Fernanda Laguna: "Encuentro muy bella, a veces, la falta de pasión”

Es artista visual, escritora y curadora. Representante de la denominada “Generación del ’90”, la autora de “Control o no control”, un volumen que reúne su obra poética, habla sobre esta edición y sobre su escritura.

Fernanda Laguna: "Encuentro muy bella, a veces, la falta de pasión”
Fernanda Laguna: "Encuentro muy bella, a veces, la falta de pasión”

Si existiera el premio a la creatividad en la poesía femenina argentina, acaso Fernanda Laguna figuraría entre las candidatas favoritas a ganar el primer puesto. Quienes la conocen saben que su propuesta excede los libros y plaquetas que edita. Sus emprendimientos colectivos han marcado época en la estética plástica de los últimos tiempos, así como también su obra lírica; una de las más originales surgidas de la denominada "generación de los '90".

La editorial Mansalva acaba de compilar la poesía reunida de Laguna. Su título: "Control o no control". Poder acceder al único tomo de la producción completa de una artista cuya visión posibilita otra mirada a lo real, incita a la reflexión y al placer estético poco frecuentes. Su poética vindica el estado de pureza e inocencia de la palabra. César Aira cierta vez escribió: "El estilo es la relatividad de lo real". Laguna, a su manera, ha forjado un tono acorde a esta creencia 'aireana'.

-Este ha sido un año lleno de eventos para usted: como gestora cultural presentó su retrospectiva "No confíes en lo que ves", en la galería Nora Fisch; y además apareció la cuidada edición de "Control o no control", el volumen de su poesía reunida que sacó a través de Mansalva. Asimismo no olvidemos su editorial Belleza y Felicidad, como tampoco la revista "La copiadora manuscrita", que codirige desde el año pasado... Por nombrar sólo algunas de sus tareas relacionadas al arte. ¿De dónde nace ese afán por la creación?

-Es como hacer una planta de un gajo... Es algo que me sorprende, me maravilla. Me entusiasma desde todos los puntos de vista. Aprendo, que es lo mismo que estar conectada.

-¿De qué modo se asemeja la pintura con la escritura?, ¿por qué?

-La pintura y la escritura son muy diferentes. En un momento, tal vez, éstas se separaron. Cuando tenía 21, yo quería pintar cuadros con las imágenes exactas que pasaban por mi mente y éstas pasaban muy rápido. Me frustraba mucho, veía un caballo corriendo y saltando hacia el cielo; y, primero, nunca tuve mucha técnica así que no podía pintar ese caballo que veía, y menos pintar toda la secuencia de la imagen. Así que escribí esos cuadros y fueron mis primeros poemas. Luego la pintura y la poesía siguieron su rumbo separadas, aunque en algunos cuadros haya escrito alguna que otra palabra…

-La siguiente pregunta puede pecar de ingenua, sin embargo, me gustaría saber: ¿qué significado tiene para usted la poesía?

-Yo creo que la ingenuidad es muy positiva, un poco el ingenuo es aquel que cree que puede lograrlo sin tener en cuenta los medios que posee. La poesía tiene que ver con la magia, la brujería, con apoderarse de un alma. Del alma de las cosas, de la propia alma. La poesía es un conjuro, en ella las palabras vulgares se vuelven mágicas. Algunos hablan del mar y en esas palabras está el mar. No lo digo en un sentido figurado. Yo creo que es así... Tal vez sea un poco ingenua.

-Se ha escrito bastante sobre la llamada "Generación del '90". Pero rara vez contamos con el testimonio de sus propios protagonistas. ¿Qué representó para usted esa época?

-Fue una época muy linda. Yo la descubrí en el '97. No sabía ni que existía la poesía en Buenos Aires hasta ese momento, y de repente descubrí un mundo de poetas reactivos, que traficaban poemas en plazas y leían a los gritos bebiendo cerveza. Fue muy lindo, nosotras éramos las chicas y los otros los chicos. Y nosotras debíamos hacernos un lugar, lo cual fue muy estimulante.

-Su obra narrativa la firma con el heterónimo de Dalia Rosetti, pero esto no ocurre con su poesía. ¿Por qué?

