Por cada familia reunida que durante los primeros minutos del 25 de diciembre o del 1 de enero se levanta de las sillas para brindar y abrazarse con todos aquellos que comparten la mesa; hay otras tantas donde el brindis completo es simbólico, a la distancia o hasta virtual (por teléfono o WhatsApp). O directamente se hace a destiempo, de forma anticipada o ya al mediodía de Navidad o Año Nuevo.
Son incontables esos héroes anónimos que están firmes en sus puestos de trabajo, y que cada 24 o 31 de diciembre por la noche deben resignar las ganas de estar con sus seres queridos en pos brindar sus servicios a la comunidad.
Médicos de guardia, serenos, encargados de portería, miembros de las fuerzas de seguridad y hasta operadores de radio son sólo algunos de los profesionales que ya se han acostumbrado al brindis a la distancia con sus familiares. O a rodearse de colegas y compañeros –que están en la misma situación durante esas dos noches– para cenar y brindar juntos en un breve receso. Y convertirse en una especie de segunda familia.
"El momento más duro suele ser cuando uno va camino al hospital en el colectivo y va mirando las casas a las que van llegando familiares para festejar. Y ahí uno cae en la cuenta de que lo va a pasar en el hospital, lejos de la familia", resume Maximiliano Lucero, quien es periodista y hace 10 años trabaja además en la portería del Hospital Lagomaggiore por las noches. "Pero ya después lo vas haciendo de la mejor manera posible y se arma todo un grupo, como una segunda familia con la gente del trabajo.
Siempre tratamos de cocinar y llevar algo quienes vamos a estar esa noche", cuenta.
Como una segunda familia
Maxi Lucero (35) y Enrique Hamzi (46) son dos de los tres encargados de portería que recibieron esta Navidad trabajando en el Lagomaggiore. "Hace 14 años trabajo en el lugar y hace 8 años lo hago de noche. Todos los años sabés que alguna de las dos fiestas te va a tocar trabajarla, mientras que en la otra tenemos franco. Cuando se arma el cronograma de diciembre, ahí sabemos cuál nos va a tocar", destaca Enrique, quien vive en el barrio Pellicier de Las Heras y reconoce que prefiere trabajar los 24 de diciembre, ya que está más tranquilo y suele haber menos accidentados o heridos que para Año Nuevo (aunque entre la noche del lunes y la madrugada de ayer hubo ocho partos).
El turno nocturno es de 20 a 8: "Uno de los momentos más duros es cuando me separo el 24 de mi esposa (Silvana) y de mi hija de 11 años (Guadalupe). O a las doce. A esa hora siempre tratamos de llamarnos para saludarnos, aunque estamos en contacto por WhatsApp toda la noche", reconstruye Hamzi durante la mañana de Navidad, minutos antes de recostarse a descansar un rato para disfrutar del almuerzo familiar del 25 y para luego (a las 20, y al igual que el lunes) volver a su trabajo. Es que quienes trabajan el 24, 25 y 26 de diciembre; descansan el 31 de diciembre, 1 y 2 de enero.
"Ayer (por el 24) íbamos en el colectivo y mi hija me miró y me dijo que le avisara a mi jefa que queríamos pasar la Navidad juntos, que le pidiera permiso para no ir a trabajar. Eso me partió un poco el alma", reconoce.
La tristeza de la medianoche
Cuando se acercan las 0 –y si todo está tranquilo–, los trabajadores se reúnen en un sector del hospital para compartir la cena y algún que otro brindis (con gaseosa, aunque puede colarse una "mojadita" de labios con sidra). "Maxi ya es como mi hermano. Cada uno lleva algo para comer y anoche (por la Nochebuena) éramos 10 personas: 4 que trabajan en limpieza, el calderista, el electricista, tres de portería y una chica policía", agrega Enrique.
"Anoche fue mi décima fiesta en el hospital. Mientras más pasan los años, más te vas acostumbrando. La primera fiesta fue brava. Yo soy muy familiero y llevaba seis meses trabajando. Me tocó pasar mi primera fiesta en el hospital y no conocía bien a mis compañeros que estaban ahí esa noche cenando conmigo. Pero después empezás a asumirlo", acota Maximiliano.
"Lo más lindo es el compañerismo, personas que entienden el momento que estás pasando. Por eso tratamos de estar unidos, compartir algo y brindar. Esa es la mejor parte de estar ahí", siguió.
