Sumándose a iniciativas que surgieron en Europa y Estados Unidos, ahora el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Nación presentó los “Lunes Verdes”. La propuesta es una invitación a “repensar nuestra alimentación y modificar nuestros modos de consumo y producción”. Esto, a través de reemplazar, todos los lunes, las proteínas animales por otras vegetales, para “sumar un aporte cotidiano a la acción climática y mejorar nuestra salud y la del ambiente”.
En la página oficial de la iniciativa, se menciona que, el año pasado, Argentina se comprometió a limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030. Esto implica, detallan, realizar esfuerzos a gran escala, pero también pequeños, cotidianos, que sumados, produzcan un efecto multiplicador. Y detallan que, reduciendo el consumo de carne se disminuye la emisión de estos gases, se conservan los bienes naturales y se mejora la salud.
Los “lunes verdes” proponen:
Consumir de manera responsable. Pensar cómo nos alimentamos, cómo ese alimento impacta sobre nuestra salud y cómo podemos ampliar nuestra dieta. Sumar proteína vegetal es también una oportunidad para pensar en los modos de producción, buscar alternativas que protegen el planeta y fomenten una economía inclusiva.
Aportar a la acción climática. Reflexionar sobre los modos de producción actuales y sus efectos en el calentamiento global. Una dieta variada es una dieta consciente del futuro del planeta.
Mejorar nuestra salud. Limitar el consumo de proteína animal contribuye a atenuar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes u obesidad. Promovemos una mayor presencia de proteína vegetal, pieza clave de una alimentación saludable, como parte de una reflexión general acerca de la relación entre alimentación y salud.
Promover una conciencia ambiental. Los “lunes verdes” son también una jornada para pensar en el uso que le damos a nuestros bienes naturales. Cómo producimos, cómo y qué consumimos, son preguntas que permiten reflexionar, de manera integral, sobre nuestros recursos y sobre la protección de nuestra fauna y flora.
Aunque también se menciona la salud humana, la propuesta apunta sobre todo a reducir el impacto en el ambiente, con especial énfasis en las emisiones de gases de efecto invernadero. La acción, de hecho, es promovida por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Nación.
Sin embargo, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, en nuestro país, se destinan aproximadamente 65 millones de hectáreas a la ganadería, tierras que no son aptas para la producción de otro tipo de alimento para el hombre. Y enfatizan que la producción con el sistema de pastoreo mejora la fertilidad del suelo, evita la erosión y es beneficioso para la biodiversidad.
Además, sostienen que el secuestro de dióxido de carbono es más relevante de lo que se pensaba. Esto es, el CO2 que se fija a través de la fotosíntesis por parte de las especies forrajeras que consumen los animales. Por otra parte, el CO2 permanece en la atmósfera por mucho más tiempo que el metano producido en la digestión de los alimentos por los vacunos. Por lo tanto, si bien el valor de emisión del metano es mayor -aunque este dato se encuentra en revisión-, al permanecer menos tiempo resulta en un efecto ambiental neto menor.
El Ipcva añade que la carne vacuna es un alimento de alta calidad, rico en nutrientes esenciales como los aminoácidos de alto valor nutritivo, que nuestro cuerpo no puede sintetizar en las cantidades adecuadas, EPA (ácido eicosapentanoico), DHA (ácido docosahexaenoico) omega-3, hierro hem, vitaminas B12 y D3, creatina, carnosina, taurina, particularmente importante en el desarrollo cerebral de los bebés.