Las fiestas de fin de año son igual que decir: ¡adiós dieta! Abundan los platos ricos elaborados con amor, pero también con muchas calorías que provocan pesadez e incomodidad que terminan opacando la celebración. Esto se debe a que "desconocemos el valor energético de los alimentos, además de comer y beber en exceso lo que, indudablemente, genera malestar físico –como dolores abdominales- y también cambios de humor, ya que…al coctel festivo le añadimos estados de ánimo, el estrés de los preparativos y las altas temperaturas", dice Sandra Guiñez, cocinera energética.
A esta altura, deberíamos tener claro cuál es el menú indicado para estos días en el que, el calor toma protagonismo y se transforma en el enemigo de la larga lista de comidas típicas. Entonces, ¿qué comer? Es importante entender que las cenas de fin de año son espacios para disfrutar en familia y, sobre todo, hacerlo de manera saludable y evitando excesos de todo tipo. Si bien, comer es una parte importante de nuestra vida no cabe duda que cuando nos disponemos a alimentarnos lo hacemos sin tomar conciencia de lo que llevamos a nuestra boca, ni mucho menos de nuestra conducta a la hora de sentarnos a disfrutar de un rico plato. "Estamos desconectados de este ritual tan significativo que, de una u otra forma, determina cómo nos hará sentir aquello que comemos", reflexiona la cocinera. Esta forma mecánica de alimentarnos genera trastornos digestivos, malestares físicos y emocionales, pero si ponemos en práctica métodos saludables no solo vamos a saborear ricos platos, sino que, además, vamos a sentirnos a gusto físicamente sin necesidad de recurrir a dietas post fiestas.
¿Qué es Mindful Eating o Alimentación Consciente?
Es una nueva forma de entender la alimentación que permite redescubrir el placer de comer y ayuda a generar los cambios necesarios para adoptar hábitos alimentarios más saludables, escuchando al cuerpo y a las emociones y aprendiendo a elegir conscientemente lo que mejor se adapta a cada persona. Se aprende a disfrutar la comida aumentando la atención y la consciencia en el proceso de alimentarse. Según María Elena Ledesma, Chef Técnica en Nutrición y especialista en Alimentación Consciente, "implica prestar atención al acto de comer y sentirlo plenamente mediante los cinco sentidos: sabor, aroma, color, textura de la comida y también atender las emociones y pensamientos que me genera el hecho de comer. Este método utiliza técnicas de mindfulness, unidas a ejercicios conscientes y alimentación intuitiva, para lograr cambios efectivos en la alimentación.
¿Qué beneficios se obtiene de esta práctica?
Esta propuesta de alimentación consciente permite escuchar las señales del cuerpo para reconocer qué, cuánto, cuándo y cómo comer. Además, ordena la alimentación de acuerdo a las posibilidades y estilo de vida personales. Es una invitación a "disfrutar de la comida, sin culpas ni restricciones, recupera el sentido natural de saciedad del cuerpo, elimina la ansiedad por la comida, el sentimiento de "quedarse con hambre", antojos o adicciones por determinados alimentos", añade Ledesma. Entre otros aspectos positivos de esta práctica destaca el "liberarse de la mentalidad de dieta y los sentimientos de ansiedad/culpa/restricción que esto genera y aprender a aceptarse y aceptar a los demás sin juicios, independientemente del peso y forma corporal".
Manos a la obra: ¿Qué comemos?
Considerando las condiciones que brinda Mendoza en cuanto a clima y temperatura, es necesario analizar aquellas preparaciones que sean acordes a la época navideña, generalmente caracterizada por el calor. Hay que tener en cuenta la estacionalidad de las hortalizas que nuestro suelo nos otorga: "el menú navideño tiene que contar con una entrada fresca y algo ácida. Una buena opción sería una ensalada de quinoa, pepino, tomate, hojas verdes, semillas bañada con una vinagreta de aceto y aceite de oliva", explica Leandro Carranza, director de la carrera de Gastronomía de la Escuela Internacional Islas Malvinas. Otra opción: pequeños sándwich de suprema de pollo fileteada y vegetales grillados acompañados de una pasta de aceituna o bien los clásicos tomates rellenos de atún. "Es importante tener en cuenta que todo lo que se prepare para la entrada tiene que tener relación entre los platos así como cuidar las porciones, las cuales tienen que ser pequeñas, coloridas y frescas", añade.
Para el plato principal, Carranza aconseja evitar las preparaciones con cocciones largas.
En cuanto al género a elegir, optaremos por aquellas piezas magras fáciles de digerir: “Esto es importante a fin de evitar una digestión larga y cuidar las calorías que incorporemos en el menú, pueden ser piezas vacunas como el peceto, suprema de pollo, pescados, carre de cero”, nos brindará la posibilidad de continuar la noche sin cansancio ni somnolencia. Cabe destacar que “pueden acompañarse con frutas cocidas, ya sea en salsa o en trozos, esto le dará una nota agridulce a las preparaciones. Con respecto a las calorías, tenemos que optar por abultar las preparaciones con vegetales ya sean cocidos o crudos”. Priorizar siempre el agua antes que las bebidas alcohólicas. En el caso de elegir vino, el director de la carrera de Gastronomía, dice que “el vino blanco que se bebe a temperaturas más bajas es mucho más agradable para estas fechas, aunque todo estará supeditado al maridaje que apliquemos según los platos elaborados”.
Es importante tener en cuenta que la noche de navidad se presenta con muchas actividades, por lo cual siempre es bueno realizar las cocciones previas, contando siempre con buena capacidad de frío, dado que las altas temperaturas de la época puede ocasionar intoxicaciones si no se mantienen en frío de manera adecuada.
¿Y qué hacemos con los postres y dulces?
El aporte energético será a través de las preparaciones dulces, las cuales tampoco deben ser abundantes y optando por opciones más frescas: "el habitual helado puede acompañarse por un brochette de frutas. Es preferible evitar los postres con chocolate, una opción es mousse de frutas de estación con una cubierta de compota de la misma fruta. Hay que tener en cuenta que todo postre debe ser cremoso, con algo crocante y un poco ácido". Lo crocante lo podemos llegar a incorporar mediante el uso de frutos secos como la nuez, la almendra, etc. Para después de comer y siempre que queramos ahorran en calorías, las bebidas sin azúcar siempre es la mejor opción. Otro dato importante es que a menor graduación alcohólica menos calorías, por lo cual una sidra es la opción más refrescante y conveniente en este sentido.
Es recomendable no saltearse comidas para ahorrar calorías: "Esto produce que los niveles de grelina (la hormona que nos hace sentir hambre) aumenten mucho, y así llegar a la fiesta con ganas de comerte todo. Además, cuando el cuerpo percibe falta de comida, después asimila mucho más lo ingerido y baja el metabolismo, con la consecuencia de que lo poco o mucho que comas después de la "dieta de hambre" te engordará mucho más", aclara Ledesma. Asimismo, recomienda beber mucha agua, antes, durante y después de la cena, porque muchas veces se confunde el reflejo de sed con hambre y, también, porque ayudará a paliar los efectos de la ingesta de bebidas alcohólicas.
Entre las recomendaciones finales de María Elena Ledesma se destaca "el comer moderadamente lo que desees y ¡disfrutarlo!, no vas a engordar o adelgazar por comer un determinado alimento, sino en el balance global del hábito de alimentación. Al otro día de la fiesta, no restringirse en la alimentación o matarse haciendo ejercicio: da más resultados continuar con una alimentación saludable y el ejercicio habitual que hacer cambios drásticos y sin continuidad".