A mediados de setiembre, en las fincas de frutales empiezan a realizarse las labores de raleo, de las que se encarga mano de obra local. Pero en octubre comienzan a cosecharse algunas variedades tempranas de cereza y damasco, y en diciembre se concentra el fuerte de la cosecha, en la que alrededor del 50% de quienes realizan la tarea son personas que vienen de provincias del Norte del país. Los productores están preocupados por lo que pueda suceder si se mantienen las restricciones e incluso evalúan dejar la fruta en las plantas.
Aunque el horizonte de dos meses podría parecer un poco lejano, particularmente en un contexto de cuarentena, en el que cada 15 días se puede producir un cambio de situación, lo cierto es que ya han pasado más de cinco meses desde el primer decreto presidencial, que estableció el aislamiento social preventivo y obligatorio. Desde entonces, se ha mantenido la prohibición de viajar entre provincias, con muy pocas excepciones, sin tener que realizar una cuarentena de 14 días.
Aún más, en los últimos días, la cantidad de casos en la provincia viene subiendo de modo marcado y desde el Gobierno anticipan que es probable que las cifras se mantengan altas durante el próximo mes y medio. Por otra parte, en el Norte, el número de afectados por el Covid-19 se ha incrementado considerablemente (Jujuy es la tercera en todo el país en cantidad de enfermos, después de la provincia de Buenos Aires y CABA).
De ahí que los productores de frutas vean con incertidumbre cómo se desarrollará la temporada, si no pueden llegar a la provincia los trabajadores temporales que suelen viajar desde el Norte del país, e incluso desde países limítrofes. Desde la provincia adelantaron que se están analizando diversas opciones, pero que en cualquier caso habrá estrictos protocolos.
Raúl Aruani, gerente de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza, reconoció que la situación es preocupante, ya que están avizorando que para la época de cosecha las restricciones podrían seguir vigentes. Esto significaría un gran problema, porque entre 40%y 50% de la mano de obra que realiza esta tarea proviene de otras provincias.
Por el momento, comentó con pesar, es poco lo que pueden hacer, más allá de especular con un ejemplo más de este conflicto de intereses entre lo sanitario y lo económico. Es que la primera dificultad se plantearía al momento del traslado. Cada provincia, e incluso cada distrito, ha ido estableciendo sus propias restricciones y requisitos -que han incluido fajas en las puertas del transporte de carga para evitar que los conductores se bajen- lo que anticipa un cierto número de dificultades y demoras en un potencial viaje.
Sin embargo, Aruani consideró que esto se resolvería con alguna coordinación de los gobiernos. Lo más complicado es cómo podrían cumplir los 14 días de aislamiento quienes lleguen a trabajar en la provincia. Es que se trata de personas de bajos recursos, que no podrían mantenerse por dos semanas sin trabajar, y los productores frutícolas, que están en una situación muy ajustada –porque llevan años con pérdida de rentabilidad- tampoco podrían hacerse cargo de la manutención. “Es un escenario difícil de imaginar”, reconoció.
Por lo pronto, el gerente de Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza manifestó que sostienen la esperanza de que, en los dos meses que faltan, y con el aumento de las temperaturas (aunque se sabe que el Covid-19 no es un virus estacional), los casos de nuevas infecciones comiencen a ceder y la situación se resuelva.
Las tareas de raleo de frutales se realizan con gente de la zona y se empieza, según la localidad, entre la segunda quincena de setiembre y la primera quincena de octubre. De hecho, Aruani indicó que las personas que vienen del Norte no están acostumbradas a realizar esta tarea y no tienen el conocimiento necesario.
Después, a partir de la primera quincena de noviembre, se empieza a cosechar las variedades tempranas de algunas frutas, lo que también se podría desarrollar con mano de obra local. Pero en diciembre comienza a ser crítica la necesidad de recurso humano para levantar la producción y es cuando se presentaría el problema si todavía están vigentes las restricciones para la migración temporaria de personas provenientes del Norte. “Son dos meses, pero tenemos situaciones sanitarias preocupantes tanto acá como en el Norte”, planteó Aruani.
En cuanto a la posibilidad de que mendocinos que hoy no tienen trabajo pudieran desempeñarse en la tarea, consideró que el obstáculo principal no sería la falta de capacitación sino la ausencia de disposición para la tarea. En este sentido, resaltó que el faltante de mano de obra no es nuevo y no ha sucedido que personas desempleadas que viven en los centros urbanos accedan a desplazarse a las áreas rurales para abocarse por unas semanas a la cosecha.
