Arman “casas” para insectos polinizadores y benéficos para los cultivos agrícolas

Es una de las propuestas de un asesor para que puedan anidar, poner huevos y refugiarse, de modo de mantener la biodiversidad en las fincas

Arman “casas” para insectos polinizadores y benéficos para los cultivos agrícolas

Hace ya unos años que el campo (denominación generalizada que refiere a productores, proveedores de insumos, asesores, agroindustriales, etc) se ha dado cuenta qué hay que cambiar. Que la sustentabilidad también tiene que jugar sus cartas en la producción actual. En este sentido, la iniciativa del asesor cordobés Lucas Andreoni, de instalar “hoteles para insectos” en algunos de los campos en los que trabaja, resulta interesante para los tiempos que corren.

“No es nuevo, es algo que vi hace varios años en otros países, como Alemania, y que se usa mucho en horticultura, pero que acá en producciones intensivas es difícil de ver y tiene que ver con armar un lugar para que los insectos puedan anidar, poner huevos y refugiarse”, contó a Clarín Rural, Andreoni, que es asesor CREA y AAPRESID hace más de una década. Actualmente, junto a tres colegas hace las recomendaciones de manejo en unas 45.000 hectáreas del sur de Córdoba y despunta el vicio como productor en unas 500.

Generalmente ponen los hoteles de insectos cerca del casco de la estancia, de modo también que puedan medir, a través de la biodiversidad, cuán sano es el ambiente allí. Otra clave es ponerlos de este a oeste, para que no los agarren vientos del norte ni del sur
Generalmente ponen los hoteles de insectos cerca del casco de la estancia, de modo también que puedan medir, a través de la biodiversidad, cuán sano es el ambiente allí. Otra clave es ponerlos de este a oeste, para que no los agarren vientos del norte ni del sur

“Leí bastante sobre el tema, me puse en contacto con investigadores y me picó la idea de proponerlo en algunos de los campos que asesoramos, donde también proponemos mantener la biodiversidad haciendo paisajes multifuncionales y corredores biológicos”, explicó Andreoni. Y agregó: “Está comprobado que es fundamental el trabajo de los insectos y los polinizadores para el aumento de la productividad”.

“Hace unos años ya que los sistemas se han simplificado y por eso colapsaron, con gran injerencia de la soja en las rotaciones, y como consecuencia de usar uno o dos herbicidas para solucionar todos los problemas de malezas, y por eso hay que ver de qué forma se empieza a cambiar”, apuntó Andreoni.

Históricamente, el manual decía que había que buscar llegar con el suelo lo más limpio posible, dejarlo sin cobertura incluso a costo de varias pasadas de discos, rejas y rastras, para que quede libre de malezas y poder sembrar. Hoy, el concepto es diferente, “los buenos” son los que intensifican, dan más vida al suelo con más y diferentes cultivos, generando materia orgánica.

Cómo se “edifica” el hotel

El “hotel” se puede armar de cualquier material, “nosotros usamos cajones, reciclamos palets, puede ser de cualquier medida y lo que sí importa es que haya varios cubículos para que los distintos insectos se instalen a gusto”.

En el que armó Andreoni se pueden ver muchos troncos, marlos, piñas, cañas. “En los troncos hicimos agujeritos con distinto tamaño entren las abejas de distinto tamaño, pero también en las cañas para las avispas que son más grandes, también hay hojarasca de los árboles, son todos lugares donde se pueden refugiar, hay trabajos en los que te dicen qué tipo de cosas busca cada insecto”, explicó al asesor.

En cuanto a dónde se pueden o se recomienda armar, Andreoni dijo que generalmente los ponen cerca del casco de la estancia, de modo también que puedan medir, a través de la biodiversidad, cuán sano es el ambiente allí. Otra clave es ponerlos de este a oeste, para que no los agarren vientos del norte ni del sur.

El objetivo de Andreoni es, una vez instalados los hoteles de insectos medir antes y después, cómo cambia el ecosistema. Van a trabajar con el INTA y CONICET para esto. Por ahora, los instalaron en campos de 1600, 1800 y 3500 hectáreas. Será el banco de pruebas. “También sirve para poner el tema de la biodiversidad y su importancia en agenda”, recordó Andreoni.

En el hotel que armó Andreoni se pueden ver muchos troncos, marlos, piñas, cañas. “En los troncos hicimos agujeritos con distinto tamaño entren las abejas de distinto tamaño, pero también en las cañas para las avistas que son más grandes, también hay hojarasca de los árboles, son todos lugares donde se pueden refugiar", explica.
En el hotel que armó Andreoni se pueden ver muchos troncos, marlos, piñas, cañas. “En los troncos hicimos agujeritos con distinto tamaño entren las abejas de distinto tamaño, pero también en las cañas para las avistas que son más grandes, también hay hojarasca de los árboles, son todos lugares donde se pueden refugiar", explica.

Corredores biológicos

Andreoni aprovechó a repasar qué son y cómo están trabajando con los corredores biológicos y los paisajes multifuncionales.

“No hay mucho investigado a nivel país por eso que estamos trabajando con investigadores para que nos ayuden a cuantificar el impacto y los beneficios pero lo que se trata con los corredores biológicos y los paisajes multifuncionales es tener biodiversidad en los campos”, contó Andreoni.

Ahora bien, ¿qué son? Los paisajes multifuncionales son, por ejemplo, sectores del campo chicos, en los que se intentó hacer una producción agrícola pero no funcionó y fueron quedando en desuso. “Vimos casos de lotes salinizados de 500 metros cuadrados que hoy tienen 30 hectáreas, se les sacó la vegetación, no son agrícolas y se van salinizando”, indicó Andreoni.

Inicialmente se separaron estos lotes y allí se buscó instalar flora diversificada como “llamador” de insectos. Por otro lado, el asesor consideró que “cuando más biodiversidad de cultivos tenés: trigo sarraceno, trigo, sorgo, maíz, girasol, soja, forrajeros, tenés un ecosistema mucho más diverso en el que van a proliferar una mayor diversidad de insectos”. Entonces, la idea es generar lugares en el campo para que puedan alojarse.

Entre esos paisajes debe haber corredores biológicos, porque “si bien sabemos que la abeja vuela kilómetros, hay otros polinizadores que vuelan menos, y si no les generas los lugares para trasladarse desaparecen”.

Los corredores, en una primera instancia, se están armando cerca de los cascos de las estancias y cerca de los alambrados o divisorias de lotes. “Antes pedíamos que en los alambrados no haya nada, que queden limpios, hoy si dejamos sin hacer nada van a crecer seguramente malezas como yuyo colorado y rama negra, porque tienen banco de semillas de sobra, pero para impedir eso, sembramos en un ancho de 5 metros un popurrí de pastura como tréboles, festuca, agropiro, melilotus, etc. que irán floreciendo y atrayendo a los insectos y polinizadores, a la vez que son buenos competidores con las malezas, así se arma un corredor biológico”.

“Son todas cosas muy nuevas que hay que empezar a medir e investigar porque para mí la agricultura va para ese lado, cómo producir causando un menor impacto ambiental y con esto ayudás mucho a mejorar la biodiversidad”, concluyó Andreoni.

Por Juan I. Martínez Dodda - Clarín Rural especial para Los Andes

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