El dulce de leche es una marca registrada de nuestro país. Manjar para los amantes de lo dulce que lo saborean en algún alfajor, torta o simplemente a cucharadas. Pero la pregunta que queremos responder es… ¿el dulce de leche es uruguayo, argentino, chileno, peruano, brasileño o mexicano?
A pesar de que nos duela en el alma, el dulce de leche no es tan argentino como creíamos, de hecho, la historia oficial es bastante folclórica y pintoresca.
Cuenta la leyenda que el 11 de octubre de 1829 Juan Manuel de Rosas y su rival Juan Lavalle se encontraban en la estancia La Caledonia con el objeto de firmar la paz. Lavalle llegó antes de tiempo y, cansado como estaba, entró a la tienda de Rosas y se arrojó sobre su catre, donde se quedó dormido.
La criada que preparaba la lechada (mezcla de azúcar y leche) que Rosas le agregaba a su mate, quedó estupefacta cuando vio al caudillo unitario durmiendo en el catre de su amo, y salió corriendo a buscar a la guardia. Cuando regresó vio que en la olla había quedado un fondo de color marrón, extremadamente cremoso y dulce.
Otros dicen que fue la Perichona, mujer de Tomás O'Gorman y amante de Santiago Liniers, acostumbraba a hacerlo en una olla de cobre, y su mesa, por sofisticada y elaborada, era famosa en la Buenos Aires de la colonia.
Pero ambos relatos no son más que licencias poéticas, porque el dulce de leche a fin de cuentas es una reducción de leche con azúcar, algo que se hace de manera universal con distintos nombre y matices. Cuenta Jorge D'Agostini en uno de sus trabajos que el historiador y político Rodolfo Terragno dice que "en el mercado ruso no hay dulce de leche como tal, pero se conoce un producto semejante llamado variono-sgushe-noemolokó. El museo moscovita de la alimentación conserva un ancestral pergamino con la receta del dulce de leche.
También se supone que podría venir de los arropes. En la región se lo conoce con distintos nombres: "manjar blanco" en Chile y Perú, "dulce de cajeta" en México, "queso de Urrao" en Bolivia, "doce de leite" en Brasil, "arequipe" en Colombia y Venezuela, "milkjam" en los países sajones y "confiture de lait" en Francia, sólo por citar algunos ejemplos.
Pero más allá de su origen, bendito sea el dulce de leche argentino, criollo de nacimiento o por adopción, porque poco importa su génesis cuando lo saboreamos.