Hace 20 años, Aurelio Montes llegó a Argentina para inaugurar su primera bodega en el país: Kaiken. Con todo el expertise que ya traía de Viña Montes, fundada en 1988 en Chile, el enólogo y empresario logró crear una empresa que se ha consolidado en la provincia y promete seguir creciendo en base a la exploración y la apuesta por nuevos territorios y variedades.
En una charla con Los Andes, el chileno habló de cómo es invertir en el país, las diferencias entre la vitivinicultura argentina y la trasandina, la competencia en el mundo y la ventaja que ha logrado su país en la exportación, entre otros temas.
- Desde su visión de extranjero, ¿cómo es tener una bodega en Argentina?
- Tengo mucho cariño y aprecio por lo que se hace en el país con el Malbec. A los técnicos les tengo mucho respeto y los considero gente muy inspirada en la calidad. Era un movimiento natural que tenía que hacer desde Chile.
Cuando allá la marca Montes estaba navegando bien, pensamos en nuevos lugares para expandirnos y buscar cosas entretenidas y divertidas. Argentina era lo natural, pero llegamos sólo con ganas, porque no teníamos nada. De a poco arrendamos espacios en fincas y comenzamos a conocer Mendoza, hasta que compramos la bodega donde hoy está Kaiken y algunas fincas. Todo resultó bien y fue un sueño muy natural que logramos cumplir.
Estamos muy contentos de estar acá. Me siento en casa por la gente, su cariño y la calidad de las personas. Ahora estamos abocados a hacer crecer el negocio que hemos armado acá.
- En cuestiones de rentabilidad, ¿cómo han sido sus 20 años en el país?
- Para ser bien honesto, nos ha costado un poco más que en Chile. Comenzamos muy bien y crecimos muy rápido. Después vino un periodo de meseta. Hoy estamos sacando productos innovadores para refrescar un poco una marca, que en 20 años creció y se consolidó.
A nivel país, hay que aprender a navegar en Argentina, con problemas económicos, laborales, de importación de insumos y con un dólar que maneja el Banco Central. Se hace todo un poco más difícil, pero hemos aprendido a convivir con eso y hoy la bodega está con buenos números.
Pensamos que todavía nos queda un camino tremendo por recorrer. Estamos abocados a eso y no tengo dudas de que lo vamos a hacer, porque tenemos ganas, espíritu y sabemos cómo hacerlo.
- ¿Qué es lo más difícil de invertir en Argentina?
- Lo peor es adaptarse a un sistema tan distinto, con un control tan grande del Banco Central, con trabas para la importación o la imposibilidad de sacar dinero del país. Pero tiene un lado bueno, y es poder conocer su vitivinicultura de excelencia y una variedad maravillosa que en Chile no se da tan bien como acá, ni se vende tan fácil. Hemos ganado mucha experiencia en eso y hemos conocido a enólogos, viticultores y empresarios de gran nivel. Lo que nos tiene muy entusiasmados es el gran potencial que tiene Argentina, que aún no se ha desarrollado al 100%.
- Comparando la industria vitivinícola argentina con la chilena, ¿en qué es más fuerte cada una?
- Argentina tiene la variedad Malbec, que ha sido el gran boom del país y le ha permitido desarrollarse muy fuertemente. Pero tiene un problema, que es que está colgado básicamente de una variedad. Varietales maravillosos como el Cabernet Franc o el Cabernet Sauvignon no se han logrado desarrollar.
En Chile, probablemente por la necesidad de subsistir, salimos a exportar, a golpear puertas y a aprender a vender bien afuera. Eso es algo que hicimos antes que Argentina, entonces ganamos terreno. No teníamos el consumo interno ni la gastronomía que había aquí, entonces tuvimos que salir a vender. Así, nuestro problema se convirtió en una fortaleza.
Diría que Chile ha sido un poco más audaz. Hoy hay uva desde San Pedro de Atacama, a 2.000 km al norte de Santiago, hasta Chiloé, donde tenemos viñas con Montes. Hemos sabido explotar más que los argentinos la diversidad de los terruños. Se han quedado muy pegados a Mendoza o el Valle de Uco y recién ahora están apareciendo otras cosas que van a prosperar bien.
- ¿Qué debería imitar Argentina del modelo exportador chileno?
- Creo que el tema de la diversidad, de atreverse a explorar y potenciar las denominaciones. En materia económica, Chile lleva mucha ventaja con los tratados de libre comercio. Eso nos ha abierto las puertas en mercados como el de Asia, una potencia inimaginable. Hoy el destino número uno para el vino chileno y para Viña Montes en particular es China. Con nuestros importadores estamos tratando de meter Kaiken, pero es como caminar sobre arena movediza, porque no avanza.
- Cuando al consumidor internacional le presenta sus vinos de Argentina y de Chile, ¿con cuáles se quedan?
- Es una respuesta complicada. La imagen país que tiene Argentina en el mundo es infinitamente mejor que la de Chile. A ustedes los conocen por ser un destino turístico, sus figuras deportivas y artísticas. Mendoza tiene un turismo enológico cinco veces mejor que el chileno pero mi país tiene la ventaja de tener sus productos muy instalados en los mercados.
Argentina tiene un potencial infinito, pero Chile le lleva ventaja en la actualidad, porque hemos sido más ágiles. Todos los mercados son distintos pero, probablemente, todavía el vino chileno sea un poco más fácil de vender que el argentino, aunque todavía queda un camino gigantesco por delante.
- En su apuesta por la diversidad, ¿cuáles son las zonas que están explorando con Kaiken?
- Nosotros estamos yendo a valles ubicados más hacia el norte. Ya tenemos un vino de Canota y estamos explorando otros lugares. En este último viaje tuve reunión con los enólogos y la idea es explorar otro valle que está un poco más al norte, donde ya hay viñedos, pero no los han explotado. Están como dormidos. Son todos valles chicos y todavía tienen una vitivinicultura rústica, con variedades como la criolla.
Hacia al Sur, se salta prácticamente de Mendoza a Río Negro con un poco de San Rafael, pero creemos que allí pueden quedar cosas fantásticas que todavía nadie las ha tratado. Queda por explorar y nosotros estamos con eso.
- ¿Cuánto producen con Kaiken y cómo es la exportación?
- Tenemos una producción de 2,5 millones de botellas y el objetivo es seguir los pasos de Viña Montes, que tiene un volumen muy superior. Se trata de una bodega netamente exportadora, con un 95% que se destina a la venta en el exterior, principalmente en Brasil y en Finlandia -donde Kaiken significa “todo” y ha logrado instalarse gracias a ese aspecto con ventas superiores a la bodega chilena-. En los otros mercados estamos bien, pero viene detrás de Montes, donde le lleva 14 años de ventaja. En otros mercados estamos trabajando para crecer con la marca.
Perfil
Aurelio Montes (72) es enólogo y empresario chileno. Está casado con Bernardita, con quien se convirtió en padre de cinco hijos y en abuelo de 19 nietos.
Después de años de experiencia en distintas bodegas de Chile, a los 38 años decidió fundar Viña Montes, a la par que comenzó con la asesoría de viñas, donde se convirtió en uno de los más importantes de su país. En 2001 desembarcó en Mendoza y fundó Kaiken, ubicada en Luján de Cuyo.
Además, por fuera de las bodegas, su familia es productora de frutas, principalmente de cereza, y es un gran productor de flores en su país, donde todo lo que produce lo exporta.