Por otra parte, sobre los protocolos, Aruani opinó que el distanciamiento entre los trabajadores no representaría un problema, como tampoco asegurar las condiciones sanitarias. Es que, en campañas anteriores, por una cuestión de buenas prácticas agrícolas, ya se ha avanzado en esta línea. En cambio, sí adelantó que podría presentar ciertas dificultades la práctica habitual por parte de la mano de obra local -y de algunas personas de otras provincias que se suman a las cuadrillas- de migrar casi diariamente de una finca a otra para ir desarrollando tareas.
El presidente de la Unión Frutihortícola Argentina (UFA), Omar Carrasco, señaló que los primeros días de noviembre comienza la cosecha del durazno primicia y que muchas fincas están acostumbradas a trabajar con gente que viene del Norte. Pero, además de esta complicación asociada al Covid-19, señaló que también se deberán tomar precauciones en los galpones de empaque, ya que los trabajadores suelen ubicarse uno al lado del otro para realizar la selección; sobre todo cuando se trata de frutas pequeñas, como la cereza. De hecho, comentó, la única alternativa sería traer máquinas de última generación para realizar esta clasificación, lo que en el escenario actual resulta inviable.
Carrasco agregó que, ante la imposibilidad de que personas vengan de otras provincias, como es habitual, a abocarse a la cosecha, ya hay productores que se están planteando intentar levantar el mayor porcentaje que puedan con mano de obra local y dejar el resto en la planta, para que se pierda. Es que han calculado que esto será menos costoso para ellos que tener que afrontar los 14 días de cuarentena.
Carlos Achetoni, presidente de la Federación Agraria Argentina, señaló que uno de los cultivos que inicia la temporada, entre mediados de noviembre y principios de diciembre, es el de damasco. De ahí que por estos días estén analizando, con el sindicato y los gobiernos provinciales, qué acciones se pueden emprender para la cosecha.
En los próximos días, mantendrán una reunión con funcionarios del Poder Ejecutivo de Mendoza y uno de los temas que pretenden analizar, y que consideran crucial, es cómo se resolverá el traslado de trabajadores entre provincias, ya que de otro modo no se dispondrá de la mano de obra necesaria para realizar la tarea. Además, resaltó que este sistema de migración temporal no sólo es fundamental para los propietarios de las fincas, sino que hay un número importante de familias que dependen de él para su subsistencia.
Achetoni reconoció que no saben cómo se llegará a noviembre y si la situación de contagios estará un poco más controlada o seguirán como hoy las limitaciones a las actividades. De ser así, estimó que se podría implementar para los trabajadores que vienen de otras provincias un protocolo similar al que se ha establecido para el movimiento de transportistas. El asunto a resolver sería quién se hará cargo del costo del hisopado.
Es que el titular de la Federación Agraria Argentina planteó que si bien la actividad no se detuvo con el inicio de la cuarentena –fue de las que estuvo incluida en la excepción desde el primer día-, esto no significa que el nivel sostenido se haya traducido en una mejora en los precios. Agregó que la agricultura viene bastante golpeada desde hace muchos años, por lo que pedir a los productores que asuman un gasto adicional en este momento, resulta prácticamente inviable.
Por eso, Achetoni considera que los gobiernos provinciales deberían hacer frente al costo de los hisopados antes del traslado y nuevamente previo al regreso a sus lugares de origen, cuando termine la cosecha.
Otro de los rubros que ya está anticipando inconvenientes es el de la cereza, ya que la producción se empieza a levantar a mediados de noviembre y el fuerte de la tarea se concentra en 15 días, entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre. Como la cosecha mecanizada no es una opción, los productores saben que habrá dificultades si no pueden contar con trabajadores que, generalmente, vienen de Santiago del Estero y de Tucumán. Por otra parte, también es habitual que recurran a mano de obra foránea para las tareas de empaque.
El presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza, Diego Aguilar, ya había expresado a Los Andes que también habrá dificultades vinculadas a la estadía porque, después de la jornada laboral, los trabajadores se relacionan con su grupo familiar. Es que es común que las personas que lleguen de afuera se alberguen en la misma finca en donde trabajan. Una opción que mencionó es la de contratar a más personas, para poder organizar turnos rotativos y separar los grupos de tareas.
José Morales, de la industria conservera AVA, coincidió con que no hay suficiente cantidad de personas para levantar la cosecha y que algunos cultivos en la provincia tienen un bajo nivel de tecnificación, por lo que no se pueden utilizar máquinas para la tarea. Pero a esto se suma, planteó, que el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la Asignación Universal por Hijo (AUH) sólo se entregan a quienes no tienen trabajo, por lo que muchas personas no quieren arriesgarse a perder el beneficio por uno temporal.
