Aunque la cantidad de productores y de cabras en la provincia se ha mantenido relativamente estable en los últimos tres años, la producción se ve afectada por dos años sostenidos de sequía y el avance del puma y del zorro, que producen bajas considerables. Por otra parte, los criadores esperan que para octubre y noviembre, la temporada alta de venta de chivos, se haya normalizado la circulación, ya que varios dependen de que los turistas vayan a los puestos a comprarles.
Según datos del Sistema Estadístico de Ganadería, al 31 de mayo de este año había 3.577 productores en la provincia, 1.599 establecimientos y un total de 734.645 caprinos. Mendoza es la segunda mayor productora en el país, por detrás de Neuquén, que tiene 820.028 animales.
A fines de setiembre de 2017, en toda la provincia había 3.377 productores, 1.506 establecimientos y 765.520 caprinos, lo que muestra que en los últimos tres años no ha habido una variación significativa, aunque desde la Dirección de Ganadería advierten que los números oscilan mensualmente, de acuerdo al balance entre los nacimientos y las ventas declarados por un lado, y las ventas, por el otro.
El departamento que concentra la producción provincial es Malargüe, donde se encuentran 1.586 productores y 431.794 animales. El segundo en importancia, Lavalle, cuenta con 594 criadores y 113.155 caprinos, mientras que San Rafael tiene 575 personas dedicadas a la actividad y 111.455 cabezas.
Pablo Dri, coordinador de Planes Caprinos y Ovinos, de la Dirección Provincial de Ganadería, detalló que una característica distintiva de la producción caprina en Mendoza, y lo que la diferencia de las provincias del norte del país, es que los productores suelen tener, además de cabras, equinos, bovinos, ovinos y asnos en sus campos de uso compartido (sin alambrado).
Sin embargo, en el territorio hay variedad de situaciones: desde productores que están a 500 metros sobre el nivel del mar, a otros que llegan a los 2 mil; algunos que faenan en sus puestos y asan chivos para los visitantes, y otros que están esperando la llegada de los compradores. La mayoría se ubica en zonas de secano y se ve afectada por la falta de agua y por los depredadores (zorro y puma), que han ido avanzando a medida que la población humana ha ido disminuyendo en esas áreas.
Dri señala que tanto el caprino como el ovino son carnes alternativas, mientras que lo que se compra en forma masiva es el vacuno y el pollo, que es más accesible. El chivito y el cordero suelen quedar para ocasiones más puntuales y lo mismo ocurre con los compradores de Buenos Aires, que es donde se vende gran parte de la producción local. Pese a eso, el ingeniero zootecnista resaltó que es un producto muy sano, que nunca pasó por un feed lot ni ha recibido antibióticos.
Damián Carbó, director de Ganadería de la provincia, detalló que en la provincia hay dos áreas caprineras fuertes: la del sur, en donde el gran protagonista es Malargüe, y la del norte, desde Lavalle a La Paz. El gran inconveniente que está enfrentando la producción caprina, compartido con el resto de la ganadería en zona de secano, es que la falta de lluvias afecta la productividad. El 90% de las cabras se crían en áreas sin acceso a riego.
La cabra, explicó, tiene un mecanismo de defensa cuando sus niveles nutricionales están por debajo de lo que necesita, que es abortar. A diferencia de la vaca, con este mecanismo, se asegura la supervivencia, pero tiene resultados nefastos para la producción, ya que ha habido años en que alrededor de 50% de las hembras aborta.
Para evitar esto es necesario que, durante los meses más críticos, julio y agosto, se suplemente a las cabras preñadas con unos 100 gramos diarios de maíz. Es que este alimento tiene mayor calidad nutricional, por lo que, pese a que por la preñez tiene comprimido el aparato digestivo, la hembra alcanza a cubrir su demanda. Sin embargo, esta instancia coincide con el momento en que el productor está desfinanciado -ya que vendió la mayor parte de su producción a fines del año anterior- y, además, es ajeno a su idiosincrasia.
