La pandemia tiene profundos efectos en la economía de todo el mundo, y Argentina estableció sus prioridades en pos del cuidado de las vidas humanas con un estricto "aislamiento, social preventivo y obligatorio" por el que afirman que se ha logrado disminuir la circulación del virus para dar tiempo al sistema de salud para que se adapte.
Pero parte de cuidar a la sociedad en su conjunto es sostener a las empresas protagonistas del abastecimiento de alimentos e insumos, la generación de empleo y para que, cuando todo pase, estén en pie para absorber un aumento de la demanda contenida.
En este panorama, el economista Fernando Marengo, socio en Arriazu Macroanalistas, explicó el impacto que tiene la crisis sanitaria, con efectos profundos en la economía del país, y en los mercados mundiales; vislumbró un posible escenario posterior a la emergencia.
-¿Cuál es el papel de los Estados en este contexto de pandemia? ¿Se requieren medidas económicas para amortiguar el impacto de la crisis, sobre todo orientadas al sector privado? ¿Cómo evalúa las medidas adoptadas en Argentina?
-El Estado acá tiene que priorizar dos cosas: la contención social y sanitaria, y la salud del sector privado. En el primer caso, esto implica expansión del gasto público en una economía que está implosionada, y que por lo tanto cae la recaudación. Como resultado, tenemos déficit fiscal.
Y por el otro lado, desde lo económico, lo que tienen que garantizar los Estados es la sustentabilidad de las empresas, porque ya se puede ver en casos como China, que cuando la crisis sanitaria cede, se recompone la demanda, y es necesario que las empresas estén operativas.
Se requiere garantizar el acceso al financiamiento para que las empresas sigan operativas. El problema es que esto es mucho más fácil para economías como las europeas, Estados Unidos o Japón que para Argentina, porque la particularidad que tiene el país es que esto lo hace con expansión monetaria, y emite pesos que luego no se demandan.
-¿Se puede esperar una recomposición de la demanda rápida, una vez pasada la cuarentena?
-Con la experiencia de China, se ve una recuperación de actividad económica bastante rápida, pero asimétrica: hay sectores que se recuperan mucho más rápido que otros.
Algunos tendrán que reinventarse por varios meses, o que tardarán años para ver el negocio funcionando como antes de la pandemia.
Pensemos en tres tipos de empresas: las de alimentos hoy están produciendo mucho más que lo que produjeron en los últimos dos años, pero una vez que se pase la cuarentena, los niveles van a volver a la normalidad, o se va a observar una baja porque hay sobrestock.
En el otro extremo está el entretenimiento u ocio, el esparcimiento y el turismo, que va a retomar el ritmo mucho más lento, porque habrá que ver cuándo la gente vuelve a estar dispuesta a meterse en un avión para volar 12 horas hacia Europa, o cuándo vamos a volver a sentirnos cómodos asistiendo a un espectáculo masivo como un concierto o un partido.
-Más allá de la ayuda que pueda brindar ahora el Estado ¿hay recursos para cubrir las necesidades de los dos momentos de esta crisis, es decir, el durante y post pandemia?
-Acá hay un problema previo, y es que cuando se obligó a los bancos a bajar la tenencia de Leliq, se esperaba impulsar créditos para el sector productivo. Los bancos quedaron muy líquidos, pero plantearon que no era posible prestar a empresas de dudosa sustentabilidad y poner en peligro el capital de accionistas, o los depósitos de los ahorristas.
Eso genera presión sobre el tipo de cambio, pero no una expansión de créditos que era lo deseado. Entonces, el Estado tiene que salir a garantizar esos créditos, porque es la única forma de que ahorristas y accionistas tengan la seguridad de que su dinero no se va a ir en créditos mal otorgados.
Eso, ahora, pero con respecto al futuro, en la medida en que se levante el aislamiento, va a aparecer la demanda, y es posible que muchos sectores necesiten menos créditos. Lo que hay que evitar hoy es la quiebra.
-En materia salarial, ¿hoy alcanzan las medidas adoptadas por el Gobierno nacional ?
-No. Pensemos que hoy hay empresas en déficit financiero, tienen prácticamente cero ingresos, y los costos de mantenimiento y de empleados tienen que seguir asumiéndolos. Las empresas se están financiando con ahorros, están bajando sueldos, dejando de pagar contribuciones, suspendiendo personal. Pero Argentina no tiene un fondo anticíclico, reservas ni acceso al crédito internacional. Además, no tenemos una moneda fuerte, porque los pesos que se están emitiendo, nadie los va a querer tener en el bolsillo después, pero hoy prima la contención sanitaria y social, y garantizar que las empresas sigan vivas.
Es muy clara la solución. Habrá que esterilizar pesos, el día después subirán las tasas de interés, se colocarán Leliqs, Lebacs, o los títulos que fueran, para sacar los excesos.
Además, los países desarrollados aumentan su recaudación y reducen sus gastos, otra forma de liberar excedentes.
Esperemos esta vez no ser la excepción, y que el excedente no se termine licuando con depreciación y presión impositiva.
- Entonces, ¿se puede esperar un rápido efecto inflacionario?
-Acá hay que partir de un análisis de la situación inicial de la crisis, si uno piensa que a fin del año pasado, no por mérito propio sino a consecuencia de una crisis de financiamiento que se inició en 2018, se alcanzó una estabilización fiscal, y un fuerte superávit externo. Si a eso se le suma el cepo, el Banco Central tiene margen para mantener el tipo de cambio oficial en un valor contenido.
Va a haber más pesos dando vueltas, pero partimos de un mínimo absoluto. Y si bien el sector exportador se resiente, las importaciones actuales son prácticamente todas para el rubro sanitario. Ese superávit externo (se necesitan menos dólares para operar que los que ingresan), garantiza que el Banco Central pueda mantener el tipo de cambio al nivel que quiera.
Toda la demanda de divisas se va al contado con liquidación, o al blue, y aumenta la brecha, lo que genera incentivos a frenar la liquidación de exportaciones y acelerar importaciones. En ese caso se pierde el superávit externo, pero eso no va a pasar de un día para otro.
Por el contrario, hasta que el tipo de cambio oficial no despegue, hay más indicios de que la inflación podría desacelerar porque los precios internacionales están a la baja (el petróleo no presiona sobre los servicios), se renegocian salarios a la baja y, salvo en el rubro alimentos, nadie puede recomponer márgenes.