Habitualmente, cuando se habla de la eficiencia en el uso del agua, se plantea que los productores deben implementar el riego por goteo, pero que el principal obstáculo es el financiamiento. Si bien el gobierno provincial cuenta con algunas líneas de crédito –además, se incorporó una específica en el programa Mendoza Activa-, no han tenido el impacto pretendido en la implementación de mejoras.
La agricultura utiliza aproximadamente el 75% del agua disponible en la provincia y apenas el 20% de las hectáreas cultivadas se riegan con algún sistema presurizado. El resto, con el tradicional riego por escurrimiento que, en el mejor de los casos, alcanza un 65% de eficiencia. Por eso, se suele enfocar en el sector productivo la necesidad de hacer un uso más eficiente de un recurso cada vez más escaso.
Daniel Massi, coordinador de la Comisión Hídrica de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas), planteó que, si bien instalar el riego por goteo implica una inversión importante, los productores podrían, con el acceso a algunas de las alternativas de financiamiento vigentes, ir avanzando de modo paulatino. Sin embargo, en muchos casos esto no sucede y manifestó que se culpa al productor.
“¿Por qué no innovamos en el riego?”, lanzó. Porque para implementar el presurizado, detalló, se necesita, además de la inversión en las mangueras y el sistema de bombeo, la disponibilidad de una dotación de agua que sea constante. De ahí que sólo es una opción en aquellas propiedades que tienen una perforación o una represa.
Massi explicó que el riego por goteo utiliza una cantidad de agua bastante menor –en comparación con el escurrimiento-, pero que debe tratarse de un caudal sostenido, durante un período largo, mientras que el sistema de distribución provincial aporta un volumen significativo, pero en poco tiempo. Resaltó que esto tiene que ser así porque está conformado por una importante extensión de canales de tierra y, si se enviara poca cantidad, se perdería aún más recurso por infiltración.
Con esta modalidad de entrega, aclara el ingeniero agrónomo, quienes no tienen una perforación deberían hacer un reservorio para guardar el líquido y luego distribuirlo por goteo. Pero este embalse debe tener un tamaño considerable para poder almacenar el agua que se entrega por turno y, en una propiedad pequeña, demandaría una fracción importante del terreno. Esto, además de implicar una doble inversión: para el sistema presurizado y para la represa, lo que dificulta el acceso a esta posibilidad para un buen número de productores.
Esto se evidencia, señaló el coordinador de la Comisión Hídrica de Acovi, en que los que utilizan riego por goteo se encuentran, en general, fuera de los oasis, y que, además, tienen propiedades grandes, que cuentan con espacio para tener un reservorio (y espalda financiera para afrontar la inversión).
Massi señaló que han pedido al Departamento General de Irrigación y las inspecciones de agua, así como a otros actores involucrados, que se cambie la forma de entrega del recurso a las propiedades, para que muchos más puedan implementar mejoras en la intrafinca. “La agricultura es ineficiente. La eficiencia en el riego por escurrimiento no pasa del 60% a 65%, como máximo, y habitualmente es menor pero el sistema de distribución también es ineficiente y no se habla de eso, ni de cuánta pérdida del recurso genera”, planteó.
Sumó que hay una necesidad de infraestructura muy importante y que el gobernador Rodolfo Suárez verá que en Israel no hay canales de tierra, sino que están todos entubados, porque en el desierto no se puede perder agua. Del mismo modo, consideró fundamental avanzar en Mendoza en la impermeabilización de canales y de medir el caudal que se entrega, para ser equitativos.
Se debe recordar que, en estos días, Suárez viajó, invitado por el gobierno nacional, con sus pares de otras ocho provincias, dos vicegobernadores y funcionarios nacionales, a ese país para participar en una misión de cooperación científico tecnológica sobre el manejo del agua. El viaje incluirá visitas a plantas de desalinización, riego y medición inteligente en distintos puntos de Israel, además de encuentros entre la comitiva argentina y funcionarios israelíes.
El objetivo está en conocer qué mecanismos desarrollados en ese país podrían replicarse en Argentina, en zonas en las que la escasez de agua está resultando un obstáculo para la producción. Es que no sólo Mendoza acumula varios años consecutivos de sequía y una reducción sostenida en los caudales, sino que en San Juan la situación ya es crítica y, en otras partes del país, la falta de lluvias ha causado mermas productivas.
En cuanto a la inversión que demandaría a la provincia modificar el sistema de entrega de agua, Massi reconoció que sería una inversión importante, pero que ahí podría entrar en juego el “plan B” de Portezuelo del Viento que, acotó, no podría funcionar porque, precisamente, no alcanzará un nivel de agua suficiente para que pueda generar energía eléctrica.
