Sostener un nuevo emprendimiento en el tiempo puede ser una tarea difícil y esto se refleja en la tasa de supervivencia de las nuevas empresas: en la Argentina, ocho de cada 10 nuevas compañías llegan a los dos años de vida, y solo tres de 10 llegan a los ocho años, según datos del Ministerio de Producción y Trabajo. Si bien el contexto económico puede jugar a favor o en contra del desarrollo y crecimiento de unaPyme, lo cierto es que en la mayoría de los casos la falta de conocimientos para llevar adelante un plan financiero próspero es lo que termina arruinando el negocio.
Los datos que un emprendedor necesita para elaborar un plan económico son: cuánto dinero se necesita (inversiones), cómo conseguirlo (financiación), cuánto calcula vender y a qué precio (ingresos), cuáles serán los costos variables de los productos/servicios, y cuáles serán los costos fijos, incluyendo los salarios. Una vez plasmados estos datos en números y vinculados entre sí, se trataría ahora darle forma a toda esta información para armar un plan económico-financiero que será determinante para la viabilidad al proyecto.
Expertos consultados en el tema coinciden que, a la hora de emprender, el producto que se creará o el servicio que se dará debe tener la misma prioridad que la estructura financiera que tendrá el proyecto, muchas veces relegada a una segunda instancia. Para Rosa Estañ Homs, mentora y coach profesional y financiera, experta en Inteligencia Inversora, “cuando un emprendedor pone en marcha un negocio, a título individual, como autónomo, es necesario que haga un plan de viabilidad, siendo muy importante el plan económico financiero”. En consecuencia, indica que “se debe contemplar una asignación económica mensual, a modo de sueldo o gasto de personal, que pudiera estar asimilada al salario mínimo interprofesional que esté establecido en el país”.
Y añade: “Los gastos financieros inherentes a la constitución de un préstamo destinado a la inversión y puesta en marcha del negocio (comisiones de apertura, gastos notariales, intereses mensuales de la deuda) se repercuten en la cuenta de resultados también como un gasto de la empresa”. Según destaca, “es un error frecuente no imputar los gastos de su sueldo a la cuenta de resultados de la empresa porque, especialmente al principio, no hay suficiente dinero para ello. La fórmula correcta es asignar en el ‘debe’ de la cuenta de resultados ese salario, y reflejar en el ‘balance’ la partida de ‘Salarios pendientes de pago’ por los sueldos devengados por el empresario no cobrados”. De esta manera, según Estañ Homs, “el emprendedor no se engaña respecto a la rentabilidad de su empresa al contemplar gastos reales. Una compañía puede ser rentable, pero sufrir desfases de liquidez que hay que abordar”.
En tanto, para el especialista en educación financiera de la Sociedad de Bolsa de Balanz Capital, Franco Cipriani, “quien emprende por primera vez busca la mayor cantidad de pesos posibles y tiende a vender el auto, por ejemplo, o usar todos sus ahorros. Si bien puede resultarle exitosa esta maniobra, la realidad es que está mezclando todos sus activos personales con un nuevo proyecto que puede dejarlo sin nada”. En ese sentido, destaca que “es clave que el emprendedor piense en alternativas de financiamiento para no mezclar sus activos personales con los del proyecto y su empresa. Disciplina y criterio son las principales habilidades para poder saber hacer una separación lógica y tener un excedente de dinero en caso que el proyecto no funcione y continuar viviendo sin presiones financieras”.
En esta línea, Cipriani menciona distintas formas de financiar un nuevo emprendimiento como complemento al ahorro propio. Primero, los famosos "FFF" (Friends, Family & Fools, o amigos, familia y "tontos"): montos pequeños y condiciones flexibles, pero que pueden traer algún estrés familiar o con amigos. Invierten normalmente sin ver la empresa en marcha y sin exigir porcentajes del proyecto. Luego, las aceleradores, programas esponsoreados por los gobiernos e inversores ángeles, con montos en torno a US$ 25.000, a cambio de un porcentaje de las acciones y con la empresa en operaciones o a punto de tener un producto en el mercado. También están los fondos de venture capital, con montos que pueden ser sumas millonarias y ayudan a financiar la expansión muchas veces global, aunque suelen tener muchas exigencias (como participación en el management y el precio al cual entran, entre otros).
Finalmente, otra alternativa es el mercado de capitales, como punto de llegada y partida. De llegada para los inversores que entraron en los pasos anteriores y buscan hacer "cash" sus inversiones, muchas veces con retornos altísimos, a través de una Oferta Pública Inicial (IPO, por sus siglas en inglés) de acciones. De partida para la empresa y nuevos accionistas, ya que el mercado de capitales no solo les permite salir a quienes financiaron (acciones) sino que también otorga nuevos recursos a la compañía.
Consultados sobre si es recomendable que un emprendedor monte su negocio financiando toda la inversión, ambos expertos coinciden en que no se trataría de una buena decisión desde la gestión del riesgo.
