31 Festival Nacional de la Tonada: la cultura es la sonrisa

Teresa Parodi y León Gieco le dieron ritmo, letra y contenido a la jornada del viernes en Tunuyán. El autor de “Sólo le pido a dios” puede asomar recién a las 3.30.

31 Festival Nacional de la Tonada: la cultura es la sonrisa
31 Festival Nacional de la Tonada: la cultura es la sonrisa

Con las cuecas de la tunuyanina Viviana Montoya, la segunda noche tunuyanina comenzó a desarrollarse con un alegres condimento femenino y se convirtieron en la antesala a la apertura con Teresa Parodi.

Unos minutos antes de las 23, la cantautora correntina apareció en el escenario tocando su propia guitarra y con su colección de canciones pareció enmendar el prolongado espacio de tiempo que la había separado del gran escenario del Valle de Uco por una década.
 
Ella partió directo a los recuerdos con "Pedro Canoero", "Esa musiquita", de su propia autoría y se dio la vuelta por el presente con "La fiesta grande", del magnífico álbum de invitados "Otro cantar" de 2011, que fuera grabada en su oportunidad con Fernando Barrientos.

Siguió con la emblemática "Apúrate José" y "Cuando tenga la tierra" de Daniel Toro y cautivó a la audiencia con una versión acústica de "Quien te amaba ya se va", una de las tonadas más antiguas de las que se tienen memoria, recibiendo al final una ovación unánime y para cerrar el círculo entre el pasado y el futuro, cantó "Celador de sueños"; "Dedicado a Fernando Barrientos", expresó y se despidió con "Puerto Tirol".

Del lado cuyano más contemporáneo, Los Chimeno desplegaron su acostumbrado torbellino de acordes. El carisma de la agrupación de los hermanos maipucinos repetían lugar en este teatro griego por décima segunda vez de forma ininterrumpida. Desandaron sus tanques;  "Semillas de guitarrero", "La trunca endiablada" y "Mi cuyanita" y material de "Camino de ida", su último álbum. Del lado más tradicional, Los Trovadores de Cuyo, también una de las figuras más estables de edición del festival, representaron el costado más clásico y esencial de la la trilogía cueca-tonada-gato. Entre su repertorio habitual, se lució una versión de "Libertango" de Piazzolla.

Entre tanto folclore, la agrupación blusera La Jarillera dio la nota: la agrupación volvió a dar señales de revitalización desde el año pasado luego de nueve años de silencio.  Con la arenosa voz de Coco Cabrini y su energía rocker, estrenaron nuevos temas como "Estrella roja" y "Trovador" y viajaron atrás con su hit "Blues de la viña baja".

Pasadas las 2, Orozco-Barrientos protagonizó uno de las crestas de ovación más altas de esta segunda noche. Entre cuecas, tonadas y gatos como "Los ojos del amor", "Tonada de amor", "La margarita", "El hombre gallo", reversionaron "Póngale por las hileras" y "La refranera" y estrenaron material de "Tinto", - álbum que los traerá de vuelta por las bateas en mayo -, como "Pa las Catitas", dedicada a Leonardo Favio, "El amor puede salvar", entre otras. Se despidieron con una versión carnavalesca de "Celador de sueños" en la que participaron 200 niños y jóvenes de una murga tunuyanina que se convirtió en toda una intervención escenográfica con gran despliegue de banderas, acrobacias, coreografías y percusiones.

Los hijos del León

Pocas presentaciones en la variada y repetitiva programación de los festivales de verano a lo largo del país inspiran tantos momentos mixturados y emocionantes como cuando se viene León Gieco. En la platea se despiertan pasiones profundas y en la atmósfera se respiran tensiones - más cuando la policía forma una línea divisoria entre la platea y el escenario tal como ocurrió el viernes -.
 
Lo de Raúl Alberto Antonio Gieco y compañía es un espectáculo lujoso, con tremendo montaje audiovisual, pedagógico, orgánico y contagioso hasta para quien tenga la piel más gruesa.

Cerca de las 3.30, una colección de veinte canciones se sucedieron como un torbellino, al mismo tiempo que en las dos pantallas gigantes del escenario se sincronizaba de forma cronológica - con fotos e imágenes impactantes - el relato político que fundamentaron, justificaron, inspiraron y proyectaron aquel repertorio, recorriendo 40 décadas de convulsionados hechos políticos y sus consecuentes tragedias individuales y sociales.

Este es un espectáculo-duelo, que cava y desentierra cadáveres y hace aparecer fantasmas y al mismo tiempo, los va exorcizando, desde "El fantasma de Canterville" hasta el presente con "Desembarco" de 2011 -"El argentinito", "Facho", "Hoy bailaré" - pegándose la vuelta al final hasta "Todos los caballos blancos", tema su primer álbum de 1973. Colección turbulenta y melancólica: "El país de la libertad", "Malas condiciones", "La rata Lali", "Cachito, el campeón de Corrientes", "La cultura es la sonrisa", "Guitarra" con letra de Atahualpa, "Pensar en nada", la cumbia "El ángel de la bicicleta" dedicado a Pocho Lepratti.

También hubo espacio para bailar con "Ojo con los Orozco" y el desgarre con una versión a capella de "Cinco siglos igual" con visuales del histórico genocidio indígena y la despedida apoteótica con "Solo le pido a Dios". En definitiva: una montaña rusa emocional. Este es el segundo año consecutivo de León en el festival de la Tonada.

La programación del viernes incluyó también a los locales: Hijos del Viento; Los Álvarez; Viñatero Cantor; Hermanos Cisterna; Carlos Ramírez; Grupo Esencia y la revelación; el quinteto Canto Nuevo.

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