Se acerca el tiempo en que las esquinas, las ferias y los negocios adquieren un rojizo intenso. Llega noviembre y como es costumbre en el anteúltimo mes del año, comienza la cosecha de cereza y se estima que se extenderá hasta fines del 2023.
A diferencia de la temporada anterior, en que las heladas les jugaron una mala pasada a los productores, para este año las previsiones apuntan a una cosecha normal mientras el clima continúe acompañando como sucedió hasta la actualidad.
Lo que está aún por verse es la calidad de la fruta debido a la floración despareja. No hubo la misma acumulación de unidades de frío en el invierno en las zonas productivas y esa situación impactará, entre otras cosas, en el tamaño del fruto y en la modalidad de la cosecha.
Más allá de esos aspectos en particular, los productores son optimistas y están convencidos que para la temporada en puerta, el rinde total estará por encima de las 6.000 toneladas.
Mendoza la principal provincia productora del país
En nuestro país la producción de cerezas se localiza principalmente en las provincias de Mendoza, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Chubut.
Mendoza es la principal provincia productora con el 34% de la superficie cultivada del país, según los datos de la Secretaría de Agricultura de la Nación.
En 2010, había en la provincia 1.152 hectáreas cultivadas con cereza, pero ocho años después, cuando se realizó el último Censo Nacional Agropecuario, ese número había caído un 32%, hasta las 766 hectáreas.
En contraposición a la disminución en la cantidad de hectáreas cultivadas, desde la Cámara de Cerezas de Mendoza aseguran que la producción irá en aumento ya que se está llevando a cabo una reconversión en los montes por variedades en las cuales se pueden obtener más rinde por hectáreas.
Buena cosecha, floración despareja
A punto de iniciar la cosecha, los productores encuentran que será un año más que promisorio pero habrá que esperar unos días para saber a ciencia cierta la calidad de la fruta. Como ocurrió en otros cultivos, la primavera anticipada, o lo que es igual, la falta de acumulación de unidades de frío, impacto en la floración.
“Este ha sido un año bastante particular en cuanto a la floración, hay una marcada diferencia entre lo que sucedió en el Valle de Uco con lo que sucedió en las zonas del oasis Norte y el Este, en donde la acumulación de horas de frío necesarias para que el cerezo salga de la dormancia costó más. En el Valle de Uco fue normal mientras que costó más en las otras zonas”, comentó Diego Aguilar, presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza.
“Al ser una floración bastante despareja, habían flores que ya estaban cuajando y otras que todavía ni siquiera habrían así que hay que esperar todavía lo que ocurre en el transcurso de estos días de primavera”, agregó Aguilar.
El principal impacto en la disparidad de la floración se percibe en el tamaño del fruto y por consiguiente en la calidad, lo que determinará después el destino de esa cosecha.
“Si es cierto, hemos tenido distintos estadios de floración, eso significa que la planta ha ido como madurando el fruto de manera despareja y eso nos va a generar distintos estados de cosecha y distintas salidas. Generalmente la primera floración es la fruta buena y lo que quedó de segunda flor, siempre se le llama así en el carozo, puede que sea una fruta de una calidad inferior”, comentó Damián Garro.
Además, repercutirá en la modalidad de la cosecha ya que, al tener maduraciones distintas, obligará a realizar más pasadas por los montes y se estirarán los plazos para efectuar la tarea completa.
“Estimamos que la cosecha va a ser un poquito más complicada en cuanto a la cantidad de pasadas que va a tener que hacer un cosechero para poder levantar toda la fruta. Mínimamente van a tener que hacer por lo menos tres pasadas porque vas a tener fruta madura en un árbol y vas a tener en otro, fruta que le falta. Creo que entre la primera y la segunda pasada habrá una semana o diez días, igualmente esto a veces es beneficioso porque vos podés regular la cosecha y que no se te junte toda la fruta en una misma semana”, explicó el titular de la entidad que representa a los productores.
En 2021 la producción mendocina tuvo un bajón y se cosecharon 4.100 toneladas. Hacía 2022 el pronóstico de cosecha del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) estimó una producción de 6.973 toneladas de cereza en toda la provincia y para este año aún no hay un dato certero “el IDR está realizando el relevamiento” sin embargo las expectativas de los productores son muy buenas y parten de un piso similar al de la temporada pasada.
