Bodegas: esperan un 2021 con menor inversión y crecimiento

Un stock acotado, la caída del poder adquisitivo y un dólar que se atrasará, son indicadores preocupantes. El sector, entre la competitividad y la realidad del mercado, tanto interno como externo.

Bodegas: esperan un 2021 con menor inversión y crecimiento
La industria afrontó el proceso de elaboración pensando en que habrá un margen menor para destinar al mantenimiento de máquinas. Foto: Ignacio Blanco/ Los Andes

Un informe de actividad de la industria vitivinícola, realizado por el Centro de Estudios Económicos de Bodegas de Argentina, concluye que, seguramente, 2021 será para el sector “otro año perdido para la inversión y el crecimiento”. Para llegar a esta conclusión, analiza cómo en 2020 crecieron las ventas al mercado interno en volumen, pero el precio cayó, y que lo mismo sucedió con las exportaciones. Sin embargo, por el stock acotado y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, a la par de un tipo de cambio que se atrasará, no es de esperar que la situación se repita en los próximos meses.

El director del Centro de Estudios Económicos de la entidad, Javier Merino, detalló que en 2020 había excedentes vínicos de años anteriores y una elevada tasa de interés, por lo que las bodegas prefirieron bajar el precio al vino y venderlo antes que seguir pagando al banco. Por otra parte, como tenían stock, apelaron al precio como atractivo para sostener las ventas, que crecieron en volumen, pero a un valor mucho más bajo, lo que hizo que cayera la facturación, ya que el incremento de litros vendidos no fue suficiente como para compensar el descenso de precios.

Es decir que tanto la pandemia como la macroeconomía, jugaron un papel fundamental en los resultados de 2020. Merino señaló que es probable que ambas mantengan su rol en 2021, pero la diferencia fundamental es que no hay stock, y cuando las bodegas salen a comprar uva o vino, se encuentran con que los precios se han duplicado en términos reales, por lo que no podrán seguir haciendo promociones tan fuertes, del tipo 2x1.

Otro factor en juego es la pérdida de poder adquisitivo. El año pasado, la caída del salario real se ubicó entre el 5 y el 10%, según la medición que se realice, y la tasa de desempleo se incrementó, con lo que la masa de ingresos cayó y todo apunta a que volverá a suceder en 2021. Si ante esto, las bodegas ya no pueden implementar políticas de venta tan agresivas, es de esperar que los balances de las compañías empeoren.

Por otra parte, el mercado externo tampoco ofrecerá una solución, porque el ministro de Economía de la Nación ya ha anunciado que no permitirán que el tipo de cambio aumente para evitar que arrastre en su suba a la inflación. Es decir que, aunque las bodegas facturen el mismo monto en dólares, perderán rentabilidad frente al aumento sostenido de los costos.

La pregunta clave, planteó Merino, es qué pueden hacer las empresas cuando se les cae la facturación y el crédito disponible para el sector privado es escaso (porque lo toma el sector público con las Leliq y la gente prefiere ahorrar en dólares). La respuesta es que tienen que disminuir costos y, si no pueden achicar sus plantas de empleados –por la doble indemnización- ni pagar menos por la materia prima –porque ante una escasez relativa de uva y vino los precios han subido-, sólo les queda el camino de postergar los planes de inversión.

Caída sostenida

El director del Centro de Estudios Económicos de Bodegas de Argentina detalló que, en los últimos años, la industria del vino ha venido invirtiendo el 5% de la facturación, lo que representa un nivel muy bajo de inversión, ya que los países con economías sanas invierten por lo menos el 20% de su PBI. El 5%, añadió, ni siquiera alcanza para realizar un mantenimiento de los equipos, por lo que, en la práctica, se van descapitalizando.

Esta caída en la inversión, acotó, tiene efectos en el largo plazo, porque se van deteriorando las instalaciones, los edificios y los viñedos (se deben reponer palos, alambres, plantas que se secaron).

Es muy probable, señaló Merino, que las bodegas solamente destinen presupuesto para promocionar vinos en el exterior. Es que en el mundo se ha desatado una “guerra competitiva”. Básicamente, porque los europeos, los principales exportadores mundiales, han tenido semi- cerrados durante el año pasado el sector de hotelería y turismo, que les representa un 20% de la facturación total de la vitivinicultura. De ahí que han intentado exportar más vino a otros mercados, como Estados Unidos.

“Ese partido vamos a jugar en 2021, con competidores más agresivos, que disponen de más dinero para hacer promoción, y un tipo de cambio menos favorable”, planteó. De todos modos, aclaró que no significa que Argentina vaya a perder mercado, pero sí que le resultará más difícil competir que en 2020. Asimismo, resaltó que el año pasado, el comercio mundial de vino cayó 10% en dólares y que, en los últimos 12 meses, las exportaciones argentinas se redujeron un 0,4% en precio.

Hoja de ruta

Ante este panorama, indicó Merino, casi todas las bodegas, desde las más grandes a las más pequeñas, están reconvirtiendo su sistema comercial. La venta directa, a través del comercio electrónico, les ofreció una posibilidad que la mayoría tomó, pero se trata de un campo en el que aún resta mucho por hacer, como realizar inversiones en desarrollo, big data, manejo de redes sociales.

Por otra parte, en 2020, muchas empresas descubrieron que tenían más insuficiencias de las que pensaban en ciertas áreas, comenzaron a revisar y dejaron de hacer ciertas cosas, con lo que pudieron incrementar su productividad. En muchos casos, aclaró, no se trata de reducir personal sino de mejorar los procesos, como el logístico. Así, por ejemplo, analizaron que les convenía asociarse con otras para tener un galpón en Buenos Aires para poder afinar la distribución. También entendieron la importancia de capacitarse en gerenciamiento e innovación.

Otra mirada

Eduardo Sancho, presidente de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas de Argentina), expresó que hay distintos posibles escenarios para 2021, según lo que suceda con el dólar, la inflación y los salarios. Por otra parte, se debe esperar a ver cómo termina la cosecha ya que, si bien se habían estimado entre 19 y 20 millones de quintales, parecería que se van a superar esas previsiones.

Por lo pronto, planteó que será un año sin excedentes y que la recuperación del precio del vino de traslado se va a sostener en el tiempo, a menos que caigan el consumo y las exportaciones. En cuanto al mercado interno, esbozó que su mantenimiento dependerá del salario que, en un año electoral, generalmente se recupera. Sobre las exportaciones, estimó que se sostendrán las de fraccionado y caerán las de graneles, por la reducción del stock. Pero resaltó que espera que 2021 sea un año de equilibrio.

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