A mediados de año, los vecinos de la villa cabecera de Santa Rosa vivieron días extraños y de preocupación, a raíz de una sucesión de temblores de la tierra que, sin explicación, se extendieron durante casi todo junio.
Para intentar aclarar el suceso se tejieron entonces diversas hipótesis: desde las más insólitas, como la que nació en una mesa del bar La Polémica y aseguraba que los temblores eran un "azote del cielo" como castigo por la constante pelea de la clase política local, a las más científicas, que señalaban como responsables a las napas freáticas y el desplazamiento de esas aguas subterráneas.
En cualquier caso, el Instituto de Prevención Sísmica (Inpres) comunicó desde un comienzo que no registraba movimientos telúricos en el departamento y descartó así, cualquier desplazamiento de placas tectónicas. Para mayor intriga, los temblores se sintieron con intensidad en la villa cabecera pero perdían fuerza rápidamente, a medida que uno se alejaba del pueblo.
La comuna solicitó la colaboración de algunas entidades, entre ellas Irrigación y la UTN, y siguió de cerca el tema incluso mucho después de aquellos primeros días, en los que el asunto ocupó espacio en los medios. Finalmente, el municipio llegó a una conclusión que para las autoridades resuelve el enigma, aunque curiosamente la teoría nunca se difundió.
“Los sismos que se sintieron en el pueblo durante muchos días fueron el resultado de explosiones que se dieron en medio de perforaciones mecánicas, posiblemente para buscar agua”, explicó el secretario de Gobierno de la comuna, Marcos Nuarte: “Es decir que los temblores fueron provocados por la acción del hombre, por perforaciones ilegales”, agregó.
En aquel momento de intriga generalizada, los vecinos que sintieron los temblores solían coincidir en algunos puntos: decían que eran "cortos pero intensos", que de fondo se sentía como "un ruido de piedras" e incluso, muchos mencionaban el sonido de alguna explosión. Desde la comisaría se llegó a detallar una especie de rutina de los sismos: "Por lo general ocurre uno en la mañana, entre las 6 y las 9, y otro por la tarde, entre las 17 y las 19".
También la intendente, Norma Trigo, dio fe de los sacudones aunque aseguró, para mayor misterio, que no eran cosa nueva en el pueblo:
“Recuerdo que hace algunos años pasó lo mismo y tampoco fueron registrados por el Inpres”, dijo a mediados de junio, pocos días antes de que la UTN instalara en una de las oficinas del municipio un acelerómetro, con la idea de registrar cualquier movimiento del suelo.
Los temblores de tierra se sintieron a lo largo de ese mes pero con más insistencia en las primeras semanas, previo a que la noticia saltara a los medios:
"Creemos que alguien estuvo haciendo grandes perforaciones ilegales en la zona, con explosivos y máquinas, y que cuando el asunto trascendió posiblemente dejaron la tarea de lado", comentó Nuarte:
“El informe que recibimos de la UTN iba en ese sentido y habla de explosiones y perforaciones mecánicas. Nosotros informamos de ello a Irrigación pero no se avanzó mucho, al punto que nunca se pudo dar con los responsables ni con las perforaciones, ni siquiera mediante vuelos que se hicieron en la zona”, agregó el funcionario. Y cerró: “Dicen que acá los primeros metros de una perforación pueden ser sencillos, pero que a los cinco metros se empieza a poner difícil el terreno y hay que avanzar con explosiones sobre la piedra”.