Fernando Grajales, pionero del montañismo mendocino

El periodista Nicolás García se encargó de escribir la historia de este amante de las montañas, desaparecido hace más de una década. Formó parte de la primera expedición argentina al Himalaya y creó la primera empresa de servicios en el Aconcagua.

Fernando Grajales, pionero del montañismo mendocino

Dicen que Fernando Grajales es uno de los "padres" del andinismo mendocino. Murió hace poco más de una década, a los 79 años, dejando detrás de si un legado imborrable para aquellos que lo conocieron. Fue, además, pionero en esta actividad, al punto de formar parte de la primera expedición argentina al Himalaya.

Como una forma de que su memoria no se pierda, su viuda, Mabel Abad, encargó hace unos 8 años al periodista, andinista y escritor Nicolás García, la tarea de reconstruir lo que fue la vida de Grajales. Hoy, en las librerías mendocinas puede encontrarse el fruto de este trabajo encarnado en un libro llamado "Montañas en Alpargatas. La vida de Fernando Grajales", que recorre toda la existencia de este emprendedor, acompañada de fotos imperdibles.

"Creo que escribir sobre algún personaje conocido, como el Papa -por ejemplo- es fácil. Lo difícil es escribir sobre una persona normal. De todas maneras, lo que más me impactó cuando me puse a trabajar fue la poderosa historia de amor con Mabel, su esposa", dice Nicolás García, autor del libro que resume la vida de Grajales.

Tras investigar, García dice que el montañista era, en sus propias palabras, un gallego cabezón, soñador, que tuvo el coraje de ir atrás de lo que le gustaba de una forma limpia, tanto que sus competidores lo respetaban. Que empezó a ir tras su sueño tarde, pero lo hizo.

Fue agricultor, buscador de oro, gerente de empresa y empresario. "Cuando yo escribía y escuchaba las opiniones de sus amigos me di cuenta que lo recuerdan como a mi me gustaría que me recordasen", describe el también autor del libro "Senderos y Aventura" y "Aconcagua Fotografías", cuyos textos  acompañan las fotos de Pablo Betancourt.

La vida del "Gallego"

"El paisaje mendocino es muy atractivo. Y la cosa empezó por curiosidad, yo miraba la montaña y me preguntaba: ¿Cómo será aquello, que habrá allá detrás? Hasta que a los 15 años vi a un amigo mío todo quemado por el sol y el frío y le pregunté: ¿Dónde estuviste? En la precordillera, me dijo. Listo, ya me prendí, allá fuimos, así empezó todo", comienza el libro con las palabras extraídas de una entrevista a Grajales en 1997.

Tal como puede leerse, nació el 19 de julio de 1924 y 16 años mas tarde, su pasión por la montaña se activó en su organismo, sentimiento que duraría hasta el último día de su vida. El hombre, cuenta García, siguió ese primer impulso precordillerano hasta que se conoció de memoria estos viejos cerros. Luego pasó al Cordón del Plata y finalmente se graduó en el Aconcagua, abriendo una ruta nueva en el filo sudoeste.

Cuando Grajales supo que se estaba gestando la primera expedición argentina al Himalaya, un emprendimiento apoyado por Perón y con connotaciones de gesta nacional, decidió ser parte del equipo comandado por el joven militar sanjuanino Francisco Ibáñez, quien apreció la determinación de Grajales y lo hizo su mano derecha.

Para entrenarse y demostrar su compromiso con la expedición, Grajales dejó su finca y consiguió empleo en la construcción de la villa Eva Perón, en Las Cuevas, a 3.150 metros de altura. Para mejorar su aclimatación, muchas noches después de la jornada se iba a dormir al Cristo Redentor (a casi 4.000 metros y barrido por el viento casi sin interrupción). Así fue como logró uno de los codiciados lugares en la expedición al Daulaghiri, a más de 8 mil metros de altura, que se realizó en 1954.

"Grajales asumió un rol de hacedor cuando colgó la mochila. Creó la primera empresa de servicios en Aconcagua, en 1976, y participó institucionalmente  en la actividad de montaña local. De los varios premios y títulos que recibió, uno en especial alude al reconocimiento de sus pares: “Fernando fue una de las pocas personas que la Escuela Provincial de Guías de Alta Montaña y Trekking Valentín Ugarte, designó como miembro honorario”, cierra la introducción del texto elaborado por García.

Por todas estas acciones y por otras convenientemente citadas en el libro, es que se considera a Grajales como el padre del montañismo mendocino junto a Alejandro Randis, Rudy Parra, Andrés García, Ulises Vitale y Alfredo Magnani. Entre muchísimos otros datos que el libro evoca, pueden leerse los testimonios de Sebastián Abad Laterra, sobrino de Grajales; Rudy Parra, Phil Ershler y Gastón Oyarzún, instructores y guías de Alta Montaña.

El amor del montañista

Según cuenta García en su libro la historia de amor entre Fernando y Mabel comenzó en 1977 cuando Grajales se encontraba trabajando en el refugio Cruz de Caña.

Allí fue donde lo vio por primera vez Mabel Abad, una turista de Mar del Plata que iba a conocer Las Cuevas. Allí, el contingente bajó en el refugio, todos comieron y el micro siguió su marcha con una pasajera menos, enamorada a primera vista del montañista. Eso marcó el inicio de una relación que los mantuvo juntos hasta el fallecimiento de Fernando.

En 1979 nació el único hijo de la pareja, "Fernandito" quien dio sus primeros pasos, como no podía ser de otra forma, en la montaña mendocina. "Fernando lo llevaba todas las noches en brazos a ver las estrellas y le hablaba. Fernandito tiene eso en el disco duro", detalla Mabel recordando la relación entre padre e hijo.

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