Una vez más la provincia queda relegada en el plan de obras ferroviarias. Ahora, en las que el Gobierno nacional ha previsto para el período 2016-2018. Pero lo que resulta llamativo es el silencio que la clase política mantiene ante una decisión que afecta a Mendoza en el plano económico, en razón de que el transporte es uno de los ítems que genera problemas de competitividad a los productos locales.
Cuando los productores locales se refieren a los inconvenientes que se plantean para poder competir en los mercados internacionales, hacen alusión al desfasaje producido con el valor del dólar frente a la inflación, a las retenciones que el Gobierno nacional aplica a los productos exportados y también al transporte. Está comprobado que el traslado de mercaderías desde Mendoza hasta el puerto de Buenos Aires es más caro que desde Buenos Aires hasta el puerto de Hamburgo.
En ese esquema, el funcionamiento normal del ferrocarril resultaría fundamental, en razón de que permitiría una fuerte reducción de los costos en uno de los insumos esenciales. Sin embargo, si nos atenemos a las cifras que surgen de las inversiones para los próximos dos años, en la Provincia hay inversiones en ejecución por 54 millones de pesos; obras licitadas, sin fecha de ejecución por 98 millones de pesos y proyectadas, sin fecha, por 126 millones. Valores insignificantes si nos comparamos con los 5.100 millones de pesos previstos en los próximos dos años para Santa Fe, 2.451 millones para Salta, 1.321 millones para Córdoba, 1.172 millones para Chaco y 1.065 millones para Santiago del Estero.
La situación no es nueva. En los últimos años, mientras se volcaban miles de millones para "modernizar" la red de trenes de la Capital Federal y Gran Buenos Aires, lugares donde están los votos, incluyendo la totalidad de los vagones con aire acondicionado, en Mendoza se "inauguraba", con bombos y platillos el "tren del vino", una formación que constaba de escasos vagones, tanto que hubo que pedirle prestada una máquina a San Luis, porque en Mendoza no había, para que funcionara y que tuvo escasas salidas en razón de que nadie quiere utilizarlo porque, por el estado de las vías, no puede circular a más de 30 kilómetros por hora, no pueden asegurar tiempos de llegada y, para colmo de males, con parte de la carga rota.
Semanas después y también con un acto en cadena nacional, la propia Presidenta de la Nación destacó la llegada al Mercado Central de Buenos Aires de un tren que transportaba la producción de Mendoza para que llegara directamente al consumidor. Sin embargo, no se hizo mención a que esa formación estaba integrada por solo cuatro (leyó bien, cuatro) vagones para llevar la producción mendocina, siendo que décadas atrás salía un tren por día, de veinte vagones, sólo para transportar la producción del Sur mendocino. Además, fue el único tren -al menos no se ha hablado de nuevas formaciones- que llegó al Mercado Central y aquí tampoco nadie ha dicho nada.
Ha llegado la hora de que la política mendocina se ponga firme y reclame con la fuerza que requiere que se termine de una buena vez con la discriminación que está sufriendo. Se anunció en su momento que en 2015 correría el tren de pasajeros entre Mendoza y Buenos Aires; se dijo que harían fuertes inversiones para que los trenes de carga circulen con normalidad para llevar la producción al puerto y a los grandes centros de consumo. Nada de ello ha pasado, seguimos relegados y, lo más grave es que nadie dice nada. Con lo que se actualiza aquel viejo dicho que indica que, quien calla, otorga…