Los argentinos comen en promedio solo 800 gramos de legumbres al año, mientras que el consumo promedio en el mundo es de aproximadamente ocho kilos por persona, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Las legumbres son una variedad de semillas pequeñas y multicolores que tienen un gran valor nutritivo y son un alimento sano y económico, indicó el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires en el marco del Día Mundial de las legumbres, que se celebra este viernes.
Las más conocidas son arvejas, lentejas, garbanzos y porotos, y dentro de ellas existen distintas variedades, con la característica de dar saciedad, aportar textura, y al no poseer un sabor diferencial pueden ser utilizadas en preparaciones tanto dulces como saladas.
En este sentido, forman un grupo de alimentos con un gran potencial, ya que son ricas en nutrientes, fuente de fibra y de proteína vegetal, al tiempo que contienen alto contenido en hierro y zinc y bajo índice glucémico. Además, aportan vitaminas del grupo B, y no tienen colesterol ni gluten.
“Las legumbres son uno de los principales alimentos que las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) recomienda consumir. Se trata de un alimento mínimamente procesado, que en su versión en seco no cuenta con agregado de nutrientes críticos como el azúcar, la sal o las grasas”, explicó la licenciada en Nutrición Lucía Vázquez.
Y señaló que, en relación al consumo poblacional actual, “las recomendaciones nacionales son aumentar la ingesta”.
Sin embargo, de la producción total de nuestro país, el 98% se exporta, principalmente, para la elaboración de alimento seco para ganado, informó la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.
En ese sentido, la nutricionista advirtió que “el consumo y producción de legumbres en Argentina presenta características particulares que necesitamos poner sobre la mesa si queremos pensar posibles soluciones para la problemática alimentaria actual”.
“Nos encontramos hoy con un escenario complejo donde contamos con una alta disponibilidad de alimentos de producción nacional, casi sin requerir la importación de éstos, pero con baja capacidad de acceso de la población. Es decir, los alimentos abundan pero no se distribuyen equitativamente en la mesa de las familias argentinas”, sostuvo la especialista.