Mientras que, en toda la provincia, la cantidad de hectáreas cultivadas con viñedos cayó un 3,4% entre 2010 y 2021, en el Valle de Uco creció un 20,7%. En esta zona, el número de cultivos vitivinícolas pasó de 808 en 1990 a 1.900 en 2021. De hecho, el mayor crecimiento se registró a partir de 1990: desde ese año a 2021 hubo un aumento del 259,2% en la superficie (versus el 1,6% de incremento en Mendoza).
Un informe sobre regiones vitivinícolas del Instituto Nacional de Vitivinicultura, que se enfoca en el Valle de Uco, detalla que la zona tiene una superficie total de vid de 29.139 hectáreas (2021). El tamaño medio del viñedo es de 15,3 hectáreas, mientras que la media provincial es de 9,8 hectáreas.
San Carlos, Tunuyán y Tupungato cuentan con 1.309 propietarios de viñedos y participan con el 20% de la superficie total de vid de Mendoza, con el 19% de la producción total de uva y con el 9% de la elaboración de vino. Además, concentran el 16% del total de bodegas elaboradoras de Mendoza.
El INV resalta que solo el 6% del total de vino comercializado por la provincia proviene de bodegas situadas en esta zona. Esto significa que parte de los elaborados en el Valle de Uco son comercializados desde otros departamentos mendocinos. De la misma manera, parte de las uvas cosechadas en esta región se elaboran en otra zona.
Se trata de un área con bastante foco en la exportación, ya que el 62% del total de vino comercializado se exporta, mientras que un 38% se vende internamente (aunque algunas bodegas han enfocado sus esfuerzos en los consumidores locales en el último tiempo). Del total de vino que Mendoza destina al mercado interno, el Valle de Uco participa con el 3%, mientras que, para el caso de las exportaciones, esa participación es del 12% en volumen y del 19% en valor FOB.
Suelo y algo más
Muchos viñedos ubicados en el Valle de Uco se consideran “de altura”, ya que los cultivos se expandieron sobre las tierras altas del piedemonte de los tres departamentos. En cuanto a las condiciones del clima, el informe del INV detalla que los inviernos son rigurosos y los veranos cálidos, y que los días templados y las noches muy frías determinan una amplitud térmica diaria de 15° C, aproximadamente.
Esto favorece la obtención de alto índice de color y producción de taninos en las uvas tintas, lo cual permite la obtención de vinos de alta calidad enológica. Sin embargo, como contraparte, las heladas, el granizo y el viento zonda -mucho más frecuente en esa zona- suelen ocasionar pérdidas importantes en las cosechas.
En cuanto al suelo, en las zonas altas, de marcada pendiente, son pedregosos y de escasa fertilidad. Los cantos rodados aparecen mezclados con arena gruesa y algo de limo. A causa de su composición física y mecánica, en general son muy permeables, sin problemas de drenaje ni salinidad.
Diego Stortini, titular de la específica de Vitivinicultura de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Turismo de Tunuyán, señaló que, si bien no ha habido una política de planificación, sí hay líderes y empresas importantes que han establecido estrategias de mediano y largo plazo para el desarrollo de la vitivinicultura, el enoturismo, la hotelería y la gastronomía en el Valle de Uco. Estos emprendimientos han permitido darle un sello de calidad a la producción vitivinícola en la zona, que han acompañado los más pequeños.
El también vicepresidente de Producción de la Federación Económica de Mendoza comentó que esta calidad de los vinos es resultado de una combinación de factores, como el terroir, el clima, el relieve, el factor humano. Además, mencionó una tarea, que ya está en marcha, de posicionar al lugar en la comunicad nacional e internacional.
Y resaltó que esta visión estratégica es la que posibilita que, en el peor de los últimos 15 a 20 años para la vitivinicultura, con la economía nacional más compleja desde 2001, y la cosecha más baja de la que se tienen registros, se van a inaugurar tres o cuatro bodegas en el Valle de Uco en este 2023 y se van a ampliar entre 300 y 500 hectáreas la superficie cultivada con viñedos.
E insistió en que ese crecimiento no responde a una coyuntura favorable ni a los resultados de las empresas, sino a poner la mirada en el largo plazo y tomar decisiones en línea con esa estrategia. Y esto involucra incrementar la superficie cultivada, diversificar los varietales y especies, e innovar con productos.
El INV destaca que el Valle de Uco es la segunda zona de Mendoza en superficie cultivada y la que más ha crecido en los últimos años, por la implantación de nuevos cultivos de vid, principalmente de uvas tintas (el 88% de las que se destinan a elaboración son rojas, el 11% a blancas y solo un 1% a rosadas). En cuanto a las variedades predominantes, entre las tintas están malbec, cabernet sauvignon, merlot, tempranillo, pinot negro y bonarda, y entre las blancas, chardonnay y sauvignon blanc.
Foco de inversiones
El titular del INV, Martín Hinojosa, señaló que el Valle de Uco ha recibido mayor cantidad de inversiones en los últimos años y que hace un par de meses sobrevolaron la zona y desde el cielo se puede apreciar este desarrollo. Detalló que no sólo hay nuevas fincas y mejoras en las existentes, sino que también se han instalado bodegas.
