con cerca de 110.000).
Natalia Arroyo, parte de una familia ganadera de Cabao El Payén, a 200 km de la ciudad cabecera de Malargüe, comentó que la falta de agua es un problema central, con lugares que antes eran una laguna y hoy están secos. Eso dificulta dar de beber a los animales y tener buenos pastos para su alimentación.
“Otro problema es el daño del zorro, el puma o perros salvajes, que nos deja a la mayoría sin animales. Acá no te permiten matar o correr a un puma. Si lo hiciera tendría que pagar una multa, porque están protegidos por los guardaparques”, describió la ganadera.
A eso se suma que la mayoría no han sido reconocidos como propietarios a pesar de haber vivido décadas en un lugar y que la ley provincial 6.086 (sancionada en 1993) planteaba un programa para lograrlo. “Después vienen terratenientes o personas de Buenos Aires diciendo que son dueños, aun cuando acá tenés personas que llevan viviendo más de 60 años”, criticó Arroyo. Con tantas dificultades, muchos hijos se mudan para estudiar y luego ya no regresan.
“A futuro no sé si continuará el trabajo de puestero, porque los jóvenes, al ver que los caminos son intransitables o la falta de agua… yo no sé cuánto tiempo más aguante la gente en el campo”, lamentó Arroyo, quien lleva a su hijas a una escuela en una ciudad. La ganadera no cree en promesas de políticos, pero espera que, tras tantos reclamos, se pueda solucionar el problema de la titularidad de la tierra.
Mejorar la comercialización
Ariel Villegas vive en Río Seco de los Leones, dentro de San Rafael, y también se dedica a la ganadería caprina. Dentro de las dificultades del sector, señala el “poco mantenimiento” de los caminos rurales, los ataques de pumas y zorros, y la falta de titularidad de la tierra. “El campesino no puede estar tranquilo en su tierra; a muchos los han sacado. Antes, en la zona teníamos una oficina de arraigo que ya no existe”, criticó este productor.
De todos modos, Villegas sostiene que el sector tiene potencial para seguir creciendo, porque, aun cuando muchos jóvenes se van del lugar y ya no regresan, aquellos que están decididos a seguir buscan distintas formas de crecer, ya sea mejorando la genética de los animales o la comercialización del producto.
Ahora, por ejemplo, ganaderos caprinos del sur venden a través del Almacén Campesino en Ciudad de Mendoza y el año pasado comercializaron cerca de 1.000 chivos de esa manera, de forma de acortar intermediarios. En un momento también se trabajó el cuero del chivo con una curtiembre de Maipú, como para mencionar formas de diversificar y dar valor agregado.
“También hicimos una experiencia de venta de cabras viejas a Dubai. Se juntaron como 7 mil cabezas, con la idea de exportar. Al llegar al puerto tuvimos un problema y debimos vender a través de un empresario, que no era nuestra idea original, pero salió bien”, agregó Villegas.
En cuanto a la cría de ovejas, se dice que antes había mucha cantidad pero disminuyó con el daño del puma y el bajo precio de la lana. “La oveja también se cría, aunque no tanto como los caprinos. Pasa que la oveja se vende como carne, como un cordero, pero la lana no vale prácticamente nada. Ni siquiera alcanza para pagar al esquilador. Los precios en los últimos años han sido muy bajos. En otros años no pasaba eso”, opinó el sanrafaelino.
Un gran potencial
Como se comentaba, Lavalle es otro departamento referente en la ganadería caprina, con cerca de 110 mil cabezas. Diego “Manota” Montón, secretario del consejo asesor de Fecocaf (Federación de Cooperativas Campesinas y Agricultura Familiar) comentó que ese departamento es uno de los centrales en producción caprina, pero que aún hay mucha informalidad y por eso buscan organizarse a través de cooperativas.
“Hay un atraso importante en el sector y casi no hay políticas públicas. Entonces, mucha producción caprina nuestra va a Neuquén o a Córdoba de manera regular y se le paga poco al productor”, señaló Montón. Es por eso que aprovechan el matadero frigorífico municipal de Lavalle y hacen la venta en lugares como el Almacén Campesino. Si bien el chivo es más consumido en las fiestas de fin de año, su idea es popularizarlo a lo largo del año.
En cuanto a los desafíos, el secretario de Fecocaf coincidió con los productores del Sur en destacar la escasez de agua y la falta de titularidad de las tierras. “Según el agua que cayó es la cantidad de materia verde que vas a tener en el campo y eso determina cómo será la producción. Tenemos una pequeña fábrica de alimento balanceado con la cual intentamos, con estos productores, que puedan suplementar la dieta”, ejemplificó.
Por lo referido a la titularidad, Montón reclamó que se aplique la ley provincial de arraigo (la 6.086) con el trabajo de un consejo regional que involucre a municipios y organizaciones de puesteros: “La ley planteaba ese consejo, pero no está funcionando. Para nosotros es importante, porque es una producción local que está subestimada, quizás porque los principales actores son pequeños productores”.
Finalmente, destacó que el sector tiene un gran potencial y que se podría trabajar en procesar el cuero caprino, así como plantear exportaciones de carne de cabra procesada a países árabes o a Centroamérica. “Estamos convencidos de que es necesario diversificar la producción, por ejemplo también con queso de cabra. Esto contribuiría también al turismo”, señaló Montón.