El presidente electo, Alberto Fernández, dijo que no quiere más deuda con el FMI, por lo que le pediría que no haga nuevos giros al país. Sin esos dólares y con su negativa a ajustar el gasto público, el plan contempla una suba de impuestos.
Más impuesto a las Ganancias para altos ingresos de las personas humanas y suba de retenciones a la soja, es hoy contemplado por el equipo económico de Fernández como la alternativa más rápida para obtener fondos frescos.
Hay varias alternativas que se están sondeando y en el círculo cercano al jefe de Estado electo aseguran que aún no se tomó una decisión. Una posibilidad es que los derechos de exportación a la soja suban del actual 26% al 30% y del trigo, del 8,5% al 16%.
Según fuentes del Gobierno electo consultadas por este diario, en paralelo se implementaría un IVA discriminado, que mantendría el 21% para los estratos sociales medios y altos, pero bajaría a cero para los sectores de ingresos escasos que recibirán la tarjeta del programa "Argentina contra el Hambre".
También habrá créditos a tasa real negativa (por debajo de la inflación) para el agro y la industria y se aumentarán los salarios de los empleados públicos y las jubilaciones en torno a un 20% de arranque. Todo esto apuntado a impulsar el consumo interno.
En paralelo, para poder implementar su política económica, negociará con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que no haga nuevos desembolsos a cambio de dos años de gracia (2020-2021) para comenzar un cronograma escalonado de pago.
De los 56.300 millones de dólares del acuerdo firmado por la gestión de Mauricio Macri, ya llegaron al país 44.300 millones. De eso, según el Ministerio de Hacienda, quedan en caja 1.900 millones. El resto se usó para pagos de deuda con privados y para financiar el gasto.
"¡Tengo un problemón! ¿Y voy a pedir 11.000 millones más? Lo que quiero es dejar de pedir y que me dejen pagar", afirmó ayer Fernández en una entrevista radial. "La primera regla para cumplir, que es lo único que tenemos que hacer, es decir: no me presten más plata pero déjenme desarrollarme para poder pagarles", agregó.
Algo de esto ya fue dialogado por Fernández con la nueva directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva. Según dijo, la Argentina sólo necesita tiempo para "volver a ponerse en marcha tras dos años de parálisis".
"Yo no escucho a nadie pedirme que ajuste en la economía. Porque todos saben que no hay nada para ajustar. En la Argentina se ha ajustado tanto que dejaron de dar vacunas. Y esto se lo dije a Georgieva", dijo Fernández al rechazar cualquier posibilidad de recorte del gasto.
Según la opinión del economista Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Ecolatina, es "lógico" que el nuevo Gobierno renuncie al dinero del Fondo porque "para conseguir esos desembolsos la Argentina tendría que aceptar demasiadas condiciones y no estaba claro que los países miembros lo fueran a aprobar", dijo el economista, al señalar justamente que Fernández rechaza el ajuste para alcanzar el equilibrio fiscal.
Para el economista Nery Persichini, prescindir del financiamiento del Fondo Monetario "no es buena señal". Según interpretó, la decisión forzará a ajustar cuentas fiscales más rápido con mayor agresividad tributaria. "El problema no es la tarjeta de crédito sino lo que hacés con ella", consideró.
Para el operador bursátil Ramiro Marra, si finalmente Fernández termina renunciando al dinero del FMI, habrá dos perspectivas. Una positiva, porque se reduce el monto a devolver. Y una negativa, porque el ajuste no irá al gasto público sino a la presión tributaria.
En Puerto Madero, con el embajador de EEUU
En las oficinas que Alberto Fernández tiene en Puerto Madero, el presidente electo recibió al embajador de Estados Unidos, Edward C. Prado.
El embajador expresó a través de un comunicado que "durante el encuentro ambos equipos conversaron sobre una gran variedad de temas de interés para ambos países. Estados Unidos mantiene una relación duradera con Argentina, sobre la base de valores comunes profundos e importantes".
Por su parte, el mandatario electo destacó su voluntad de "tener la mejor relación con Estados Unidos, en un marco de respeto y madurez".
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