Pasó desapercibido, pero esta semana comenzó en comisiones de Diputados el debate sobre el proyecto de alcohol cero al volante. La primera ronda el análisis se dio en la comisión de transporte, aunque todavía le queda un largo camino antes de que pueda ser tratado. Pero nuevamente esto abre la discusión sobre el tema, al que suman voces a favor de la medida y que ya tiene a varias provincias en línea y voces en contra.
Sin adentrarnos en la discusión propia de este tema, se podría afirmar que el concepto de “consumo moderado” está siendo cada vez más atacado y este es un problema global. Así lo sostenía a principios de año, en su informe anual sobre el estado de la industria vitivinícola de EE. UU., Rob McMillan, vicepresidente ejecutivo del banco Silicon Valley y analista del mercado vitivinícola estadounidense. En ese reporte ya daba cuenta de que esta situación no es necesariamente un problema nacional sino más bien un “lobby” internacional.
MacMillan señala que sin importar los numerosos estudios científicos que avalan que una copa de vino tiene importantes beneficios para la salud, hay una maquinaria para contrarrestar estas divulgaciones, que él llama “el comienzo de la neo prohibición”. En este sentido destacó cómo en los 90s gracias a los reportes médicos que indicaban los beneficios del consumo de vino, la demanda de producto aumentó.
Hoy la industria no sólo enfrenta el desafío que imponen los nuevos consumidores, sino también el lobby de la “vida saludable” que en muchos casos no está en línea con el consumo moderado de vino y sus beneficios, sino alineado con el conteo de “calorías”, entre otras cosas.
McMillan es drástico en sus conclusiones y asegura que si esto sigue avanzando es probable que dentro de “una década los vinos comercializados tengan que llevar una advertencia sobre los supuestos riesgos que implica para la salud, sin importar lo que la ciencia ya ha demostrado”. Algo de esto fue desactivado hace muy poco en la Unión Europea.
En Argentina, esto deja lugar al crecimiento de otras bebidas industriales edulcoradas con productos nocivos para la salud, como es el jarabe de maíz de alta fructuosa. Prestigiosos estudios se han llevado adelante probando el beneficio vino-salud y vino-alimento. Al parecer es hora de darle mayor difusión para hacer que los consumidores tengan toda la información.