Sumó que muchas empresas que estaban en Luján decidieron tener también finca y bodega en el Valle de Uco, porque contar con ambas es el requisito para poder utilizar la IG de la zona. Esta identificación, resaltó, ha sido un factor significativo para atraer inversiones productivas e industriales, como también proyectos inmobiliarios de alta gama, que ofrecen la posibilidad -en particular a inversores internacionales- de tener una parcela para elaborar su propio vino.
Hinojosa -su familia tiene una bodega en la zona- manifestó que la calidad de las uvas del Valle de Uco es insuperable, porque el clima y el suelo generan propiedades únicas, lo que explica por qué las últimas inversiones vitivinícolas fuertes se han realizado allí.
Añadió que, por esto mismo, concentra el mayor porcentaje de hectáreas preparadas para cosecha mecánica, como también con riego por goteo. Y que contar con un diferencial de calidad permite enfrentar de otra manera los momentos complejos.
Crecimiento limitado
Las posibilidades de seguir aumentando la superficie cultivada se encuentran con una limitante principal: el acceso al agua. Hinojosa explicó que solo las zonas con derecho a riego son las que han podido ir creciendo, pero también indicó que hay tierras muy cotizadas en las que se deben realizar inversiones altas, mientras hay otras, con muy buen potencial, en las que pueden desarrollarse emprendimientos más pequeños.
Stortini planteó que se deben activar dos “palancas” para promover el crecimiento: una es el acceso al agua y la otra el uso de tecnología en los procesos productivos. En cuanto a la primera, subrayó que es una limitante y que los cultivos con viñedos han ido creciendo, sobre todo, por sustitución de otros cultivos y que se han erradicado frutales para implantar uvas. Asimismo, detalló que esta restricción hídrica, que es muy fuerte en Chacayes, por ejemplo, ha favorecido que las nuevas fincas se instalen en San Carlos, en Altamira o El Cepillo.
Por otra parte, mencionó que el cambio climático obliga a diversificar y a tener cultivos en distintos lugares. Es que, en las zonas altas, si bien los suelos son incomparables en términos de diversidad, el clima puede jugar una mala pasada. En este sentido, recordó que el Valle de Uco no tiene protección contra granizo con aviones.
Concentración
El presidente de la Cámara de Agricultura, Comercio e Industria del Valle de Tupungato, Sebastián Lafalla, coincidió en afirmar que el Valle de Uco es la zona vitivinícola por excelencia; en particular Gualtallary, El Peral, la Arboleda, que los especialistas aseguran se encuentran entre las mejores de Argentina para la producción de uvas.
Añadió que esto es así también para las plantaciones frutícolas y que hay muchas empresas que estaban en la zona Este produciendo frutas de carozo y de pepita, y se trasladaron a San Carlos, Tunuyán o Tupungato. Esto, los que estaban integrados con galpones y pudieron sostenerse en el tiempo. Lo mismo sucedió, resaltó, con la papa y el ajo. Es que la amplitud térmica es beneficiosa para la mayoría de los cultivos, incluidos los frutos secos y vegetales y hortalizas.
En cuanto a la vitivinicultura, advirtió que lo que más va creciendo son las empresas grandes y que la mayor parte de las reconocidas han buscado tener una bodega en Valle de Uco. Vinculado con esto, señaló que las mayores superficies están en manos de estas compañías, por lo que se acentúa la concentración. Para entenderlo, el tamaño medio del viñedo en esa zona era de 10 hectáreas en 1990, pasó a 13,4 en el 2000, a 16,5 en 2010 y a 15,3 en 2021.
En Tupungato, añadió, hay mucha demanda de tierras en Gualtallary, pero han ido surgiendo otros terroir, que también tienen un alto requerimiento. Sobre las variedades, precisó que se mantienen principalmente las tintas, con mucha predominancia del malbec, y sumó que las bodegas desalentaron la producción de otras y ahora se ven obligadas a plantar ellas mismas merlot o cabernet franc y blancas, para contar con materia prima para elaborar sus vinos.
Lafalla consideró que algo que contribuye a que no desaparezcan viñedos como ha sucedido en otras partes de la provincia, por la crisis tanto estructural como coyuntural de la vitivinicultura, es que las tierras son caras. Pero también reconoció que hay productores que, cuando no pudieron sostener la vid por falta de rentabilidad, se han dedicado a hacer cultivos anuales, lo que les permite seguir siendo propietarios de la finca y frenar un poco la concentración.
Mario Leiva, presidente de la Sociedad Rural del Valle de Uco, sostuvo que las nuevas inversiones en viñedos las están realizando “los mismos jugadores de siempre” y que, en muchos casos, son de renovación de plantas viejas, que han perdido productividad, para implantar nuevas; pero que se está lejos del crecimiento de épocas pasadas.