Morales explicó que esta situación -si bien pueden volver a acceder al beneficio cuando termina el contrato, se produce un “bache” sin cobertura- provoca que las personas prefieran trabajar de manera informal (aunque aclaró que él mismo sólo tiene empleados en relación de dependencia). Consideró que se produce una distorsión porque el Estado, al brindar asistencia social, de modo indirecto, favorece la clandestinidad laboral. Por otra parte, utiliza fondos del erario público, que no recupera a través de los aportes y las contribuciones patronales porque la persona no está registrada.
El industrial resaltó que con los $ 10 mil del IFE las personas no pueden dejar de trabajar, pero lo hacen en negro. Sin embargo, se apresuró a aclarar que la solución para él no es dejar de lado los beneficios sociales, sino fijar un límite de ingresos, por debajo del cual la persona pueda trabajar en relación de dependencia, en blanco, sin perder su prestación.
Nicolás Vicchi, subgerente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi), indicó que en este momento todavía se están realizando tareas de poda en vides y que, como es una actividad que se realiza generalmente a lo largo de un par de meses, se recurre a mano de obra local. En cambio, el momento de la cosecha es mucho más acotado y la labor es intensiva, por lo que se necesita de la gente que viene del Norte.
En el caso de la vitivinicultura, la fruta se levanta a partir de febrero, por lo que no es un sector que esté preocupado todavía. De hecho, la cuarentena comenzó en plena vendimia 2020 y las industrias celebran que se pudo completar sin mayores inconvenientes. Quienes sí tuvieron dificultades después, para regresar a sus provincias o países, fueron los trabajadores que habían llegado desde el Norte. Incluso hubo grupos que estuvieron días en la terminal de ómnibus a la espera de indicaciones para poder subirse a un colectivo y terminó interviniendo el Gobierno provincial para que pudieran emprender el viaje de retorno.
Manuel Viera, coordinador de la Asociación de Frutos Secos de Mendoza, comentó que la primera que se empieza a cosechar, dentro de este sector, es la almendra, recién en febrero. Pero que sí se suelen contratar productores apícolas que vienen de otras provincias con sus colmenas, para polinizar las plantas.
Si bien se está promoviendo los servicios de polinización local, también se ha solicitado que las personas que provienen de otras provincias puedan entrar, realizar la tarea e irse sin tener que cumplir con una cuarentena. También hubo dificultades para hacer la poda mecánica, ya que sólo hay un prestador en la provincia y pudo atender una parte de la demanda, mientras el resto optó por no podar este año.
La provincia dará a conocer protocolos en setiembre
Los productores hicieron llegar su inquietud al gobierno provincial y se están analizando diversas posibilidades, con el objetivo de preservar la salud de los mendocinos, cuidar la producción y promover el empleo local. Por lo pronto, no ven muy factible que en las próximas semanas se permita el ingreso de trabajadores de otras provincias, particularmente porque en el norte se están multiplicando los casos. Además, porque hay municipios que ni siquiera están recibiendo turistas de otras partes de Mendoza.
Valentina Navarro, directora de Agricultura de la provincia, manifestó que se están estudiando opciones, pero que sin duda estarán vinculadas a protocolos estrictos. Por otra parte, resaltó que apuntan a fomentar el empleo de los mendocinos (algo que se debe priorizar con un desempleo del 10%) y proteger el desarrollo económico y agroindustrial.
La funcionaria estimó que se van a mantener las restricciones de ingresos desde otras provincias, aunque resaltó que las decisiones asociadas a la pandemia son “de día a día”. Pero que se está trabajando y que en un par de semanas habrá novedades en este sentido.
Emilce Vega Espinoza, directora de Empleo y Capacitación de la provincia, detalló que están viendo de lanzar una capacitación, similar a la que ya ofrecieron para poda, pero esta vez para cosecha, con el objetivo de reemplazar la mano de obra “golondrina” por local. De esta manera, no sólo se brindaría una solución rápida al sector agrícola, sino también a personas que hoy están desocupadas. Por otra parte, planteó que se deberá resolver el tema del traslado, porque las fincas suelen estar en localidades alejadas
Vega Espinoza indicó que en años anteriores ya se han realizado convocatorias para interesados en capacitarse para realizar labores culturales en bodegas. Pero también reconoció que deberán reforzar la idea de que es un oficio que renueva las tradiciones locales, que es bien pago y que se entrega al trabajador ropa y las herramientas necesarias para la tarea.
La funcionaria consideró, en este sentido, que resultará fundamental revalorizar la figura del cosechador, ya que se piensa que es una labor ardua, pero implica una relación de dependencia por un período determinado, con cobertura de obra social y almuerzo. También apuntarán a que se entienda la importancia de tener un trabajo en blanco y se está estudiando implementar algún programa provincial que no desaliente la registración por miedo a perder los beneficios sociales.