San Juan, muy cerca
Más allá de que en la provincia se observa una reducción sostenida en las nevadas y, por consiguiente, en el caudal de los principales ríos –del 50% respecto del promedio histórico en las últimas temporadas-, y que los modelos de pronóstico no anticipan mejoras, Mendoza tiene muy cerca un espejo para mirarse en un futuro cercano, si no se comienzan a implementar modificaciones: San Juan.
El director del Centro Regional Mendoza y San Juan del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), Claudio Galmarini, señaló que en la vecina provincia ya están teniendo conflictos para armonizar el uso humano, industrial y de riego. Además, algunos diques no alcanzan el nivel de llenado suficiente como para generar energía eléctrica.
Si se cumplen los modelos climatológicos, que indican que en los próximos 10 años va a seguir nevando en la Cordillera por debajo de la media histórica, la situación sin duda se complicará. Es que los escenarios más optimistas apuntan a que el panorama sería el mismo que ahora (y los pesimistas, a que sería mucho peor).
Por eso, consideró que la eficiencia en el uso del agua no puede tener que ver solo con el riego agrícola, sino que debe abordarse en forma integral. En el caso del uso poblacional, algunos análisis plantean que se pierde cerca del 50% del recurso para consumo domiciliario porque la red de distribución es vieja y no se cuenta con medidores en las viviendas (en realidad, solo un 10% del total de usuarios domiciliarios paga por lo que efectivamente consume). Los mendocinos utilizamos una cantidad diaria muy superior a lo recomendado a nivel internacional.
Pese a esto, Galmarini reconoció que entre 80 y el 89% del agua se usa para la agricultura, por lo que se trata de un sector en el que se debe mejorar la eficiencia de uso del recurso. Una estrategia es la adopción de riegos presurizados. Sin embargo, coincidió en que no todos los productores pueden implementar el riego por goteo ya que realizar la inversión que demanda construir un reservorio puede resultar muy complejo, en especial para los pequeños.
En este sentido, estimó que se podrían aplicar soluciones asociativas –que varios productores compartan un reservorio- y utilizar los mismos canales de conducción para acumular agua. algo que ha empezado a implementar el Departamento General de Irrigación. También indicó que es importante que la distribución sea más eficiente y se avance en la entrega acorde a la demanda de cada cultivo (es decir, cuando realmente lo necesitan y no solo por turnos), para lo que es necesario lograr acuerdos en las inspecciones de regantes y con los inspectores de cauce.
El INTA lleva un tiempo trabajando con los productores para asesorarlos en posibles mejoras en el riego intrafinca, que suelen implicar inversiones menos costosas. Galmarini detalló que, en todas las cuencas, en algunos casos solos y en otros asociados con Irrigación y Coviar, cuentan con parcelas demostrativas vinculadas a la mejora de la eficiencia de riego, en las propiedades que los productores ponen a disposición. La experiencia no sólo sirve al propio productor, sino que también permite mostrarla a sus vecinos. Sumó que, ante la crisis hídrica, han estado mucho más dispuestos a realizar cambios.
Las modificaciones tienen que ver, principalmente, con el tiempo de riego, el caudal aplicado y la sistematización; es decir, la forma en que se conduce y utiliza el agua. También, con un ajuste en el nivel del terreno, para optimizar el escurrimiento, y con remover lo menos posible el suelo. Con tecnologías sencillas, se puede mejorar entre un 10% y un 30% la eficiencia. También destacó líneas de investigación como la generación y evaluación de portainjertos y variedades que necesitan menos agua, sin resignar productividad.
Galmarini indicó que Israel es un ejemplo de uso eficiente del agua y que muchas empresas que ofrecen tecnificación de riego en la provincia son representantes locales de firmas israelíes, pero resaltó que hay mucho conocimiento sobre la problemática en instituciones y organizaciones locales; sólo hay que tomar las decisiones correctas y priorizarlas.
También planteó que, además de los ajustes en las fincas, se debe hacer inversiones para mejorar la conducción de agua desde las represas a las propiedades. Sobre esto, detalló que lo ideal sería un sistema de tuberías que aproveche la diferencia de altura para generar presión sólo por gravedad, sin necesidad de utilizar sistemas de bombeo.
Otro tema importante, aportó, es el uso del agua subterránea, que requiere contar con un buen balance hídrico para conocer cuántos pozos se podrían hacer y cuánto recurso se puede utilizar, de manera de permitir la recarga de los acuíferos, evitando la contaminación de las napas.
Asimismo, el director del Centro Regional Mendoza y San Juan del INTA sumó que la energía es otra problemática conexa y que debe ser contemplada, ya que el costo de la tarifa eléctrica es decisivo para muchos productores. De ahí que también deba pensarse en comenzar, por ejemplo, a priorizar el uso de energías renovables, como la solar, para las bombas de las perforaciones.
