Las cosas no están funcionando tal como se espera. El básquetbol tiene un serio problema de llegada al público y necesita cambios casi de manera urgente. A nadie en la FI BA se le ocurre presentar así la situación. Sin embargo, ése es el tema principal que trataron sus miembros en el congreso que se desarrolló durante este Mundial.
En España, la Copa del Mundo despertó interés, aunque seguramente no todo el deseado. Que la televisión local transmitiera en directo sólo los partidos de su seleccionado fue un golpe duro. Hubo un escándalo al respecto y al final los encuentros se pueden ver gratis, pero solamente por Internet. Ni siquiera la Fan Zone, montada en Madrid en la Plaza Colón, al estilo del Mundial de la FIFA, logró generar la pasión que se esperaba.
En el último juego de España, por octavos de final ante Senegal, el Palacio de los Deportes estuvo completo (12.500 personas), pero en la Fan Zone las cosas estaban tranquilas y no fueron más de 500 los que siguieron al equipo español en la pantalla gigante o disfrutaron de los múltiples juegos y atracciones que ofrecen los sponsors de la Federación Internacional de Básquetbol Asociado. El movimiento es bueno, pero teniendo España una de las mejores selecciones de la historia, se esperaba más.
Los primeros intentos por mejorar la imagen del “producto básquetbol” comenzaron con la búsqueda de asesoramiento de la empresa Deloitte. Entre muchas sugerencias, la más significativa fue despegarse del fútbol. Organizar un Mundial el mismo año que se juega ese deporte es competir con lo imposible. Espanta a los sponsors y hasta la venta de derechos de TV es más compleja.
El próximo Mundial de básquetbol debería jugarse en 2018, pero se hará en 2019, y a partir de allí sí mantendrá la frecuencia de cuatro años. Se dejará de compartir calendario con los mundiales del fútbol, voleibol y hockey, y se pasará al año en el que sólo está el de rugby. Además, se llevará de 24 a 32 los participantes, para llegar a más países.
Este cambio, que comenzará en 2017, generó una revolución. La principal afectada fue una federación regional, FIBA Europa. Con este esquema se pierde un europeo, que es rentable y se jugaba cada dos años y que pasará a ser cada cuatro. Lógicamente, generó protestas.
Otro de los motivos del cambio es mejorar las relaciones con la NBA.
En medio de un revuelo por la lesión de Paul George y con los dueños protestando, la respuesta de FIBA es que el cambio para evitar tanto desgaste ya estaba hecho desde 2012: “Si seguíamos exigiéndole que vengan todos los veranos, al final no iban a venir más”, dijo Patrick Baumann, secretario general de FIBA y uno de los hombres de mayor confianza del argentino Horacio Muratore, flamante presidente de FIBA. Ahora los dos torneos importantes (Mundial y Juegos Olímpicos) se harán en años consecutivos y los NBA no aportarán jugadores en los otros dos años. Esto es porque las eliminatorias se jugarán en seis ventanas internacionales, tal como el fútbol. Los primeros partidos serán regionales y los seleccionados actuarán solamente con jugadores locales. Así, los países tendrán actividad todo el año y no en un mes como hasta ahora.
Cuando los NBA llegaron a la FIBA en los JJOO de Barcelona ‘92 (NdR: Jordan, Pipen, Magic Johnson, Barkley, Robinson, entre otros), él único país que aportó jugadores mayoritariamente fue EE.UU. En este Mundial son muchas las naciones representadas en la NBA (95 jugadores). La demanda es grande y había interés en suavizar los pedidos.
A la NBA le sirve estar cerca de FIBA para sostener su expansión. A la FIBA le interesa la imagen de los mejores jugadores del mundo para tener más fuerza y captación en sus afiches de presentación y venta. Pero está claro quién llevaría las de perder si se rompe la relación FIBA-NBA, y Baumann jamás pondría en riesgo esa fuente de ingresos. No tiene ningún complejo en dejarlo en claro y lo demostró cuando se planteó la situación de la Euroliga, el torneo privado que reúne a los mejores equipos de Europa, que no está contenta con el nuevo calendario. Con ellos no se llegó a un acuerdo por la sesión de jugadores para los torneos internacionales. Su respuesta fue contundente: “Mire, la NBA es un negocio de 5000 millones de dólares y la Euroliga es uno de 25 millones de euros, ¿vale?”
¿Cómo afectaría a Argentina que la Euroliga no acepte el nuevo calendario con ventanas internacionales? Por ejemplo, Campazzo, con contrato de tres años con Real Madrid, no podría jugar en muchos de los partidos de eliminatorias. Como sea, el cambio intenta que todos participen de las eliminatorias. Con el formato actual, sólo entre 50 y 60 países pueden llegar a los torneos importantes. De esta manera, se espera que sean 140, como mínimo, los que estén en la eliminatoria. Así todos jugarán como local algunos partidos, podrán vender sus derechos de TV y generar nuevos recursos. En definitiva, que todos los países estén en contacto todos los años con su selección y que todos estén cerca para consumir el producto FIBA.
Fuente: La Nación