Dentro de las distintas estrategias que se utilizan para controlar la polilla de la vid, una de ellas consiste en utilizar feromonas sintéticas, que se impregnan en el aire a través de difusores. De esta manera, los machos se confunden y tienen dificultades para encontrar a las hembras, que son las que liberan estas hormonas, y reproducirse. Sin embargo, estos elementos son importados y esto genera dificultades, por lo que apuntan a que se produzcan en la provincia.
El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza (Iscamen) firmaron un convenio para desarrollar a futuro la síntesis de feromonas que se utilizan para el control de la plaga Lobesia botrana, comúnmente conocida como polilla de la vid.
Julieta Comín, directora de Desarrollo Tecnológico e Innovación del INTI, explicó que se trata de un proyecto muy interesante, que está en etapa inicial. “Aspiramos a producir este activo ecosustentable para los productores de vid. Actualmente, se trabaja en las primeras etapas de selección de rutas sintéticas y, en paralelo, se debe avanzar en el diseño del dispositivo que libera la feromona en campo”, detalló.
Las feromonas sintéticas son fundamentales para un control ecológico, pero la adquisición de difusores de feromonas siempre está sujeta a la disponibilidad de los recursos y al nivel de stock en el mercado local, y no necesariamente a la cantidad de insumos que el programa ha requerido.
En este sentido, Mariel Vanín, secretaria técnica del Iscamen, sostuvo: “Al tratarse de un insumo importado, se complica la planificación de las campañas de control, que dependen del stock de las empresas y de los precios, lo que genera incertidumbre en los organismos de control y en los productores. Tener la elaboración de la principal herramienta generará fundamentalmente certidumbre para avanzar en el control de la plaga”.
Sandra Mayol, presidente del INTI, expresó que les parece importante articular con los organismos y el sector privado, para mejorar la productividad. Agregó que el instituto tiene un centro regional en Mendoza, lo que le permite articular con todo el entramado productivo local.
Por su parte, Sergio Moralejo, subsecretario de Agricultura y Ganadería de la provincia, consideró que la firma de este convenio entre el INTI y el Iscamen “es un buen comienzo para, en los próximos años, contar con una producción propia de feromonas y, sobre todo, significa transferencia tecnológica, tanto para la provincia como para todas las provincias vitivinícolas del país. Adicionalmente, tenemos la bioplanta, donde creemos que podría funcionar la producción”.
La Lobesia botrana o polilla de la vid es la principal amenaza sanitaria de la vitivinicultura mendocina, con un impacto de hasta 50%, en caso de no efectuarse acciones para su control. Por sus efectos, la legislación declara de interés su control. En este contexto, la provincia viene desarrollando campañas anuales de control diseñadas y planificadas según la metodología del Manejo Integrado de la Plaga en grandes áreas.