Mendoza lleva varios años intentando “apalancarse” de la mano de las exportaciones y, a base de muchos esfuerzos, ha logrado resultados importantes (en 2018 facturó U$S1.520.368.766 por los envíos al exterior). Sin embargo, el potencial de crecimiento es mucho mayor y los verdaderos objetivos aún están lejos.
Productores y empresarios locales deben lidiar con un escenario económico complejo: inflación de dos dígitos, tipo de cambio inestable, alta presión tributaria y líneas de financiamiento con tasas altísimas, entre muchos otros problemas. A eso se suma las escasez de acuerdos comerciales internacionales fuera del Mercosur y la enorme dificultad de competir con países mucho más estables en términos económicos.
Todo esa lleva a que miles de actores de la agroindustria local elijan como único destino de sus productos al mercado argentino, donde todos compiten en igualdad de condiciones o, al menos, dentro del mismo escenario económico. Los beneficios de vender dentro del país son claros y la libre competencia interna resulta beneficiosa para muchos sectores. El problema es que no siempre hay mercado para todos y, cuando las ventas en el exterior se vuelven una necesidad, los problemas de competitividad quedan a la vista.
Según estadísticas elaboradas por ProMendoza, en base a datos de Indec, en los primeros once meses del año pasado Mendoza logró exportar 1.030.890.952 kilos de mercadería por un valor total de U$S1.229.294.645. En ambos casos se observan caídas en relación a lo ocurrido en 2019 (-2% y -6% respectivamente), pero se trata de bajas ínfimas si se tiene en cuenta que se trata de un año con pandemia, con caídas de consumo en todo el mundo. Aún más: los envíos de productos primarios repuntaron 29% en volumen y 36% en valor.
Los números demuestran que Mendoza tiene capacidad para crecer en el exterior y un enorme potencial para posicionarse en el mundo. Eso sí, para lograrlo, será necesario que el país retome una senda normal de crecimiento o, al menos, que garantice un menor costo productivo que permita a los empresarios locales salir a pelear batallas en las góndolas del exterior. No siempre se necesita ser el más barato (se puede competir en rangos de precio alto), pero sí es indispensable ser rentable.