Carbó comentó que se viene de dos años consecutivos de sequía y que todo apunta a que éste sea igual de seco, aunque los registros de nevadas de los últimos días mejoraron un poco el panorama. Esto ha provocado disminuciones en el stock bovino y caprino que, si bien no han tenido un impacto significativo todavía, los tiene en alerta.
Del sur al norte
Desde hace 40 años, Amalia Martínez tiene vacas, ovejas, caballos y cabras en su puesto Aguas Blancas, en Los Molles. Durante el invierno y de noviembre a marzo, los lleva a Valle Hermoso. Sin embargo, la productora cuenta que este año hubo mala pastura por la falta de agua y que los animales no volvieron de la veranada tan gordos como otras temporadas. Y si bien tampoco hay mucha vegetación en la cordillera, señala que los han largado al campo para que se procuren el alimento.
Su mayor preocupación por estos días no son las pérdidas o malas pariciones, de las que han tenido poco en el pasado, sino el ataque de los pumas y los zorros, que cada vez les significan una mayor matanza de animales. Es que en época de nevadas, es cuando más bajan a los puestos en busca de alimento. Pero además, señala que un puma puede matar 40 o 50 cabras en una noche, por matar, ya que ni siquiera se las come. Esto los obliga a reunir todos los animales cada día, antes de la noche, para ponerlos a resguardo en el corral. Sobre todo, cuando hay nieve o neblina.
En cuanto a la comercialización, Martínez detalló que venden ellos mismos los chivos en el puesto, ya que están cerca del Valle de Las Leñas. Este año, el centro invernal no abrirá, por lo que está en duda si podrán venderles parte de su producción en octubre o noviembre, cuando están listos los animales. Pero la mujer está tranquila porque asegura que la gente sabe que en Los Molles se crían los chivos más lindos y suele recibir clientes de Mendoza, San Rafael y Neuquén. Como les vende directamente, y no a grandes compradores que llegan de otras provincias, considera que logran obtener un precio adecuado.
Mario Ortiz es productor caprino y vocal de la Asociación Ganadera Centro Cuyano de Lavalle (entidad que presidió durante varios años). El hombre comentó que en el departamento no hay mucha comida porque llovió poco -algo que ya había sucedido el año pasado- y que va a ser un año “fiero” para los ganaderos. Sobre todo, en lo que se refiere a vacas y caballos, que son animales de mayor tamaño. En cambio, señaló que las cabras soportan un poco mejor la escasez de pasturas.
El productor comentó que también se ha ido agudizando la problemática del ataque de los pumas y que incluso hay gente que se ha quedado sin cabras, porque estos depredadores se han ido reproduciendo a partir de que se empezó a controlar que no se los cace y se acercan cada vez más a las casas de los puesteros. Algunas familias que tenían 200 o 300 cabras, hoy se han quedado apenas con 50 o 60, producto de las matanzas; un número que está por debajo de las posibilidades de sustento.
Ortiz también mencionó que si bien la lucha antigranizo es entendible en las zonas vitivinícolas, no entiende por qué desarman las tormentas de verano en donde no hay cultivos, ya que la llegada del agua podría beneficiar a la hacienda. También recordó que en el pasado, los productores más afectados recibían asistencia con alimento para el ganado, pero entendió que este año la situación está muy complicada. De hecho, como no hay pastura, hay mucha gente que está vendiendo los animales.
También manifestó, con cierta preocupación, que las dificultades económicas podrían impactar en las ventas. “Esperemos que podamos vender”, lanzó.
Acompañamiento
La Dirección Provincial de Ganadería tiene dispuestos para el productor caprino el plan de Vacunación contra Brucelosis (enfermedad zoonótica) y el Plan Castrón (de evaluación de Machos), sin costo. Sus técnicos contribuyen haciendo extensión e investigación en conjunto con INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), SAF (Secretaría de Agricultura Familiar), municipios, y Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), entre otros organismos.
También formulan y brindan acompañamiento en proyectos financiados por la Ley Caprina. Y se promueve el asociativismo para que puedan acceder a mejores condiciones al momento de la faena y la comercialización.