Forrajes: las claves para lograr un riego eficiente de maíz en Mendoza

La producción del alimento para los animales es la base de la pirámide ganadera. Algunos consejos para lograr mejores rendimientos para estos cultivos en la provincia.

Forrajes: las claves para lograr un riego eficiente de maíz en Mendoza
La base de la pirámide en un sistema ganadero es la producción del alimento para los animales

La ganadería bovina de Mendoza desde hace tiempo viene atravesando un importante proceso de transformación relacionado con el incremento de la actividad en las áreas irrigadas. Este aumento de la actividad se expresa en un mayor número de explotaciones con diferentes niveles de inversión y de adopción tecnológica, como también un mayor número de existencias ganaderas destinadas a ser empleadas en distintos modelos o herramientas productivas: destete precoz, acondicionamiento comercial, recría, recría/terminación, feed lot, etcétera.

Independientemente de la escala de la explotación, del nivel tecnológico alcanzado, no debemos perder de vista que la base de la pirámide productiva es la producción forrajera, ya que una buena producción de forrajera da solidez y estabilidad al sistema, además de aislarlo parcialmente de los vaivenes del mercado de alimentos que en algunas oportunidades puede presentar cierto grado de volatilidad que pueden desestabilizar la producción. En otras palabras, la buena producción de forraje le otorga resiliencia a los sistemas ganaderos.

Tenemos que tener totalmente claro que el cimiento en donde se apoya la producción forrajera, independientemente de la especie que estemos hablando (maíz, alfalfa, sorgo, verdeos de invierno, entre otros) es el riego. En esta oportunidad haremos mención a algunos conceptos básicos propios de producción de maíz.

A la hora de hablar de riego del maíz, debemos entender de qué manera el suelo retiene agua y en qué momentos el cultivo demanda de mayor cantidad de agua y, a partir de ahí, definir la frecuencia de riego que debemos aplicar para lograr los mejores rendimientos posibles. Por eso, necesitamos tener en claro algunos conceptos:

Capacidad de campo: cantidad de agua en el suelo después de haber sido regado y dejado drenar libremente por un periodo de 24 horas.

Agua útil: diferencia en capacidad de campo y punto de marchites permanente (agua disponible para el cultivo).

Punto de marchitez permanente: es la cantidad de agua que está tan fuertemente adherida a las partículas del suelo que no puede ser utilizada por las plantas.

Para entender esto debemos interpretar al suelo como una esponja que tiene una determinada capacidad de retención de agua. Los suelos más “pesados” tienen mayor capacidad de retención de agua, mientras que los suelos en donde la proporción de arena es mayor la retención de agua es menor, por lo tanto, la frecuencia de riego debería ser mayor.

Debemos tener en cuenta que el consumo de agua por parte de la planta y, en consecuencia, el crecimiento, se ven afectados negativamente cuando el contenido de agua del suelo en área explorada por las raíces cae por debajo de 50% del agua útil.

En Mendoza, algunos productores desarrollan alfalfa o maíz para alimentar a su propio ganado.
En Mendoza, algunos productores desarrollan alfalfa o maíz para alimentar a su propio ganado.

Consideraciones sobre el riego

A la hora de regar el maíz, debemos tener en cuenta que la falta de agua en periodo vegetativo (antes de que tire la banderita) va a reducir el rendimiento en tanto y en cuanto afecte fisiológicamente el cultivo en el estadio de floración.

Si por algún motivo le faltó agua al cultivo en sus primeros estadios y luego se lo riega de manera correcta y se le da la posibilidad de recuperarse (lograr buen desarrollo de las plantas y que cubran la mayor superficie de suelo posible y una alta tasa de crecimiento en el periodo alrededor de la floración), las pérdidas de rendimiento serán leves.

El momento en el que el maíz está floreciendo es la etapa más sensible a la hora del estrés hídrico (falta de agua), ya que deficiencias de agua importantes en esta época pueden generar una importante reducción del rendimiento, por esto el maíz presenta alta respuesta al riego en floración.

Además, la deficiencia hídrica en la etapa de llenado del grano tiene en general menor efecto en la pérdida de rendimiento del maíz, por lo general disminuye el peso del grano.

Debemos tener en cuenta que, dependiendo de la fecha de siembra, generalmente en nuestra zona la floración ocurre en el mes de enero, que es el mes de mayor demanda del agua, del sistema y del ambiente. Por lo tanto, se debe planificar de manera precisa el uso del agua adentro de la finca.

A la hora de cuantificar las potenciales pérdidas de rendimiento por deficiencia de riego, es importante entender que las mismas se darán en función del momento o estado fenológico del cultivo en el que ocurran. En ese sentido, podemos diferenciar las siguientes etapas:

De emergencia a 7° hoja: cuando el cultivo es sometido a estrés severo por falta de agua significa que las hojas están enrolladas por lo menos dos días, independientemente de la hora que sea. Esto se expresa en un menor desarrollo de hoja y se traduce en una pérdida de rendimiento a cosecha que puede estar en el orden del 10%.

De 7° hoja a floración: el estrés hídrico en este estadio del cultivo no solo afecta el estado vegetativo del cultivo, sino que afecta considerablemente el número final de filas de granos y el número de granos por fila que va a fijar la espiga. Las pérdidas de rendimiento a cosecha pueden alcanzar el 50%.

Fecundación y polinización: en este estadio del cultivo, la falta severa de riego puede provocar pérdidas muy severas de rendimiento que pueden superar el 60% y en casos extremos el 100%.

Llenado de grano: la falta de agua en este momento del cultivo trae como consecuencia el sacrificio (aborto) de granos de la punta de la espiga en beneficio de los de la base de la misma, además de provocar la disminución del peso hectolítrico de los granos.

Como conclusión, se puede decir que el éxito en la producción del maíz se da como consecuencia de una sumatoria de detalles, entre los cuales el riego es la variable de mayor peso relativo. Por lo tanto, hay que estar muy atentos a esto, trabajando con una correcta planificación.

*Adrián Orozco es Ingeniero Zootécnico, coordinador de Proyecto Local de Proteína Animal en la EEA INTA Rama Caída.

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