Un tema recurrente, por lo menos desde hace una década, es la falta de mano de obra para levantar las cosechas. Con la vitivinicultura a la cabeza, todos los años, a partir de diciembre, los referentes del sector advierten el problema.
Esta temporada también se suma la queja de los productores olivícolas, quienes sostienen que cada vez es más difícil levantar su producción. A eso se suman los problemas de precios y la falta de envases en la industria.
El tema es que la falta de mano de obra no es un problema que vislumbre una solución en el corto plazo. Es más, tiende a agravarse. Ya sea por razones culturales, estructurales o por la migración del campo a la ciudad, la tarea de poner en marcha una cuadrilla es una labor cada vez más compleja.
Pero ante esto hay soluciones: una de ellas es la cosecha mecanizada. Tal como publicó Los Andes en febrero, los valores oscilaron este año entre 380 y 450 dólares más IVA, por hectárea, incluyendo operario. Con el temor de la pandemia de por medio, la mayoría de los productores comenzaron a cerrar contratos en diciembre con el objetivo de asegurarse una máquina. A esto hay que sumar el costo por daños y reposiciones de palos y maderas de sostén, más los costos por flete de 25 kilómetros, promedio. En este año en particular, el valor de la cosecha mecanizada es superior al de la cosecha manual, principalmente por el ajuste en dólares que se tiene que llevar a adelante en el alquiler.
Si bien cada temporada más bodegas pueden adquirir este tipo de maquinaria, lo cierto, es que los productores se quejan principalmente del valor, de la tasas de financiación que terminan haciendo imposible adquirir una máquina de este estilo, sólo para trabajar su propia finca. De esta manera, la amortización del producto no llega más.
Sólo se puede trabajar y superar esto en la medida en que se trabaje bajo la modalidad de pool de compras, algo para lo que también se necesita apalancamiento.
Entonces, volviendo a la primera pregunta, la respuesta es sí. Falta mano de obra por diferentes cambios culturales y estructurales, pero también falta acceso a la tecnología. Mientras que los productores logren magros rendimientos, la maquinaria no llegará. Sólo hace falta ver los tractores de los años 70, que muchos aún no logran actualizar.