A punto estuvo el humilde Rodeo del Medio de pincharle el globo a Huracán. De dejarlo sin fiesta, sin final y de llenar de problemas a la Liga Mendocina de Fútbol, cuya primera final del certamen "integrador" a nivel local hubiese tenido a un elenco de los denominados chicos. Sin embargo, el Toponero estuvo a la altura. Jugó como un grande. A pesar de que no atacó mucho (Pizarro aprovechó la única clara que tuvo en el partido), el equipo de Fredy Funes jugó con un corazón a prueba de balas. Su garra, inteligencia y temple fueron determinantes para igualar un partido ante un adversario que está dos escalones por encima en cuanto a categorías y quizá varios más en cuanto a otras cuestiones futbolísticas.
¿Huracán mereció ganar el partido con claridad en los 90'? Verdadero. Tanto, como que cometió el pecado de dejar con vida a un equipo que tiene entre sus filas al Rey David Pizarro, uno de los mejores goleadores que tiene el fútbol mendocino en la actualidad. Tuvo una y no perdonó. Todo Huracán (Lucero, Tifner, Suraci, Hongn) tuvieron no menos de seis chances para liquidar la historia, dar vuelta la página y pensar en Sansinena. Pero no. Sus hinchas debieron rezar e implorarle vaya uno a saber cuántos santos para ver al Globo finalista.
