Los argentinos sufrieron durante exactamente dos horas en todos los rincones del país y la celebración del epílogo, con victoria agónica por 1 a 0 sobre Suiza en octavos de final del Mundial, supo más a descarga que a festejo medianamente racional.
De Norte a Sur, como hacía tiempo no ocurría, volvieron los festejos multitudinarios en plazas, paseos públicos, arterias principales de grandes y pequeñas ciudades, de puebos del interior profundo y de las metrópolis más habitadas.
Argentina volvió a vivir desde una situación límite y la mística de cada mundial se hizo carne en los hinchas habituales y los de cada cuatro años.
Caras pintadas con temperas, banderas, remeras, bombos y pelucas blanquicelestes inundaron las calles céntricas de la Ciudad de Mendoza para confluir luego entre Garibaldi Y San Martín, centro de los festejos.
En San Salvador de Jujuy centenares de aficionados desataron su algarabía en el centro de la ciudad, principalmente en la esquina de Belgrano y Lavalle, transformando en pocos minutos el paisaje cotidiano por otro inundado de colores y sonidos de cornetas y vuvuzelas.
Pero así como en la capital se celebró el triunfo, también en ciudades como San Pedro, Libertador General San Martín y La Quiaca, limítrofe con Bolivia, los hinchas sacaron a relucir su orgullo nacional y no se cansaron de alentar a la selección en la plaza central y en los bares que lucían adornados para la ocasión.
La línea festiva bajó hasta el centro oeste del país, donde miles de mendocinos se acercaron al kilómetro cero de la ciudad, centro neurálgico del microcentro.
Allí no faltaron las camisetas con el "Diez de Messi", los canticos entonando la introducción del himno nacional y los penales pateados en un arco que se instaló en plena calle San Martín, la más céntrica y comercial de la ciudad de Mendoza.
Del Norte al Centro y de allí al Sur, donde la ciudad bonaerense de Bahía Blanca fue el epicentro de los festejos con cientos de vecinos volcados a las calles del centro para festejar el pase a cuartos de final del próximo sábado ante Bélgica.
Con banderas, vinchas, gorros, camisetas y hasta varios rostros pintados de celeste y blanco, los hinchas locales se concentraron nuevamente frente al Teatro Municipal en la intersección de Alsina y Alem, lugar histórico y clásico de los festejos y reencuentros.
En otros sitios del país como la ciudad de Resistencia, el Parque Urbano Tiro Federal -uno de los "Puntos de Aliento“ de la TV Pública-, una multitud siguió con pasión el partido y el grito desenfrenado por el gol de Angel Di María en las postrimerías del tiempo suplementario hizo desaparecer el ánimo quejoso, disipó el malestar en algunos y transformó gestos duros en sonrisas.
Y finalmente en Rosario, más de dos mil personas se hicieron presentes hoy en Parque Nacional a la Bandera, donde festejaron con gorros, banderas y bombos el triunfo argentino, luego de que el ex Rosario Central Di María marcara el único gol del partido.
Julio empezó con plena felicidad para la Argentina futbolera, y el sufrimiento es parte del disfrute de un juego como el fútbol que es, para los habitantes de este país, el hecho cultural más importante que le dejó el siglo XX.