-Dalia Rosetti es como el 'hombre araña'. Para poder ser 'hombre araña' éste tiene que tomar esa identidad, ponerse el traje. Para poder escribir novelas sobre Dalia Rosetti, necesito convertirme en ella. Por eso no es un seudónimo. Es muy difícil explicarlo, sobre todo en un breve currículum; de esta manera, traicionando mi segunda identidad muchas veces. Pero siempre me encanta que no me confundan con ella.

-Hablemos de "Control o no control". Entiendo que antes el título había sido "El milagro de la nieve". Como casi todo es inédito, ¿descartó mucho a la hora de seleccionar el material definitivo para el libro?

-No tanto. Yo le pasé casi todo a Francisco y él fue el que vio que algunos poemas se repetían, o no estaban tan buenos, y los sacó. Y la verdad es que quedó mucho mejor, sobre todo teniendo presente que yo a veces no me doy cuenta de qué está bueno y de qué no.

-Uno de los poemas más conocidos de su producción resultan ser "Poesía proletaria", pieza con que abre el tomo. ¿Recuerda su historia, las circunstancias que la llevaron a querer escribirlo?

-Volví una noche a mi casa muy cansada de trabajar, en la moto, y escribí cómo había sido ese día. Quería que fuera un diario, lo más preciso posible y muy largo, pero me fui aburriendo y empecé a ir cerrándolo de a poco. Siempre que lo leo tengo la intriga de qué habré hecho el resto de ese día…

-Si tomamos la primera versión de ese poema, y la comparamos con la última, notamos que hubo correcciones de por medio. ¿Es meticulosa con los detalles cuando escribe?

-No recuerdo haberlo corregido mucho. Lo que sí en "Control o no control" se buscó que no hubiera errores de ortografía.

-Los títulos de los poemas -"A mi toallita femenina", "Me encanta cuando tu cara se pone roja", por citar dos ejemplos- llevan un acento personal y coloquial, como si se tratase de un diario íntimo. Algo análogo podría afirmarse respecto a su obra narrativa...

-Escribo sobre mí, porque me sorprende ser yo. No yo en cuanto a quién soy, sino de lo que creo estar compuesta: el cuerpo, la mente, la piel, las emociones, todo. Me parecen igual de raros la Muralla China, Saturno o levantarme a la mañana y sentirme.

-Su poesía se limita, en el buen sentido del término, casi exclusivamente a narrar. Es decir no se enamora de los preciosismos verbales como lo haría, por ejemplo, un poeta barroco. ¿Es consciente de esto cuando escribe sus textos?

-Encuentro muy bella, a veces, la falta de pasión y escribir sin entusiasmo. La falta de energía. Una vez probé hacer una muestra sin que me gustara lo que hacía (dentro de lo posible) y la muestra quedó horrible pero experimenté una sensación al hacerla muy extraña. Como estar entre la vida y la muerte. Y eso no por lindo, sino por nuevo, me gustó.

-Muchas veces, cuando se leen sus poemas, se tiene la indecible sensación de que fueron escritos por primera vez. ¿Es posible alcanzar la inocencia en la poesía?

-Todo me parece en un punto inocente. Lo pretencioso es inocente. Pensar que uno dejó de ser inocente es como una post-inocencia.

-Los poemas llevan una alta carga de oralidad debido a la naturaleza verosímil de su tono. ¿Qué importancia le otorga al definir sus versos?

-Soy de mantener diálogos con las cosas en general. Algunos podrían decir que hablo sola todo el día.

-A pesar de carecer de un público masivo, usted cuenta con lectores devotos. ¿Se siente una escritora de culto?

-No.

-Una vez, en cierto reportaje para un medio chileno, usted dijo: "Escribo para no vivir lo que escribo, pero las cosas más lindas las vivo en carne y hueso". Es una frase muy suya. ¿Podría profundizar el concepto?

-Qué difícil. No me acuerdo bien qué quise decir. Una vez hice una obra que decía "lo que hago lo hago por no hacer algo peor"; va por ese lado, ¿no? Pero la frase que citás no recuerdo qué quiere decir, pero podría ser una frase en clave secreta: El universo (el cuerpo) es poesía y escribo para vivir.

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