El contexto no siempre acompaña para un brindis ameno. "Anoche llegó una persona con un ataque al corazón y sentimos los gritos cuando iba entrando, por lo que tuvimos que dejar de cenar y bajar rápido. O también se pone complicada la mano cuando llegan heridos de bala. Un año llegaron dos jóvenes de distintas bandas que se habían tiroteado en el barrio San Martín. Los dos estaban en el mismo hospital, y las familias estaban juntas. A veces hasta se quieren meter a las salas, se pone complicado", agrega Enrique.
"Es sacrificado porque estás lejos de la familia. Pero tratás de armar una comunión ahí. Siempre pedimos que sea una guardia tranquila y que podamos estar al menos todos en paz. Además, sabés que la otra fiesta vas a estar en tu casa", indica Lucero.
"Obviamente te tiene que gustar tu trabajo, y a mí me encanta", cierra Hamzi, con una sonrisa.
Con la familia en el trabajo
Juan Hidalgo es cirujano cardiovascular y emergentólogo. Gastón Quiroga es conductor de ambulancia. Ambos trabajan en el Servicio de Emergencias Coordinado de Mendoza, y los dos estuvieron de guardia este 24 a la noche, junto a dos compañeros más (el médico terapista Julio Mujica y el también chofer de ambulancia, Cholo Heredia) en la base del Hospital Carrillo.
Con varios años de servicio, para estos profesionales ya es algo normal pasar Nochebuenas y fines de año trabajando.
Pero esta Nochebuena fue distinta, ya que las familias de Hidalgo y de Quiroga fueron a la base del SEC para recibir la Navidad todos juntos.
"Fue una fiesta totalmente diferente, atípica. A la hora de comer, justo llamaron a Juan para hacer el traslado de una mujer parturienta que venía con el bebé por nacer. Así que esperamos a que volviera, por la radio escuchamos cuando la ambulancia se liberó y empezamos a calentar la comida", destacó Silvana Ponce, esposa del médico y quien fue a la guardia con los hijos de ambos: Emanuel y Germán.
"Cuando llegaron, comimos rápido porque había otra salida en breve. Gracias a Dios la noche fue tranquila y estuvimos conversando y compartiendo historias de vida. Fue muy lindo", agrega la mujer.
Durante los primeros minutos del 25 de diciembre hicieron sonar las sirenas de las dos ambulancias para recibir la Navidad en el lugar.
"Es el trabajo que ellos han elegido, es su vocación y eso no evita que podamos hacer una vida completamente normal. La pasamos bien, somos familias que estamos acostumbradas a acompañar a ellos en el servicio a la gente. Fue un brindis por la salud de todos", resume.
A primera hora
Berenice Trapé (25) trabaja en Policía Científica y su martes de trabajo –agitado– comenzó a las 6:30. Debió intervenir en uno de los tantos accidentes de tránsito que se registraron en el Gran Mendoza, en este caso en Acceso Sur a la altura de Rodríguez Peña.
"El lunes cenamos temprano, brindamos a las 0 y fue algo cortito porque el 25 de diciembre tenía que empezar temprano mi día. Es la primera fiesta en que me toca trabajar, y fue un poquito complicado ya que me hubiese gustado poder compartir un poquito más de tiempo con mi hija. Mi familia me acompañó y eso fue clave", confiesa la joven.
"Pero uno ama su trabajo, así es la profesión y vale la pena el sacrificio, sintetizó antes de partir rápidamente hacia otro operativo.
Pirotecnia: el menor número de heridos en varios años
Como parte de los festejos de Nochebuena y Navidad, sólo siete personas sufrieron heridas por manipular pirotecnia en Mendoza, según confirmaron desde el Ministerio de Salud de la provincia.
Otro dato importante: entre los lesionados no se encuentra ningún menor de edad, agregaron.
Este reposte de los hospitales mendocinos incluye a los heridos ingresados en las guardias desde las 10 del 24 hasta las 10 de ayer.
Analizando las estadísticas, se puede observar una notable disminución en el uso de pirotecnia. Estos siete heridos representan el número más bajo de los últimos años: en 2012 se registraron 23 heridos; en 2013, 28; en 2014, 37; y en 2015, 12 ; 2016, 19 y en el 2017, 14.
Sin embargo, sumando las personas asistidas durante esta Navidad por lesiones no ocasionadas por pirotecnia, el número sube y preocupa. Además de los heridos en reyertas , otras nueve personas debieron ser asistidas en centros de salud por accidentes domésticos.