Fiji, descomunal

El archipiélago del Pacífico sur ofrece las dosis necesarias de naturaleza y confort según el viajero elija. Eso sí, nadie se salva de vivenciar playas edénicas ni naturaleza en estado puro.

Fiji, descomunal

Bula vinaka es la natural bienvenida que escuchará el viajero varias veces en su estadía, un cúmulo de buenos deseos también. Y quien llega a algo tan parecido a la idea de ínsulas perfectas, se siente reconfortado y bendecido con el saludo.

La maravilla y la magia de Fiji, comienzan a fluir de inmediato. Son 333 ínsulas las que conforman este archipiélago, muchas inhabitadas, ubicadas en el Pacífico, como territorio insular de Oceanía. Quienes acceden al lejano destino seguramente hayan cumplido con otros destinos. Sin embargo éste les dejará huella. Entonces aventureros, curiosos, enamorados, buzos, familias, naturalistas y buscadores de experiencias tropiezan con estas islas en el mapa y van en búsqueda de ellas. La idea es, según los días de la estadía, intentar elegir al menos 3 para disfrutar de experiencias muy diversas.

Nadi es una bulliciosa ciudad ubicada en la isla principal, Viti Levu, y la puerta de entrada ya que allí está el aeropuerto internacional. La capital es Suva. La arteria principal está repleta de vendedores que compiten por la atención del turista y el regateo es su seducción. Unos 80 km de playas, bahías, afloramientos rocosos y vegetación exuberante, son el marco de la denominada Costa de Coral que corre al sur oeste de Viti Levu. Uno de los mayores sistemas de arrecife del mundo es el atractivo emblemático de esta zona que es el centro de la industria turística de Fiji, que además ofrece sol, playa y diversión.  Entre tanto, los traslados terrestres a playas diversas regalan pueblos reales, sus habitantes y sus faenas diarias. Pescadores vendiendo lo que capturaron tras una jornada en el mar o agricultores cargados de bananas recién cosechadas.

En Suva por su parte, lo más interesante es caminar sin prisa, recorrer el jardín botánico, comer algo rico y huir a alguna arena del litoral coralino, coco en mano para deleitarse con los atardeceres perfectos, nada más.

Vatulele, a dos horas en barco, presenta a pueblos de pintoresca fisonomía entre alojamientos y resorts. Por otra parte, una excursión al mercado Sigatoka es una experiencia que vale la pena, ya que le permite ser testigo de los agricultores y vendedores de artesanías practicando el trueque y el regateo. Probar piñas, guayabas y mangos frescos que se cultivan en el valle de Sigatoka, frutos apodados como la "Ensaladera de Fiji”, un ritual turístico del mercado.

Un vistazo

No hay que quedarse quieto y siempre hay que embarcarse para llegar, por ejemplo, hasta las islas Mamanucas (donde se rodó la mítica película el Lago Azul y donde se practica buceo y snorkel para descubrir mar adentro, los tesoros del Pacífico) o las ínsulas de Yasawas para aprovechar playas inconmensurables. De suelo volcánico presentan arenas blancas, sin embargo, entre lagos turquesa y una frondosa vegetación que deja boquiabierto al viajero.

Son unas 20, pero entre las predilectas de los foráneos se encuentran Waya con lagos cristalinos y altas colinas para hacer trekking guiado. La Isla de Tavewa, con sólo 3 km de largo ideal para relajarse al sol con el verde custodiando.

El enclave de las tortugas es Nanuya Levu para hacer snorkel por la claridad de sus aguas y Sawa-i-Lau que cuenta con una enorme cueva para descubrir los secretos de las formaciones de este archipiélago paradisíaco. La Isla de Naviti: es la más larga, mide unos 33 kilómetros y es el sitio perfecto para hacer buceo con mantarrayas.

En todas se disfruta más o menos lo mismo, pero como siempre decimos depende del viajero. Hay posibilidad de armar itinerarios por cuenta propia o seguir las propuestas de agencias de turismo o lo que los hoteles proponen.

Y ahí surgen los imperdibles: beber kava en la ceremonia de bienvenida; subirse a una 4x4 para recorrer las montañas cuya vegetación azora; bucear en la barrera de coral y darse tiempo para el disfrute sin límites en las playas, jugar en el agua y agradecer.

En materia de alojamientos, hay que decir que se encuentran desde hoteles para mochileros a pocos dólares hasta lujosos que pueden costar cientos y miles de dólares.

Para elegir

Kula Eco Park. Es un parque que resguarda las especies de las islas. Allí el viajero, en entretenidos paseos, puede descubrir plantas extraordinarias y animales en peligro de extinción. El trayecto por las pasarelas de madera permite ver frutos muy raros, aves, reptiles, murciélagos, tortugas de mar, corales blandos y duros, peces tropicales.

Alimentar tiburones. En Aqua-Trek en Pacific Harbour se puede ser testigo de  la fuerza, la gracia y la precisión de los tiburones buceando cerca de ellos y hasta alimentándoles. Este centro pretende enseñar sobre los tiburones y los problemas a los que se enfrentan para subsistir en un mundo que los ve como producto.

Baños de barro. Sabeto es una de las verdaderas joyas ocultas de Fiji y la invitación allí es a tomar baños de barro. El vapor del arroyo marca el camino a seguir. Lo que sigue es un chapuzón en cualquiera de las 3 basadas de barro caliente que tienen buenas propiedades para la piel.

Perlas de colores. En las cálidas aguas cristalinas de Savusavu Bay, en la isla de Vanua Levu, donde el ambiente se mantiene como la naturaleza lo ha previsto, J. Hunter y su equipo de colaboradores cultivan perlas con técnicas innovadoras. Estas aguas ricas en nutrientes alimentan los ostiones tan bien que las perlas tienen un espesor promedio de 1,6 mm de nácar y además son de colores singulares que no se encuentran en ningún otro lugar.

Las gemas son un homenaje a su ambiente único y la experiencia singular de los injertos. Sus colores son naturales y con ellas se hacen finísimas joyas.

Este lugar tan particular puede visitarse. A la salida, seguro se ha comprendido que las perlas son tan hermosas porque trabajan en alianza con la naturaleza. http: //www.pearlsfiji.com

Información

www.fijime.com

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