Fernando Mönckeberg es pediatra, especialista en Nutrición y economista. A sus 91 años carga con el orgullo de haber sido quien en gran medida revirtió el destino de Chile por su batalla contra la desnutrición, un factor determinante en el desarrollo de las sociedades en tanto afecta el recurso humano de manera definitiva.
Empezó a trabajar el tema en la década de 1950 cuando la situación en su país era alarmante: la mortalidad infantil era de 130 niños cada mil, hoy es de 6,8 por mil.
Por aquel entonces la pobreza chilena era inmensa, sólo 1,8% de la población lograba acceder a la universidad mientras que el promedio de vida era de 38 años. Hoy alcanza estudios universitarios 49% de los chilenos mientras que la expectativa de vida se extendió a más de 80 años, tal cual destaca el doctor Abel Albino, director de Conin Argentina, quien transfirió la experiencia chilena a Mendoza y luego a todo el país.
Además de ser fundador de la Corporación para la Nutrición Infantil (Conin) también lo es del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de Chile. Pasó por Mendoza y charló con Los Andes.
- ¿Cómo fue que comenzó a trabajar sobre desnutrición?
No fue fácil porque si uno quería buscar las causas de la situación había que resolver la tríada que siempre se asocia entre pobreza, desnutrición y subdesarrollo.
Se hace difícil encontrar por donde avanzar, se buscaban explicaciones y cada uno encontraba diferentes. Nos fuimos dando cuenta por las investigaciones -que nos llevaron muchos años- de que el problema fundamental estaba en la desnutrición en los primeros años de vida y que lesionaba de manera definitiva a un porcentaje demasiado elevado de la población en un determinado momento.
En Chile casi 70% por ciento de los niños estaban afectados por algún grado de desnutrición en los primeros años de vida. Eso estaba lesionando el recurso humano y la sociedad es eficiente en la medida que la mayor parte de sus constituyentes hayan podido expresar su potencial genético.
Cuando se logra eso es posible lograr el avance hacia el desarrollo y disminuir la pobreza.
Eso nos llevó a entender que el problema no podía resolverse de la noche a la mañana. Resolver eso nos iba a llevar generaciones, por lo menos una generación. Y así ha sucedido.
Las cifras que utilizan los organismos internacionales indican que actualmente más de un tercio de la población del mundo está metida en este conglomerado de daños a la población infantil que produce el subdesarrollo y la pobreza. En América Latina yo creo que es evidente esa cifra.
- ¿Usted cree que el problema sigue siendo la desnutrición u hoy se corrió el foco hacia la malnutrición teniendo en cuenta que las personas con menos recursos acceden a alimentos más económicos y suelen consumir más hidratos de carbono y grasas de mala calidad?
Diría que desde el punto de vista del daño para la sociedad el problema era la pobreza y el subdesarrollo, ahora hemos salido de esa situación, hemos mejorado la expresión del potencial del material genético y ha habido un incremento en la oferta alimentaria. Esto ha llevado a esta otra situación de obesidad que no tiene la misma trascendencia en términos de daño del recurso humano los primeros años.
- ¿Qué pasa con un chico que en los primeros años no recibe los nutrientes que necesita para un correcto desarrollo, como el aporte de lácteos o carnes? ¿No lo afectará también?
No, porque el organismo puede sintetizar sus propias proteínas. Hay dos problemas: uno es la sub-alimentación que afecta básicamente a la población infantil y no puede salir porque el organismo no puede adaptarse. Luego viene el problema del exceso, pero incluso pueden coexistir estas situaciones no sólo dentro del país sino dentro de la misma familia. Algunos pueden quedar lesionados por desnutrición en una primera etapa y luego caer en malnutrición (lo que se expresa en la obesidad).
Es decir que en una primera etapa tuvieron el daño y en la segunda la acumulación.
- ¿Uno de los indicadores del daño por desnutrición en los primeros años es el escaso desarrollo de la altura?
En Chile, donde hemos logrado superar el tema se sigue recalcando que hay que preservar al niño durante los primeros años de vida porque allí está la potencialidad de crecimiento y desarrollo. Si no lo hago y le doy alimento después, cuando ya lo dejé dañado, posteriormente vamos a ver las consecuencias: va a quedar bajo de talla, con un menor rendimiento intelectual y va a sobrevivir pero no va a ser de la misma utilidad para una sociedad del conocimiento moderna, tiene que poder expresar su potencial genético para poder incorporarse a ella.
- ¿Cree que hoy hay conciencia y están resguardados los derechos alimentarios de la infancia?
Yo diría que hay una gran falencia. Algunos países han logrado concentrar los esfuerzos en la primera edad, otros lo han descuidado o no han tenido los recursos. Porque no sólo depende de la alimentación sino también del saneamiento ambiental, de los factores emocionales y de la estructura familiar.
- ¿Cómo ve a la Argentina en este sentido?
Yo conozco bastante la situación de Argentina. Creo que hay diferencias sustanciales con respecto a Chile porque creo que nunca ha estado en las circunstancias en que estuvo Chile hasta el año 1950.
Siempre Argentina ha tenido una mucho mejor situación socioeconómica.
Evidentemente hay diferencias entre las distintas regiones (dentro del país) en algunas de las cuales hay condiciones muy precarias. Quizás Argentina pueda tomarse como la suma de diferentes países, que serían las provincias.
De ahí que deberían estudiarse en qué lugares se producen los daños más profundos y comenzar a concentrar los esfuerzos.
- Más allá de la gestión de gobierno y mirando a la Argentina de los últimos años ¿cree que se da un proceso de mejora?
Creo que frente al contexto de América Latina, es uno de los países con mejor situación. Esto viendo la suma de todas las provincias.