Gabriel Guardia, gerente de Olivícola Laur y Acetaia Millán, cuenta que, así como en diciembre alcanzaron un récord histórico de ventas, en enero han tenido una caída en las ventas y lo atribuye a los reiterados cambios que han tenido que hacer con las botellas, por las conocidas dificultades para conseguir envases. Como el consumidor está acostumbrado a una cierta presentación, señala, algunos han dejado de comprar el producto. Además, han tenido que discontinuar ciertas presentaciones, como la de 250 cc, porque las cristalerías han dejado de fabricar ese tamaño. “No perdés la capacidad de sorpresa”, bromea sobre los constantes desafíos que se presentan a la producción.
-¿Están teniendo dificultades para conseguir botellas para el aceite de oliva?
-Sí. De aceite, de vino, de aceto, de conservas. Viene por la sobredemanda. El año pasado se consumieron tantos envases de vidrio, que se quedaron sin stocks las cristalerías. Empezaron a producir bajo pedido y también sirvió como elemento de presión, porque ahora hay que pagarles por adelantado, para que te reserven. Y ni siquiera así cumplen con los plazos.
Es una cuestión grave, porque te cortan las piernas. Tenés un producto, pero no dónde envasarlo. En el caso nuestro, estamos sin la botella del aceto balsámico desde noviembre. El tema es que las vidrieras trabajan 24 horas, normalmente.
Tienen una capacidad de producción y si se duplica la demanda, no pueden poner otro turno. Se necesita inversión y no se hace de la noche a mañana.
-¿Existe alguna alternativa?
-Nosotros, particularmente, con el aceto, hemos cambiado tres veces la botella en tres meses para poder seguir envasando. Nuestro proveedor de la botella de 250 cc nos empezó a correr los plazos, hasta que nos dijeron no la iban a hacer. Incluso hablaron de sacarla de línea. Empecé a desarrollarla en otro lado, en Chile. Entonces me informaron que volvían a producirlas pero tengo que comprar todas las del año juntas.
Cada cambio de envase es también cambio de etiqueta, de caja, de logística de reparto, de precios. Teníamos cajas de seis unidades y, al cambiar las botellas, son de 12, por el nuevo formato. Ahora estamos envasando el aceto balsámico en una botella de aceite, de Chile, pero la gente identifica el aceto en nuestra botella. Cuando le pasás a un envase barato, no entiende nada. El daño que hemos tenido es irreparable, porque el que dejó de comprar después no vuelve.
Para el aceite de oliva estamos comprando también una botella barata, de mala calidad, pero es eso o nada. No es que quisimos bajar los costos. Y eso para la de 500 cc. La de 250 cc la vamos a tener que discontinuar porque no la tiene nadie. Tampoco tenemos aceitunas de ningún tipo, pasta de aceitunas ni de tomate porque los frascos llegaron recién la semana pasada.
Tanto en Olivícola Laur como en Bodega Los Toneles hemos tenido que hacer una inversión gigante, en sobre-stockearnos, para asegurarnos de contar con envases. Justo en vendimia, cuando el dinero se destina a la uva y después empieza la cosecha de aceitunas.
-¿Les han dado un plazo de entrega?
-Le hice un encargo de 700 mil botellas a nuestro proveedor y me dijeron que nos van a dar turno para el mes que viene. Pero nadie tiene la botella de 250 cc de aceite y se venden muchas. Sobre la de 500 cc también comentaron que van a producirla este mes, pero ya me lo han dicho varias veces.
También manejo destilería Tapaus y con el gin estamos teniendo el mismo problema. Tenemos un envase exclusivo y el año pasado nos dijeron que nos lo iban a hacer en febrero y ahora, que en abril. Nadie más hace la botella de 750 cc de gin, licorera. Parece que la vamos a tener que traer de Francia, pero sale tres veces más.
-¿Cómo fueron las ventas de aceite de oliva el año pasado?
-Vendimos 550 toneladas de aceite, el doble de lo habitual. A tal punto, que hoy no hay aceite de calidad en la Argentina. Si necesitás seguir envasando, tenés que comprarlo en el exterior. En Chile también hay muy poco. Se ha importado de Chile, Perú, España. El problema con Mendoza, puntualmente, es que ya no hay olivos. Se han talado tantos olivares, que ya no podemos programar la producción pensando en los olivos mendocinos.
Nuestro programa depende de San Juan. Ellos han hecho las cosas muy bien en olivicultura y nosotros no. Arrancamos la cosecha, programando con aceitunas de allá y abrimos la puerta para las mendocinas, porque los blend de alta gama los tenemos que hacer sí o sí con aceituna de Mendoza, que es la Arauco. En San Juan las plantaciones nuevas no tienen Arauco o las que tienen las destinan a conserva porque se paga más. En cambio, acá, los olivos centenarios son la mayoría Arauco. Es nuestro malbec.
-¿A qué respondió este incremento en las ventas, a mercado interno o exportaciones?
-Ha sido todo mercado interno. Le vendemos a un montón de países, pero el aceite de oliva argentino no es competitivo. En el exterior, te encontrás en las góndolas con aceites de España a mitad de precio y son buenos. Nosotros no podemos sostener un precio de acá al lunes. No somos un mercado serio ni de volumen. Sí, de alta calidad, pero sin las otras dos cosas no podés participar.
Te aparece un tipo de África y se quiere llevar un contenedor, pero hoy no tenemos aceite, botellas ni tapas. Hemos perdido mucha credibilidad en el mercado externo. Estamos, pero porque quieren la marca Mendoza. Saben que tenemos aceite de oliva, uva, ajo, manzana, ciruela de excelente calidad.
-¿Esperan que este comportamiento del consumidor argentino se sostenga?
-Se va a amesetar, pero arriba. Tal vez tengamos una caída, pero va a quedar más alto que antes de la pandemia. La gente se animó a probar un montón de cosas porque tuvo el tiempo y encontró cosas nuevas que le gustaron. Aparte, otro de nuestros logros fue sincerar el precio del aceite de oliva. Hoy se puede comprar un litro de aceite de oliva por $450 y eso no pasaba antes.
A comparación de lo que valía en otro momento, no estaría a menos de $1.000, para comprar una botella plástica. Pero desde hace un tiempo está la visión de poder poner un aceite de oliva en la mesa de los mendocinos, de excelente calidad y a buen precio, y llegar también al resto del país.
El consumidor tuvo la oportunidad de probar algo bueno y, como pasa con el vino, después de acostumbrarse a consumir un producto de calidad no vuelve para atrás.
Además, hoy existe una conciencia alimentaria que no teníamos antes. Y el aceite de oliva que no es verso. No es una milanesa de soja. El que no está adulterado es sano de verdad.