En cambio, señaló que se han levantado muchas viñas en esta zona de la provincia, para implantar ajo, zanahoria o papa, cultivos que tienen un mejor retorno. Esto, a diferencia de la uva, producción en la que el sector primario siempre ha tenido tensiones con la industria por el precio. De hecho, también planteó que las blancas han desaparecido porque los viticultores se cansaron de que cada vez les pagaran menos por el producto.
En otro sentido, Hinojosa indicó que hay pocas bodegas en manos de gente del Valle de Uco, ya que la mayoría de las inversiones en vitivinicultura son realizadas por personas de otras partes del país o extranjeros.
Y Stortini planteó que, en los últimos tres años, el panorama económico ha ofrecido una oportunidad de comprar propiedades a un precio muy bajo en dólares, lo que ha atraído capitales de afuera y ha favorecido la compra de tierras dedicadas a la fruticultura y la horticultura, para destinarlas a viñedos.
Coyuntura compleja
El 2023 no está siendo un buen año para la vitivinicultura. Es, de hecho, el de la cosecha más baja de la que se tengan registros y las ventas han caído tanto en el mercado interno como en el externo, pero no por esa menor producción, sino por la pérdida de poder adquisitivo de los argentinos y un dólar oficial atrasado; lo que confirma el hecho de que, pese a la marcada disminución productiva, hay sobre stock vínico.
Sebastián Lafalla señaló que, si bien este año las uvas duplicaron su valor, los productores tuvieron mermas importantes, cercanas a un 50%, con lo que en muchos casos ganaron lo mismo que en 2022, con una inflación muy alta. También detalló que se acortaron los plazos de pago por parte de las bodegas, con sólo tres cheques, pero el último lo pudieron cobrar en setiembre, cuando entregaron la uva en marzo. Como los productores no se encuentran en una buena situación para realizar las labores que permiten tener en buenas condiciones los viñedos, estimó que las próximas cosechas no van a superar los 14 a 15 millones de quintales.
Mario Leiva indicó que la situación económica es adversa para cualquier tipo de producción y que, específicamente en el caso de la vitivinicultura, no se consiguen palos -porque no llega del exterior el producto para impregnarlos- ni alambres, necesarios tanto para nuevos viñedos como para el mantenimiento de los existentes (cada año se debe renovar un cierto número de postes).
Por su parte, Diego Stortini señaló que la coyuntura es “nefasta”, con un gran incremento de costos (sostuvo que el del vino se ha duplicado y hasta triplicado en 16 meses), dificultades para importar insumos -desde barricas a corchos-, tecnología y maquinaria, lo que ha hecho que se haya perdido competitividad. Pero destacó que los vinos del Valle de Uco apuntan, en general, a un cliente AB y superior, sector en el que el consumo también ha caído, pero menos fuerte que en los de menor precio. El consumidor, sumó, tal vez dejó de buscar botellas de $6 mil, pero sigue comprando las de $4 mil.
Stortini contó que su bodega, Finca Nunca Jamás, es pequeña, pero han seguido aumentando la superficie cultivada, triplicaron la capacidad de vasija y ampliaron la bodega, aun sabiendo que este semestre las ventas van a caer o “empatar” (esto último, confiando en un repunte al llegar al 31 de diciembre). Insistió en que la mirada de la vitivinicultura es de largo plazo y que, en el Valle de Uco, hay muchas familias de tradición vitivinícola, por lo que, aunque la situación actual desanima, la visión está puesta en los próximos 10 años.
Y planteó que la zona se ha enfocado en la innovación, en combinar un circuito muy prestigioso de bodegas, con la hotelería y la gastronomía. “El Valle de Uco no está vendiendo vinos, sino una experiencia”, concluyó.
Producción y comercialización
El informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura permite apreciar cuál ha sido la evolución en el Valle de Uco, en los últimos 12 años (2010-2021), de una serie de variables.
Producción de uva. El aumento fue del 41%, mientras que el total provincial cayó 13,7%. De la mano con esto, en el mismo periodo aumentó 62,4% la participación en la cantidad de materia prima producida en la provincia, al pasar del 11,7% en 2010 al 19% en 2021.
Comercialización. El Valle de Uco participa con un 12% del total de vino exportado por Mendoza y con un 3% de lo que la provincia destina al mercado interno, aunque este destino manifiesta un constante aumento de volumen. Tunuyán es el principal comercializador de vinos del Valle de Uco, tanto en el mercado interno como en el externo, participando con el 80% de las ventas al mercado local de toda la región y con el 65% de las ventas al exterior.
Mercado interno. Los vinos que se destinan desde la zona son, predominantemente, varietales, que lideran con el 76%. Los vinos sin mención varietal tienen una participación del 18% y los vinos espumosos alcanzan el 6%. En 12 años, las ventas a este mercado crecieron 135%. Entre el año 2010 y el año 2021 los vinos varietales aumentaron un 134,9%, mientras que los espumosos, un 2.325,9%
Mercado externo. El crecimiento de las exportaciones de la región es del 0,8% en volumen y del 29% en valor FOB respecto al año 2010. La principal modalidad de envío es el vino fraccionado, que representó el 81,7% del volumen total exportado en 2021. La exportación de vinos espumosos ha mostrado un aumento de un 1.025% para el período 2010-2021.