El instrumento principal por el cual las compañías basadas en el consumo obtienen financiamiento registrará la menor cantidad de emisiones de los últimos 10 años, según la Cámara Argentina de Fideicomisos y Fondos de Inversión Directa en Actividades Productivas. "A días del cierre del año las emisiones se encaminan a totalizar aproximadamente 150, siendo un 25% inferior que el año pasado y la menor cantidad desde el 2008 a la fecha", advierte Cristian Villarroel, especialista en Finanzas Estructuradas.
Desde el lado de los fiduciantes, el elevado nivel de tasas afectó este canal de financiamiento retrasando algunas emisiones a la espera de la mejora de las condiciones de mercado. "Los emisores apalancados en la construcción de sus carteras son los más afectados dado a que el nivel de tasas de los préstamos puente (bridge) sumado a la difíciles condiciones de colocaciones de los fideicomisos terminan en algunos casos con una ecuación financiera negativa", explica.
Desde la óptica de los inversores, la industria de los fondos comunes, sufrió una contracción real de su patrimonio. Al cierre de septiembre, la industria alcanzó $ 569.861 millones, de los cuales sólo 2% ($ 11.530 millones) se encontraba invertido en fideicomisos. Si lo comparamos con enero, la industria administraba $ 638.407 millones, de los cuales $ 15.296 millones estaba invertido en este instrumento.
Rafael Soto, CFO de Wenance, sostiene que la menor cantidad de fideicomisos impacta derecho en el consumo, "porque quienes prestamos al consumidor tenemos a este mercado como una de las principales fuente de fondeo. Algunos emisores frecuentes contaban con este mercado como fuente exclusiva y han sido más afectados, como CarsaMusimundo".
El impacto en el instrumento fue doble: el inconveniente con algunos emisores generó que los inversores estén más cautos y selectos. Antes se colocaban todos los títulos que se emitían bajo un fideicomiso, mientras hoy los inversores sólo adquieren los títulos Senior, lo que impacta en menor financiamiento para un emisor. Por otro lado, la sangría de los fondos T+1 enfrentó a los portfolio manager con la iliquidez del instrumento, máxime en un momento crítico de la coyuntura. El hecho de que los inversores estén adversos al instrumento impacta en la capacidad de financiamiento de las empresas y en su modelo de negocio y encarece el crédito para los clientes de cadenas de electro, tarjetas regionales y compañías financieras.
"Los ruidos que hizo en el mercado Tarjeta Credimas y Tarjeta Grupar, sumado a que hace pocos meses también se concursó Carsa, es una suma de eventos que verdaderamente paralizó a muchos inversores que hoy están fuera de consumo", observa Gustavo Mainero, gerente general de Estructuras y Mandatos.
Además, cuenta que algunos originadores que pueden autofinanciarse no salen a mercado o salen de forma menos frecuente o con montos inferiores para no convalidar este nivel de tasa. En el caso de las tarjetas de crédito tienen una tasa regulada en torno al 70% y el CFT de un instrumento que sale a mercado hoy está muy por encima. Por otro lado, los que aún están activos se encuentran con una demanda de inversores disminuida que dificulta la colocación y sube la tasa.
El mercado primario se achicó por un menor consumo, pero también por el nivel de tasa y el retiro o disminución de inversores del segmento consumo.