Los costos de tecnificar
Cuando se habla de riego presurizado, existen tres opciones: por goteo, por pivot y por micro aspersión. Este último cada vez se utiliza menos, porque se pierde mucha agua por evaporación, mientras que el primero es el de uso más extendido en la provincia, aunque sólo 20% de la superficie cultivada cuenta con este sistema. En tanto el pivot resulta óptimo para algunas hortalizas, como el ajo y la zanahoria, y el cultivo de forrajes.
Sebastián Halpern, fundador y socio de Masteragua (empresa proveedora de insumos para la conducción, control y filtrado del agua), indicó que para instalar riego por goteo se debe pensar en una inversión de U$S 4.500 por hectárea, lo que incluye los materiales, la instalación y los equipos de bombeo. En tanto, para utilizar pivot, se requiere de unos U$S 3.000 por hectárea.
Pero también apuntó al problema que tienen el productor pequeño y mediano, no sólo para acceder a financiamiento, ya que las líneas disponibles son muy pocas, sino porque no se pueden realizar nuevas perforaciones y la alternativa a eso, que es construir un reservorio de agua, tiene un valor muy alto. Por otra parte, cuando tienen un pozo, también se debe contemplar el costo energético y la potencia disponible, ya que la infraestructura eléctrica es insuficiente en ciertas zonas.
Por eso, Halpern comentó que, con otras entidades, han pedido al gobierno una política de largo plazo, con un master plan para entubar el sistema de conducción desde los diques, lo que permitiría al productor contar con agua ya presurizada. Esto, porque la mayoría de los embalses, se encuentra a mayor altura que las fincas, por lo que, por esta diferencia, no sería necesario que las propiedades agrícolas contaran con sistemas de bombeo.
El empresario manifestó que se debe eficientizar la conducción del agua hasta las fincas, para después ver cómo se optimizan los sistemas intrafinca.
En esto también se debe incluir la reutilización de aguas tratadas, ya que es mucho el caudal que se pierde. En este último caso, acotó, se podrían colocar bombas en las plantas cloacales, cuando el líquido ya ha sido tratado.
Como contraparte, consideró que el agua hay que cobrarla como corresponde, ya que la de Mendoza es una de las más baratas en el mundo y, de esta manera, se favorece un uso más eficiente por parte de los productores.
Además, señaló que es un proyecto para concretar en 20 o 30 años, pero que en algún momento se debe comenzar. Sumó que hay préstamos a nivel mundial para financiar la construcción de este tipo de infraestructura.
El impacto de la escasez hídrica en la producción
En las últimas temporadas, una parte de la merma productiva, particularmente en vid, se ha debido a la crisis hídrica. Es que los productores no reciben la cantidad de agua que necesitan para regar todas las hectáreas cultivadas y los que cuentan con perforación para complementar la dotación, en muchos casos, en particular los más pequeños, no la utilizan porque no pueden pagar la energía eléctrica.
La estrategia que suelen aplicar para no tener pérdidas productivas es regar menos superficie. Esto significa que, del total de hectáreas que tienen empadronadas con derecho a riego, cultivan un número menor para asegurar una dotación suficiente de agua a las que sí tienen con cultivo, para poder mantenerlo en buenas condiciones. Incluso, algunos alquilan propiedades colindantes con el mismo objetivo.
Daniel Massi, coordinador de la Comisión Hídrica de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas), indicó que la modernización del uso del agua no sólo evitaría situaciones como que algunos productores dejan de regar un cuartel, sino que se asocia a mejoras productivas, que aumentan los ingresos de quienes se dedican a esta actividad.
Es que, al implementar el riego presurizado, se cambia el uso de herbicidas, el laboreo del suelo, el manejo de los viñedos, el tema sanitario y de nutrición de las plantas. La modificación del sistema de riego, puntualizó, viene acompañada de un paquete tecnológico que tiene un impacto positivo en la producción.
Por su parte, Sebastián Halpern, fundador y socio de Masteragua (empresa proveedora de insumos para la conducción, control y filtrado del agua), destacó que, con el riego por goteo, todas las plantas, desde la primera a la última, reciben la misma cantidad de líquido y de productos, ya sea fertilizantes o agroquímicos.
Sin embargo, las dificultades para el acceso a estas tecnologías por parte de los pequeños productores están acelerando un proceso de concentración productiva, ya que los que tienen unas pocas hectáreas van desapareciendo, al tiempo que se incrementa la superficie en manos de grandes empresas, que sí pueden implementar los paquetes tecnológicos.
Cabe recordar que según el último censo agrícola en Mendoza hay 204.784 hectáreas con cultivos. De ellas, 138.527 tiene riego gravitacional, 3.642,2 por aspersión, 47.679 hectáreas con riego por goteo, 1.198 hectáreas con microaspersión mientras el remanente tiene otros sistemas sin discriminar.