“Diversificar es una de las claves al momento de invertir y, en este caso, el financiamiento de un proyecto no debiera venir solo de mi capital”, destaca Cipriani. Para Estañ Homs, “en primer lugar, si un emprendedor necesita financiación y acude a una entidad bancaria, además del plan de viabilidad el banco va a valorar la capacidad de devolución de préstamo y el grado de autofinanciación. ¿Cómo pretender una financiación ajena del 100 por ciento sin arriesgar nada de capital propio?”. Y añade: “Además, cuanta más elevada es la financiación ajena, más será el peso de los gastos financieros, así que, en este caso, la empresa nace con desequilibrio financiero”.
Problemas de liquidez
“El dinero obtenido debe ser utilizado con mucho cuidado, equilibrando gastos comerciales, de marketing y empleados, entre otros. Y recordando que, en el mundo actual, los startups suelen tener muchos años de pérdidas hasta que generan dinero, por lo que una buena planificación financiera es de vital importancia”, aconseja Cipriani.
Para Estañ Horm, la pregunta clave es simple: ¿es rentable o no el negocio? "Si no lo es, hay que estudiar las causas y ponerles remedio si es posible. Puede ser por un plan financiero inadecuado, gastos excesivos, no se están potenciando las ventas, la competencia es muy fuerte". E indica: "Si el negocio es rentable y es la tesorería la que falla, habrá que estudiar si se está financiando de forma adecuada el circulante (como compras, almacén, deudas de clientes)". En ese sentido, señala que "una cuenta de crédito es adecuada para financiar el circulante. Un préstamo a plazo de seis o 10 años es adecuado para financiar las inversiones en inmovilizado".
Y si, por el contrario, la empresa es rentable, “habrá que plantearse también un aumento de capital propio o con socios. No olvidemos que las empresas nacen para generar recursos y ser rentables, porque hay muchas formas de generar rentabilidad y con menos riesgos”.
Qué evaluar antes de decidirse
Para Cipriani, de Balanz Capital, existen muchas opiniones sobre qué es lo primero a considerar al momento de emprender. "Pero, en mi opinión, las dos grandes preguntas a hacerse son: ¿estoy simplificándole la vida o dándole una solución superadora a las personas? y ¿existe un mercado de importante tamaño que me permita escalar el negocio?". Si las respuestas son satisfactorias, es un buen punto de partida.
Para Estañ Horm, “las ideas creativas son mucho más importantes que el dinero. Muchos casos de éxito han partido de ideas ingeniosas que aportaban beneficios para la sociedad, sin dinero previo”.
En ese sentido, destaca: “El dinero está en vender productos o servicios que demande el mercado. Es el mercado el que da la respuesta definitiva. El emprendedor no puede enamorarse de su idea sin conocer la demanda del consumidor”.
La inteligencia emocional en el mundo del emprendedor
“Podemos ser excelentes vendedores, grandes innovadores, tener excelentes ideas, pero si no identificamos el ‘para qué’ estamos embarcándonos en ese emprendimiento, difícilmente vamos a lograr los objetivos deseados. Emprender implica planificación financiera y vencer tanto desafíos emocionales como financieros”, afirma Valeria Laconich, asesora y educadora en Inteligencia Emocional Financiera.
La define como “la fusión entre la capacidad de conocernos, de reconocer nuestras emociones, dones, miedos, nuestro propósito en este mundo, y la habilidad de desarrollar una sana relación con el dinero, generándolo y administrándolo de manera tal que sea un recurso para lograr vivir el estilo de vida que elegimos, en equilibrio y armonía con quiénes somos”.
Uno de los principales desafíos emocionales es la capacidad de manejar la incertidumbre que conlleva todo emprendimiento. Entonces, la autoconfianza de un emprendedor es clave para enfrentar los diferentes conflictos, como también el típico rechazo que surge de familiares y amigos que muchas veces son los primeros en objetar la idea/proyecto, detalla. Otro punto es manejar el tiempo de forma eficiente. “Al emprender uno se vuelve multifacético (diseñador, contador, vendedor, distribuidor) y, a veces, nos escondemos en las actividades que más fáciles nos resultan y no priorizamos aquellas que son realmente productivas”, añade.
Según Ezequiel Starobinsky, autor del libro el Arte de decidir y strategic advisor en Global Agro Brokers, “el emprendedor cuenta con una ventaja emocional per sé: al estar trabajando en su propio proyecto, es muy probable que lo acompañe la emoción del entusiasmo. No es lo mismo trabajar para un proyecto propio que para uno ajeno”. Y concluye: “Muchas veces, por la fuerza de ese entusiasmo se cae en errores lógicos típicos como el sobre-optimismo o no se piensa en términos probabilísticos, haciendo pronósticos de punto fijo que tienen baja calidad”.
Silvana Saldisuri ((Publicada en la edición número 306 de la revista Apertura; junio de 2019)