Es representante de la tercera generación de una familia que está ligada al trabajo de la tierra. Nació en Real del Padre, San Rafael, y su actividad la desarrolla en Bowen, General Alvear. Enzo García es ingeniero agrónomo y, con unos amigos, lidera un emprendimiento agrícola que produce ciruelas, duraznos, tomates y también uva (de la cosecha 2020 vinificaron algunas tintas). Las heladas, la sequía, la crisis, las creencias, las pasiones y los objetivos a futuro, son parte de esta charla.
-¿Cómo comenzó la temporada de lucha contra las heladas?
-Ha sido un inicio intenso. Si bien el proceso de floración de las distintas variedades se ha retrasado respecto de los ciclos normales, las condiciones climáticas de sequía -que venimos sufriendo- hace que tengamos que atravesar varios procesos de heladas tardías. El último fin de semana tuvimos dos noches de combate. Desde el 7 de setiembre a la fecha, son cinco noches las que hemos tenido que defender. Utilizamos sistemas como el de aspersión subarbórea, el fuego y en algunos casos ambos combinados. Verdaderamente las condiciones de sequía están haciendo que tengamos que afrontar estos procesos cada semana: a estar atentos al ingreso de aire frío y seco, para prevenirnos de las heladas.
-Si bien el camino aún es largo ¿qué imaginan para la temporada?
-Para esta campaña desde lo productivo hay muy buenos indicadores, porque se ve una floración prometedora. Desde el contexto que estamos atravesando, en cambio, hace que tengamos que tomar precauciones y estar alertas a cómo va a ir evolucionando de acá en delante la pandemia para que podamos enfrentar de la mejor forma posible la cosecha. Hemos charlado con la gente que viene trabajando con nosotros y está muy preocupada por este tema, porque traen gente del norte -de Jujuy, Salta, Tucumán e incluso Bolivia-, han elaborado protocolos para la cosecha pero el desarrollo de la pandemia genera tanto expectación como incertidumbre; esperan poder cubrir el cupo de mano de obra con trabajadores locales. En esta situación, evaluamos como una opción, tecnificar la cosecha de la uva y ciruela, pero no sería una solución para el durazno de transporte, porque el mercado demanda una selección que no es posible hacer con maquinaria.
-¿Cuándo decidiste abrir tu propio emprendimiento agrícola?
-Soy ingeniero agrónomo y a través de mi profesión fui realizando tareas para particulares y empresas también. Tenía ganas de hacer algo propio y empecé -de a poco- alquilando fincas. Hace cuatro años compre una finca que estaba en blanco, sin producción. Arrancamos desde cero y el objetivo es ir incorporando tecnificación. Ahora está solamente con parcelas y riego tradicional. Hace dos años, un grupo de amigos me invitó a ser parte de un emprendimiento agrícola más grande. La unión hace la fuerza para lograr inversión en infraestructura, para asegurar los cultivos. La tecnificación del riego hoy es determinante para fortalecer los cultivos ante la sequía, por la escasez en la cuenca del Río Atuel.
-¿La sequía sigue amenazando este año?
-Si bien este año tenemos esperanzas porque hubo nevadas abundantes, en comparación a lo que veníamos sufriendo en las últimas diez temporadas, el proceso de sequía ambiental lo seguimos sufriendo y se manifiesta en heladas tardías, una condición de la que tenemos que estar atentos permanentemente. En cuanto a la tecnificación del riego es una herramienta y una necesidad para enfrentar la sequía; la tecnificación del riego es una salida pero necesita también de una inversión importante.
-¿De cuánto es la inversión por hectárea?
-Aproximadamente, de unos cinco mil dólares para el riego por goteo para vid o frutales. El sistema también sirve para el cultivo hortícola. Pero la inversión se encarece porque tenemos que ampliar las instalaciones para recolectar el agua. Antes teníamos turnos de riego cada siete días, pero con la crisis hídrica se pasó a 15 días. Esto hace que se deban agrandar las represas para recolectar el agua para el riego.
-Desde 2001 a la actualidad ¿cómo es trabajar la tierra en épocas de crisis?
-Es siempre un desafío. Implica estar atentos a las condiciones por las que atravesamos y tratar de adaptarnos. Esto hace a que estemos actualizándonos en forma permanente en el uso de tecnología para poder ser más exitosos en las labores. La crisis presenta oportunidades y hay que saber encontrarlas, leerlas en el mercado. Para mí, la integración entre productores e industriales es una de las grandes posibilidades para alcanzar metas superiores. Podés hacer integraciones horizontales o verticales y beneficiarse mutuamente. Uno no pude atajar todos los penales; es muy difícil, la integración es el camino y no tenemos otra alternativa. En el rubro, por ejemplo, las cooperativas de granos trabajan bien y han podido sortear las crisis. También otras integraciones bien gestionadas han atravesado la crisis perfectamente.
-¿Qué determinó tu elección para estudiar Ciencias Agrarias?
-Pertenezco a la tercera generación de productores en la familia. Esto siempre fue un aliciente porque desde chico participé en la actividad agrícola. Cuando en la secundaria comencé a indagar qué iba a hacer, indudablemente la pasión que me generaba la agricultura fue determinante. Mis abuelos fueron referentes, me crié con ellos y siempre transmitieron la imagen de personas perseverantes. Mis abuelos maternos vinieron desde Italia y tuvieron una historia de superación muy linda. Mis abuelos, desde que era chico, me hicieron partícipe de lo que pasaba en la finca y mamé esa pasión por la agricultura. Tengo dos hijos: el mayor de 15 años y la menor de 7. Ojalá pudiera transmitirles esa pasión. Uno desea que sus hijos sean una continuidad de lo que uno ama, pero por lo pronto andamos a caballo y hacemos juntos otras actividades. Trato de hacerlos partícipes de lo que hacemos en la finca. El tiempo dirá.
-Pensemos en un nuevo escenario, ¿Cuál puede ser el potencial agrícola de Bowen?
-Creo que hay muchísimo potencial agrícola en General Alvear, siempre determinado por los nuevos emprendimientos que se van desarrollando y por la permanencia de otros que aún están productivos. Indudablemente, hay desplazamientos hacia la horticultura y, sobre todo, a cultivos que se pueden industrializar como es la ciruela, el durazno y el tomate. Últimamente, se ve un desplazamiento por una cuestión de apoyo de la municipalidad. Son emprendimientos que se pueden llevar a menor escala, con inversiones menores, familiares y cuya inversión tiene un plazo corto para recuperarse. También influye la agroindustria, que compra materia prima para conservas. Hay que sumar emprendimientos para consumo en fresco. Alvear esta en un punto estratégico más cerca de La Pampa y la Patagonia que de Mendoza.
-¿Cómo surgió la idea de crear una empresa con cuatro amigos?
-La idea surgió naturalmente porque los asesoraba en algunos de sus proyectos y un día nos planteamos hacer algo juntos, agruparnos y mejorar las condiciones competitivas y de inversión para desarrollar este proyecto, para volcar la producción al consumo del mercado interno en una primera etapa. La idea es crecer. Trabajamos ciruelas, duraznos, tomate y vid. Tecnificarse, asociarse con una industria, estamos trabajando en ese sentido.
-La exportación ¿es un horizonte para tu emprendimiento?
-La exportación siempre está presente en los planes de producción. Por el momento llegamos al mercado interno y la idea es, a través de integración con otros productores e industriales, llegar al objetivo de exportar. Es un sueño, algo que todos pretendemos y si bien aún está un poco lejos creo que es alcanzable. Creo que, a partir de la integración, se puede lograr.