Un ingeniero filma parte de la vida de su mamá aquejada por esa enfermedad y los sube a Facebook. Sus hijos lo ayudan. Hay avances: la señora se reconoce en los videos. "Quiero demorar ese destino lo más que pueda", dice.
"No dejaremos huellas sólo polvo de estrellas", vaticina el uruguayo Jorge Drexler mientras recita con su guitarra una de las verdades científicas que tanto le gusta citar. Las líneas que siguen salen al rescate del recuerdo. De un fabricante de sueños efímeros compuestos de material estelar.
Claudio Migliorisi (42) juega un partido contra el tiempo. Pero todo aquél que pretende disputar a Chronos una porción de su reino está destinado a perder y es por este camino que el hombre de nuestra historia va. Como orgulloso reo va al cadalso: cabeza alta y, sobre todo, con el corazón alegre. Satisfecho pese a la adversidad.
Claudio enfrenta un partido contra una enfermedad. No la suya sino la de su madre, Cecilia Mercedes Guevara, una mujer sonriente de 73 años a quien en el barrio Amel IV de San Martín, conocen como Celia.
Ella arroja polvo de estrellas en el camino. Su hijo, detrás suyo, trata de conservarlo, con ayuda de la tecnología, aunque se le escapa de las manos. Sabe que el destino es uno, pero quiere demorarlo lo que más pueda.
"Habíamos notado detalles pero se los atribuíamos a cosas que les pasan a los viejos, como no saber a dónde quedó el monedero y esas cosas. Después instalamos cámaras de seguridad en casa de mi mamá y ahí nos dimos cuenta del avance de la enfermedad. Vimos muchas actitudes raras", dice Claudio o Nano, como le dicen sus amigos.
Entre mate y mate en la mesa de su cocina, Celia pregunta si con azúcar está bien y Nano le hace chistes, con la ternura que le permite sobrevivir al momento. Celia se ríe de las ocurrencias y le arroja despojada de vergüenza: "Te voy a arrancar los pocos pelos que tenés la próxima vez que me cuerees".
Tratamientos milagrosos
Celia ríe tras el comentario y después se apaga en el silencio de su enfermedad. Claudio sigue: "Cuando nos enteramos fue un momento de desesperación. Decidí preguntar por un tratamiento milagroso por Facebook. Ver si alguien tiraba algún tratamiento no convencional. Me llegaron cientos de ideas de gente que conozco y de desconocidos. Fue una revelación".
Claudio, en este punto de la charla, aún no menciona la enfermedad. Convive con ella en la inconsciencia de su madre pero no la nombra. Hay veces que lo que no se dice tiene mucho más peso que lo que se dice. A veces, lo que no se nombra nos permite imaginar que no existe. Es parte del juego de la supervivencia.
Con recomendaciones y sus propias ideas el uno de enero de 2018 Nano subió una foto junto a su madre, a Facebook. Ese día comenzaron a jugar una final del mundo contra "El alemán". Palo a palo, gol a gol.
Los tantos a favor llegan cuando Claudio logra captar a través de una foto o un video un momento en el que ella está bien, por ejemplo: Celia baila al ritmo de una cumbia o un reggaetón. Pero si "El alemán" hace de las suyas, es un gol en contra.
"Soy futbolero y lo de los goles me salieron solos. Por ahí, en la calle, la gente me pregunta cómo va el partido o cómo va a salir. Algunos se emocionan, o me dicen que miran los videos en familia los fines de semana. Las palabras de aliento, la risa de otros, eso es lo bueno", señala Claudio, que recibe -tras decir a su madre ¿y el mate petisa?- otro mate amargo de Celia.
Momentos de luz
Nano, que es ingeniero electromecánico y anda de obra en obra, declara que cuando Celia se ve en los videos se pone contenta, y que en realidad para esto era todo. Para sacar algo bueno de eso que le apretó la garganta en un primer momento.
"Uno tiene sus líos en la vida y no podés estar todo el tiempo al lado de ella, pero si lo hago trato de que la pase lo mejor posible. Entonces, con mis hijos Martín (9) y Agustín (11) -este último los edita- le hacemos los videos y en ese momento de lucidez la pasa bien", describe.
Aunque heredó la alegría de su madre, Nano se pone serio. Cuenta que su tía Isabel tiene Alzheimer -recién ahora pronuncia la enfermedad- y que su abuela también lo tuvo. Comenta que se queda hasta tarde en la noche, después de trabajar, investigando todo lo que pueda ayudar a su madre.
"Ahora estoy leyendo sobre cromoterapia, una terapia alternativa que utiliza los colores para sanar. Pero la verdad es que es una enfermedad que te aísla. Los vecinos ayudan pero a otros ya no los ves tanto. Y es lógico", admite el hombre que ya va por el mate número mil pero que con dulzura le dice a su madre que aún no le ha dado ni uno.
Más energía
Nano remarca que esta situación le ha permitido ordenar sus prioridades. Sí, admite que ve menos a sus hijos, y que vive el día a 180 kilómetros por hora, pero también reconoce que ahora "se conecta mejor" (no en vano es ingeniero electromecánico) con lo que está haciendo.
"Yo no soy 100% optimista, pero hay que sacar lo bueno de lo malo, y el problema lo tenés igual. Me da bronca que no haya remedios, pero no es enojo o amargura lo que me pasa. Yo soy lo que soy por ella, y por ella tengo que hacer cosas felices", remarca.
Claudio mira a Celia y su mamá lo mira a él. Como lo observa en los videos que sube a Facebook. Con esa honestidad de las primeras veces y la fugacidad de la conciencia que le va y le viene, como la tierrita que se levanta con el Zonda.
Nano le dice a Celia que no le ha dado un mate en toda la tarde. Y ella, que no pierde su instinto de madre, le ceba uno más sin azúcar. Y en la cocina de Celia todo es huella, aunque sea al borde del mar. Aunque un día sea estrella. Y otro día, sólo polvo.