“Hoy todavía estamos en una en una etapa donde la evaluación es más un poco por la experiencia y viendo cómo evolucionan los cultivos, que la posibilidad de tener realmente un dato técnico que es con el conteo de frutos, pero por lo que se ve hasta ahora podríamos decir que estamos frente a una cosecha normal”, dijo Alberto Carleti.
En 2022 hubo pérdidas que rondaron el 20% en algunas zonas producto de las heladas tardías, en cambio en lo que va del 2023 “el frío no afectó, no hemos tenido ningún problema, el clima acompaña hasta ahora y en la última recorrida que hicimos por varios productores viene bastante bien la cosecha, hay buen volumen en toda la finca. Yo diría que, hasta hoy, va a ser una cosecha completa, lo que pase más adelante, uno nunca sabe”, opinó Garro.
Para el presidente de la cámara que agrupa a los productores de cereza, “vamos a estar por encima de las 6.000 toneladas”, afirmó.
Para Diego Aguilar, el piso irá con el paso de las temporadas en franco aumento porque esperan que ingresen al circuito productivo montes que fueron renovados.
Si bien está “muy de a poco volviendo a crecer la superficie implantada, también lo que sucede es que se están reconvirtiendo algunos montes. Algunos productores han sacado unas variedades que ya no eran productivas o que tenían una mala post cosecha y empezaron a poner variedades más modernas, con otra tecnología, esto va a generar un aumento en la cantidad de kilos”, destacó Aguilar.
“A partir del cuarto un monte empieza a tener producción, obviamente una producción pequeña, alrededor de un 30%, y hacia el octavo año es cuando ya se estabiliza y tenés plena producción. Por eso el incremento en la producción va a comenzar a notarse en las temporadas venideras”, indicó.
Aguilar recordó que “hace unos 15 años lanzamos un proyecto desde la Cámara de Cereza que se llamaba Mendoza 2.000, con la intención de llegar a las 2.000 hectáreas implantadas, y todavía somos este optimistas de que se puede llegar a alcanzar” pese a que “con la coyuntura del país en este momento nadie está dispuesto a invertir en un cultivo que recién vas a ver resultados dentro de cuatro o cinco o seis años, pero el que está en el negocio ha empezado a reconvertir y a mejorar sus montes y productores de otras frutas, incluso vitivinicultura, están destinando pequeñas superficies a la cereza”, dijo con entusiasmo, el dirigente rural.
El destino de la cereza mendocina
Mendoza, además de ser la principal provincia productiva, tiene una ventaja competitiva con respecto al resto de las jurisdicciones, la cosecha temprana le permite le permite salir al mercado en un momento en que está la demanda es alta y la oferta aún escasea.
Del total de la producción mendocina, una parte se pierde en el circuito informal o clandestino, alrededor del 30% (unas 1.500 toneladas) se exporta y el resto va con destino al mercado interno.
“La comercialización informal de la fruta es todo un problema y no nos permite tener una estadística cierta pero también hay que decir que el mercado interno es un gran receptor de la cereza, y hay una parte que se exporta”, detalló Diego Aguilar.
Lo que se vende en el mercado interno se distribuye desde los grandes centros urbanos (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Rosario en Santa Fe) y desde allí hacia el resto de los mercados concentradores.
En tanto los principales compradores en el exterior de la cereza mendocina son China, Inglaterra, el Sudeste asiático, Medio Oriente y Estados Unidos.
“Se exportan entre 1.000 y 1500 toneladas por año, una parte se hace vía aérea y otra por transporte marítimo”, detalló Aguilar.
De acuerdo a la Secretaría de Agricultura de la Nación, con el paso de los años, el valor por kilo exportado de cereza se incrementó de 2,5 dólares el kilo a niveles actuales en los que ronda los 5 dólares por kilo.
“El productor tiene un retorno de dos a dos dólares y medio, después de pagar el empaque, flete, entre otros gastos. Es un buen número, el problema en la actualidad es la situación económica. Si vos lo llevas ese monto al dólar oficial, te están pagando $700 por kilo, mientras que muchos de los costos nosotros lo tenemos a dólar blue, $1.000, es decir que te están liquidando a menos de un dólar. Es una situación compleja e insostenible en el tiempo, esto tiene que cambiar”, aseguró el presidente de la Cámara de productores de cereza.
Pese al mal clima económico, Garro opinó que para esta temporada lo mejor será la exportación ya que “los volúmenes de consumo de fruta han bajado casi un 50% este año (en el país) y eso en la cereza va a impactar un montón” por lo tanto bien “aún si no somos competitivos, va a convenir siempre ir afuera y no el mercado interno”.