La agroindustria de Mendoza busca formas de salir adelante, y no faltan productores innovadores que se arriesgan con cultivos novedosos o formas distintas de elaboración. Desde los frutos secos hasta los papines andinos, muchas son las opciones para quienes buscan diversificar el negocio y establecerse en mercados de nicho.
En el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) mencionaron algunas plantaciones con baja superficie que resultan prometedores como el pistacho (ver nota aparte sobre pistachos) y el granado. Además, se habla de la recuperación del membrillo, que supo tener una superficie importante para dulce y pulpa, y que ahora se la mira para consumo en fresco.
Así lo detalló Alfredo Baroni, coordinador técnico del IDR, para quien en ese listado se pueden incluir algunas variedades tempranas de cereza: “Hace poco se hizo un simposio de cereza temprana y resultan muy interesantes las nuevas variedades”. En total, hoy hay cerca de 700 ha en Mendoza (cuando antes promediaba las 1.200 ha), y la cámara del sector quiere llegar a 2.000 ha de cereza en 6 años.
Por otro lado, para Baroni son llamativas algunas nuevas formas de producción como la hidroponia, un sistema que permite cultivar con agua (y a veces sustratos) en invernaderos. Según datos que maneja el IDR, se utiliza un 80% menos de agua que la agricultura tradicional, y al ser un ambiente controlado, las plantas casi no se ven afectadas por plagas y el producto final es limpio. Algunas plantaciones que utilizan este sistema son frutillas y lechugas.
Además, el coordinador técnico del IDR destacó un crecimiento mundial y nacional del consumo de gin, y destacó que la provincia tiene emprendimientos de ese tipo. “Es interesante el tema de empezar a hacer bebidas destiladas blancas. Mendoza tiene una industria vitivinícola fuerte y eso le viene muy bien”, señaló Baroni.
Innovar en hortalizas
En el caso de las hortalizas, un caso novedoso son los papines andinos, variedades de papa distintas a las tradicionales de Mendoza, donde hoy predomina para consumo la tradicional Spunta. Las variedades andinas son más comunes en el norte del país, en Bolivia y Perú.
Eduardo Barraud, cofundador de Quipu Cultivos Andinos, comentó que producen en Uspallata 12 variedades de papines con distintos colores, sabores y texturas: “Se trata de variedades ancestrales, cuya concentración de materia seca es muy superior a las papas tradicionales que conocemos, haciéndolas más cremosas y con características nutracéuticas superiores”.
Es un producto gourmet, consumido principalmente por la gastronomía, pero que gana espacio en consumidores que buscan sabores nuevos y de mayor calidad. “El rendimiento por hectárea va desde 5.000 a 8.000 kilos, dependiendo de la variedad, lo que representa un rinde de un 15% de una papa tradicional. Esto se compensa en parte con un mayor precio”, detalló Barraud.
Para la temporada que viene, la idea de Quipu Cultivos Andinos es sembrar también en Tupungato, lo que permitirá experimentar en distintos suelos y condiciones climáticas. El proyecto comenzó hace siete años y actualmente venden en Mendoza, Buenos Aires, Rosario, Córdoba y provincias patagónicas.
Otra novedad que se planteó hace pocos años en hortalizas fue el ajo negro. No es una variedad nueva, sino otra forma de procesarlo: se toma el ajo blanco, se lo hornea durante 20 días y se fermenta. Se estima que, al ser horneado, aumenta 10 veces las propiedades de un ajo común, con vitaminas, 18 aminoácidos (de los 20 que existen), reducción del colesterol y prevención de diabetes.
Diego Martín inició en 2013 con algunas pruebas para comercializarlo y, después de traer un horno de Corea del Sur, lanzó el producto al mercado en 2017 con buenos resultados. Sin embargo, en este momento “está frenado el proyecto por el costo de los insumos”, y la esperanza es poder retomarlo el año que viene.
Qué pasó con el Cannabis
El año pasado, la Cámara de Empresarios de Cannabis Mendoza (Cecam) hablaba de 8 proyectos de entre 4 y 7 hectáreas, con una proyección de 2.000 hectáreas en cinco años con plantaciones en Santa Rosa, Valle de Uco, San Rafael y General Alvear. Como cada hectárea emplea de manera intensiva a 16 personas, el potencial incluía dar empleo a 32.000 personas.
Sin embargo, el sector privado empezó a criticar los requisitos de seguridad que se pedían (similares a la prisión de Almafuerte) y algunos contrapuntos legislativos entre la provincia y la Nación. A mediados de 2022, todavía no ha empezado ninguno de esos proyectos.
Desde el ministerio de Economía de Mendoza explicaron que es un panorama complejo, porque a nivel nacional se pretendía que la producción del cannabis medicinal estuviera a cargo del estado y desde la provincia querían mayor participación de los privados. Además, había un conflicto por los permisos de importación de semillas, a lo que ahora se suman importar insumos.